4.- Un largo camino.

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Miro incrédula el calendario que adorna mi puerta, los días avanzan monstruosamente rápido y no dan tregua a absolutamente nada.

Nunca olvidaré aquella semana infernal de febrero, aquellos días en donde todo parecía un mal sueño, una pesadilla, un chiste de mal gusto, una anécdota fea que pagarías por olvidar y hacer como que jamás ocurrió, sin embargo eso es imposible.

Solo restaban un par de días para que Rubén, mi mejor amigo de la infancia, estuviese de cumpleaños cuando el Agu llegó con una noticia que era tan cruda que por más que quisiéramos creer que era un chiste, ni la persona más cruel y despiadada se atrevería a bromear con algo así. Temblorosa, con un sinfín de sensaciones en el cuerpo y sin poder digerir la noticia aún, mantuve presionado con mi pulgar el icono del micrófono, y envié dos audios exactamente iguales a dos personas distintas, al Nico y al Rojo.

"Sabi que me llego un pantallazo del Agu, que el Rubén tuvo un accidente, lo atropellaron anoche y no sabemos si es verdad o no, ¿tu sabes algo? ¿Has hablado con el Rubén ahora último?"

En lo más profundo de mi corazón quería creer en que era una broma pesada, mientras esperaba una respuesta de mis dos contertulios aproveché para poner al tanto a mi gente más cercana del caso, temblorosa, sin poder dejar de moverme, pareándome de lado a lado por la pieza mientras hablaba por audios y pensaba en que esto no podía ser real. Un audio, era el Rojo, seguido del Nico, ambos confirmando mi peor miedo.

"Hablé con la hermana, es verdad, anoche tuvo un accidente y ahora está grave en el hospital"

Mi mundo cayó definitivamente, me sentí completamente fuera de lugar, como fuera de tiempo, como si fuera una pieza de madera en algún juego de mesa y me hubieran puesto en un lugar en donde yo no pertenezco, yo no estaba ahí.

Sin poder dormir, con la cabeza hecha un basural, con el corazón en la mano y los ojos pesados de tanto llorar, rogándole al cielo poder dormir aunque fuera una hora y suplicando que, si existía alguien más grande que nosotros como humanos, que no se llevase a mi amigo.

Recordé vívidamente la última vez que le vi, aquella noche en la plaza, tomando cerveza con el Rojo, contando anécdotas de clases online y de conocidos en común, recordaba el calor de su presencia, su voz, sus gestos y su risa, me lamenté no haberle aceptado jugar con el hace unos días, 3 o 4 antes que ocurriera el accidente, me ahogué en lágrimas y supliqué por que mi amigo volviera con nosotros.

La inevitable noticia que nadie quería escuchar llegó, nuestro amigo ya no estaba con nosotros.

Fue sin embargo el golpe más bajo que pudimos recibir, en medio del ajetreo de la noticia, Rojo dio positivo a covid, y finalizado el funeral, Nico también dio positivo, por lo que nuestra promesa del primer día, de ir los tres como grupo a verlo al cementerio se aplazó rotundamente hasta que finalizaran su cuarentena.

Y fuimos, desde aquella noche en la plaza que no veía a Rojo, sin embargo nos habíamos mantenido en contacto y en vista de la situación, nos habíamos buscado mutuamente para apoyarnos, al igual que con Nico, quien no era muy cercano a mi, pero en la situación vista, comenzamos a hablar seguido y a consolarnos mutuamente al ser todos amigos cercanos de Rubén. Los cuatro éramos un grupito con quienes jugábamos Minecraft últimamente, autoproclamándose los "Wad Bois", noches enteras de desvelos y risas, hoy nos faltaba un integrante, y era algo por lo que todos estábamos sufriendo en conjunto.

Llegamos al cementerio los cuatro, los wad bois y la polola del Nico, la hora de entrada había pasado hace unos minutos y en vista que el cementerio estaba cerrado, lo rodeamos para entrar por la parte trasera, un sector lleno de tierra y subidas que te hacen arder los muslos del esfuerzo. Luego de una ardua caminata bajo el Sol a las casi seis de la tarde, el viento despeinaba con ganas, pero nos refrescaba a medias que nos hacía sentir frío al tener la piel mojada con sudor. Nos sentamos alrededor de la tumba, aún llena de flores, remolinos, globos y pequeños recuerditos dejados por la gran cantidad de gente que asistió al funeral.

Nos pusimos a recordar anécdotas viejas, a reírnos de chistes sin gracia, alguna salida con nuestro amigo que si bien antes parecía insignificante, ahora era como un tesoro, como un vaso de agua en pleno desierto.

Rojo sacó un parlante de su banano y lo conectó a su teléfono, al Nico le surgió una idea.

"Coloca la última canción que puso Rubén en el bot de discord"

Luego de un silencio, en donde solo el viento resoplaba y hacía que las hojas de los árboles hablasen para nosotros sobre nuestras cabezas, una melodía lenta y extrañamente melancólica comenzó a sonar, el dejó caer descuidadamente su parlante, el cual rebotó sobre la gran cama de flores en cual nuestro amigo descansaba, subió el volumen, y por un segundo me dio miedo que alguien nos escuchase, que los guardias nos encontrasen y quizá que harían con cuatro veinteañeros que irrumpieron ilegalmente en un cementerio para ver a su viejo amigo.

El hombre comenzó a cantar, y sentí en mi una gran nostalgia, era Emmanuel cantando "Quiero dormir cansado" y no pude evitar mi emoción y decir

"Yo tengo un video del Rubén cantando esta canción..."

Todos me miraron conmocionados, nadie dijo nada, el silencio permaneció mientras la canción llegaba al coro y no pude imaginarme más que a mi amigo cantando esa parte de la canción, mientras yo levantaba mi teléfono, grabando su voz mientras apuntaba al suelo de la plaza nocturna, grabando su zapatilla blanca y mi zapato de charol negro los cuales reposaban tranquilamente sobre el suelo, el dejaba de cantar con emoción por un segundo, notoriamente avergonzado, sin embargo seguía cantando mientras yo soltaba una minúscula risita para luego dejar de grabar.

Nadie nos prepara para perder a un amigo, a un hermano, yo aún sigo en aquella plaza a las nueve de la noche, escuchándote cantar a mi lado, cantando a ratos a coro, para luego despedirme de ti porque ya es tarde y si te demoras mucho en irte, probablemente no encuentres ningún taxi que te lleve a casa por esa noche, recuerdo caminar rápidamente a casa para hablarte y asegurarme que llegases a tu hogar, para luego crear un grupo entre los tres, nosotros y el Rojo, con quien saldríamos al día siguiente a tomar cerveza en la calle.

Por más que pasen los días, yo sigo ahí, hermano, ¿Tú sigues ahí?...

Por más que pasen los días, yo sigo ahí, hermano, ¿Tú sigues ahí?

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Sueño R.E.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora