03

1K 189 14
                                    

Alek no tenía idea de cómo reaccionar ante la escena que ocurría frente a sus ojos, claramente una alarma sonó en su campana cuando la mujer estiró su brazo para golpear al pequeño de nuevo.

Sus manos se empuñaron en respuesta, su cuerpo moviéndose hacia adelante con la intención de detenerla, pero escuchó la voz de la sirvienta subiendo las escaleras.

Mierda, él no podía ser visto allí arriba.

De nuevo se halló retrocediendo hacía su previo escondite, observó a la sirvienta ingresar a la habitación donde se escuchaba claramente el llanto del menor, la furia contenida dentro suyo por no ser capaz de atravesar la puerta y detener todo eso.

Su corazón se aceleró al salir de allí en dirección hacia las escaleras, trató de regular su respiración para no levantar sospecha alguna al regresar a la sala al costado de su padre.

— Te tardaste — escuchó a su tío hablar. 

— Si, mis disculpas — respondió de manera suave, no quería que su tío se diera cuenta de lo que presenció. 

La conversación entre los adultos continuó, a los pocos minutos la mujer estaba regresando a la sala en compañía de la sirvienta. La rígida sonrisa en su rostro de nuevo, Alek no quería observarla, la sensación de furia estaba llenando por completo su cuerpo. 

La mujer actuaba fingidamente tratando de integrarse a la conversación, Alek desvió la mirada hacia la sala en dirección hacia las escaleras. Una extraña necesidad intensa de querer regresar a aquella habitación aun si no tenía claro sobre lo que quería o debía hacer al respecto.

— Lo lamento, el pequeño se despertó debido a una pesadilla y tuve que ir a calmarlo — explicó Griselda.

Alek la observó asombrado por sus mentiras, esa facilidad en poner una sonrisa falsa en su rostro luego de haber estado golpeando a su propio hijo minutos atrás. Sintió nauseas.

— Papá, ¿Podemos irnos? — cuestionó en voz baja — no me siento bien.

Era cierto, su estómago revuelto por los recuerdos de momentos atrás.

Su padre lo observó preocupado, sin embargo, sin cuestionarlo terminó la visita poco tiempo después. Ambos abandonaron la gran casa momentos después en dirección hacia el auto.

Alek esperó pacientemente hasta que el auto estuvo en marcha, no pudo evitar girar el rostro hacia su padre quien se hallaba tranquilamente conduciendo a su costado.

— ¿Te sientes mal? ¿Quieres que llame al doctor? — cuestionó su padre. 

El menor sacudió la cabeza en respuesta, no estaba seguro de cómo explicarle a su padre lo que había visto en aquella casa.

— ¿Cuándo vamos a regresar a la casa del tío Daryl? — preguntó de repente. 

Anton giró a verlo al detenerse en un cruce de calles.

— ¿Qué? ¿Desde cuándo estás interesado en convivir con ese hombre? — preguntó curioso. 

Alek debió haber enseñado alguna mala expresión en su rostro, porque su padre la imitó a los pocos segundos.

— ¿Qué está sucediendo Alek? 

El mencionado bajó la vista buscando las palabras correctas.

— Tenemos que regresar padre, tenemos que volver a esa casa — fue lo que salió de sus labios.

Anton no estaba comprendiendo la actitud de su hijo. 

— ¿De qué estás hablando? ¿Por qué quieres regresar? ¿Podrías decirme qué demonios está ocurriendo contigo y esa casa?

Adicto A Ti °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora