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Para Yeonjun, levantarse para ir a clases era un martirio diario que, con toda honestidad, podría decir que todos odiaban, el caso para él era que ese martitio se multiplicaba por dos ya que, al vivir solo y no poder levantarse temprano por su cuenta, le traia dos infortunios bien parecidos pero también toca pelotas.

—¡Vamos, Junnie, abrenos la puerta!

Gruño mientras se tapaba con su cobija hasta la cabeza, dejando solo una mata de cabello rubio desteñido a la vista. Aeri y Jeno eran un dolor de cabeza diario al que aun no se acostumbraba, y por las razones que siempre parecían molestar, dudaba acostumbrarse. 

A eso solo habia que sumarle el hecho de que realmente Yeonjun no sabia como habia llegado a dormir en el sofá de su departamento en vez de su habitación, aunque si pensaba en lo que estuvo haciendo la noche anterior, le sorprendía incluso haber despertado en su casa.

—¡Choi Yeonjun, abrenos la puerta o romperé el pestillo como la última vez! —esa no era una promesa vacia, eso habia pasado hacia ya unos cuatro meses cuando Yeonjun llego hasta el tope de narcóticos y no sabia ni su propio nombre, a causa de ello, Jeno habia roto el pestillo de su puerta y Aeri entre hipidos y quejas se habia quedado con él para que no le pasara nada esa noche.

Recordarlo le traía un amargo sabor de boca, pero también le hacia ver que ese dúo de idiotas parecia apreciarlo tanto como él a ellos.

Aunque él si no lo demostrara.

—¡Ay, ya voy, joder! —escuchó un suspiro aliviado, tal vez de Aeri al escucharle vivo, asi que cansado y adolorido se levantó, caminando hasta la puerta y abriendola de par a par, viendo a la chica con los brazos en la cadera y el ceño fruncido, Jeno a su lado solo rodando lo ojos— Buenos días, queridos vecinos, podrian decirme; ¿Que coña quieren tan temprano?

—Bueno, al menos se que estas vivo —sin decir más, Aeri se adentro a su casa, una bolsa de comestibles en su mano derecha a la que Yeonjun no le dio mucha importancia. 

—Yo diría que al menos estas cuerdo, yerba mala nunca muere —chocando los cinco con Jeno se hizo a un lado, dejandole pasar y negando con la cabeza después. 

—¿Quien de ustedes me trajo anoche? —preguntó, porque sabía que solo no habia llegando.

Se inclinó a mirar por el pasillo por curiosidad, saludando a Yeji y a Hyunjin quienes parecian tomar camino a sus clases tan temprano, recibiendo una sonrisa de parte de la chica y una seña de paz por parte del más alto.

—Ninguno, te trajo Binnie, pero se fue porque Soojin necesitaba su ayuda o una cosa así.

Asintió sin prestar demasiada atención, mirando como Jeno parecia empezar a acomodar todo lo que probablemente había roto o tirado la noche anterior, Aeri entrando a la cocina y empezando a hacer escandalo con lo que ella creia, era cocinar.

No les dijo nada.

Esos idiotas solian tomarse muchas libertades siempre, no importaba el que se repitiera el sacarlos de su casa, realmente no podía hacerlo.

Él no queria.

Eran sus amigos, fuera de los chicos, fuera de Changbin y su primo Wooyoung, Uchinaga Aeri y Lee Jeno eran los unicos amigos cercanos que tenía en ese lugar, y a los cuales no mandó a la mierda por querer meterse en su vida.

Sonaba injusto si recordaba su situación con Yeji, pero a diferencia de la chica de cabello cobrizo, Aeri y Jeno no querían obligarlo a cambiar, no querían encerrarlo para que dejara de hacer lo que hacia, ellos solo se aseguraban de que se mantuviera lo mejor posible en ese estado y a la mañana siguiente, como en ese momento.

Hey you, stupid!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora