Charla

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La tienda del general, a pesar de ser cómoda no era gran cosa en realidad, Aphelios no iba a menudo a aquel lugar fronterizo, por lo general manejaba los asuntos desde la capital ya que también debía discutir muchos planes y movimientos con Azir, y de todos modos aquella ciudad limitaba con el desierto que se extendía por una gran distancia, hasta luego llegar a Tierra de Nadie. No era un sitio que suela tener conflictos.

Aun así, los encargados del lugar siempre se aseguraban de tener listo, limpio y cómodo el sitio donde se alojaba él, ya que sabían lo dejado que podía ser este hombre consigo mismo, diciendo que no necesitaba más que una manta pues era perfectamente capaz de dormir en el suelo de ser necesario. De este modo su tienda tenía un futón alto, con mantas hasta de sobra y varios cojines para su comodidad; había una mesa baja pero amplia a modo de escritorio, un par de muebles donde principalmente había mapas y libros sobre técnicas para la batalla, al igual que un baúl donde guardaba su ropa, además de algunos otros detalles.

Sett se sorprendió al ver esto, había pensado que un hombre tan admirado por todos, y de tan alto rango tendría un sitio habitable mucho más opulento. Pero no, Aphelios era demasiado sencillo, con lo justo y necesario estaba bien. Incluso sus habitaciones en el palacio de hecho eran así por órdenes de Azir, espaciosas y ostentosas, tanto que para quien las usaba se sentían vacías.

El vastaya no pasó por alto el hecho de que solo había un sitio para dormir, así que temiendo molestar al pelirrojo, comenzó a acomodarse a un lado del amplio futón, dispuesto a dormir en la alfombra del suelo. Ni que fuera gran cosa, al lejos había algo entre el suelo y su cuerpo, antes dormía directamente en la piedra que recubría su celda.

- ¿Qué crees que estás haciendo?

Por supuesto que a Aphelios no le gustó nada lo que hacía el chico pelinegro, este volteó a mirarle, con clara inseguridad en sus ojos, sin saber bien cómo responder.

- Lo... Lo siento, yo puedo dormir en el suelo.

Aphelios negó, se acercó a grandes pasos, sujetó al mitad vastaya por uno de sus tan increíblemente fuertes y musculosos brazos para jalarlo, haciendo que se levantara de una vez para enseguida empujarlo al futón y que tomara asiento.

- Jamás vuelvas a dormir en el suelo si tienes una cama al lado. No eres un animal, Sett.

El aludido se le quedó mirando, realmente sorprendido por su actuar, sus palabras, y la gran fuerza que poseía aquel aparentemente delgado hombre. Asintió en silencio, de manera sumisa, y tardó un momento para volver en sí mientras seguía mirando a Aphelios, quien se había apartado y comenzaba a quitarse sus prendas.

El general se quitó la diadema dorada que usaba sobre su frente, dejándola en una pequeña mesa, luego se retiró  la capa dejándola caer al suelo. Mientras él se desvestía, siguiendo por la yukata de mangas anchas, Sett no estaba seguro de hasta qué punto debería quitarse sus propias ropas, pero mientras tanto optó por sacarse los zapatos, el cinturón y la yukata corta sin mangas. Imitando al general dejó todo en el suelo, luego volteó a verlo queriendo preguntar algo pero todas las ideas se borraron de su mente ante aquella imagen.

Aphelios estaba vistiendo no más que un pantalón ligero para dormir, mientras sostenía una bata ancha delgada en sus manos, y se acercaba al mitad vastaya para entregársela.

- Puedes quitarte todo y usar esto. Bueno, si quieres, claro.

Estaba a torso desnudo, el cabello ya no iba peinado hacia atrás sino que caía a cada lado de su rostro enmarcándolo, podía ver mejor las facciones de su rostro y desde luego los marcados músculos de su cuerpo. Ahora le quedaba claro que el general no era ningún flacucho, aquella capa  había disimulado su espalda ancha, los grandes bíceps, y la cintura estrecha.

Infiltrado [Sett X Aphelios]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora