—¡No, no puedo ver! —decía con angustia mi suegra.—¡Ay, cuñis! Convéncela tú, por favor.
—Ella está igual o peor que mi madre —decía Ethel, riendo.
Volteé hacia la portería, viendo cómo anotaban el segundo gol en contra de Santos. Íbamos perdiendo 0-2.
No podía seguir viendo. Mis nervios aumentaban y todo en mí se removía.
Mi corazón se encogía cada vez que el equipo contrario anotaba un gol. Mi chico estaba frustrado, molesto, cabizbajo. Su rostro estaba triste. En el último minuto, Toluca anotó el tercer gol. Quedábamos 0-3.
Los abucheos se hicieron presentes en el estadio. En ese momento, quería insultar a cualquiera que se atreviera a hablar mal de mi chico.
Salimos del estadio cabizbajos, cada uno tomando rumbo diferente. Yo me dirigía a mi casa, manejando con algo de prisa para tomar una ducha fría y tratar de relajarme.
Minutos después llegué a mi hogar, me duché y me hundí entre las sedosas sábanas de mi recámara. Tomé mi teléfono para llamar a mi novio, pero el timbre de la puerta me interrumpió.
Era él.
Me hice a un lado para que pasara. Su rostro estaba dolido. Lo entendía. Llevaban dos meses "perdiendo". El club estaba en último lugar en la tabla. Solo contaban con un punto.
Carlos Acevedo era el arquero del club, pero también un aficionado más, que sentía y amaba a Santos. Así como celebraba cada victoria, sufría con cada derrota.
Con el corazón roto, lo abracé y lo conduje hacia mi habitación.
Nos tumbamos en el cálido colchón de mi recámara. Le hacía masajes en la cabeza, mis dedos se entrelazaban en su cabellera sedosa y larga.
—Estoy mal —dijo, con voz quebrada.
Dos palabras bastaron para que mi piel se erizara, mis ojos se enrojecieran y mi labio temblara.
—Mi amor... sé... sé cómo te sientes —titubeé.
—Estoy hecho mierda.
Él estaba devastado. Carlos no solía usar tantas groserías. Me sorprendió por completo.
—Amor, ¿recuerdas la mala racha de Jurado? —hablé, tratando de calmar mi quebrada voz.
—Claro, es un buen arquero.
—En ocasiones se le vio llorando de frustración, porque también pasó por una mala racha —pausé—. Al igual que tú. Ánimo, bebé. Estamos pasando una mala racha, pero pronto estaremos en el cielo.
Él me miró con una mueca.
—Yo no me quiero morir.
En otro momento, me habría reído a carcajadas, pero no era el momento. Su rostro estaba tan serio que me dio ternura, no entendiendo a qué me refería.
—Me refiero a que esto solo es una mala racha y pronto estaremos triunfando, siendo campeones, en la cima —le expliqué.
Su rostro se ablandó y una risa suave salió de él.
—Ya entendí, amor —dijo, acortando la poca distancia entre nosotros—. Te amo.
Lo tomé del mentón y nos unimos en un beso
romántico, lleno de sentimientos sinceros y amor....
Despertar en los brazos del hombre que amas es una sensación hermosa. Giré ligeramente mi cuerpo para quedar cara a cara con él. Estaba profundamente dormido. Su cabello estaba revuelto, pero lucía aún más atractivo de lo normal.
Su torso estaba desnudo, sus abdominales muy marcados, al igual que los bíceps. ¡Se veía tan sexy! Incontrolablemente, mordí mi labio. La mordida fue tan brusca que sangró un poco.
Carlos Acevedo era irresistible. Ahora entendía perfectamente la obsesión que muchas chicas y aficionados tenían por él. Era hermoso, jodidamente perfecto.
...
Entré a la habitación sorprendiendo a mi novio. Su rostro mostraba una felicidad tan pura que arregló por completo mi día.
Me miró con cara tierna.
—No debías —dijo.
—Sí debía —respondí, firme—. Hoy más que nunca debo consentirte.
Interrumpí sus palabras antes de que pudiera decir algo más.
Esbozó una sonrisa, sabiendo que no le haría caso, ya que era muy insistente.
—Gracias, amor.
Me derretí por completo. Lo besé en la mejilla una y mil veces.
—De nada, es un gusto preparar su desayuno, señor Acevedo —bromeé.
—¡No me digas señor, me siento viejo! —habló indignado, mientras bebía el jugo de naranja que le había preparado.
Reí ligeramente mientras le cambiaba de tema.
—¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor que anoche. Amanecer a tu lado es la cura para mi de... —pausó abruptamente, como analizando lo que iba a decir.
—¿Depresión? —pregunté, con el corazón en la mano.
Él asintió, triste, acompañado de una mueca.
Me partía el alma verlo así, sabiendo que se sentía tan mal.
El silencio reinó en la habitación hasta que finalmente habló.
—A veces siento que debería dejar el fútbol e irme lejos, completamente lejos y solo —dijo, mirando un punto fijo.
Aúch. Eso me dolió profundamente. No lo esperaba. Sentí cómo mi sangre subía y bajaba en menos de un segundo.
Mis ojos picaban. Quería soltar unas lágrimas, pero no lo hice. No lo permitiría. Quería ser fuerte para él.
Volteó hacia mí, y nuestros ojos se encontraron. Él estaba roto.
—Pero te veo a ti, y todo cambia.
Sentí cómo mi alma volvía a mi cuerpo.
—Solo quiero decirte que te amo. Eres y siempre serás la razón por la cual, día tras día, soy feliz.
—También te amo. Gracias a ti me mantengo fuerte y de pie. Sé que vendrán tiempos mejores para el club, para mí y para nosotros —pausó, viéndome con un brillo ligero en los ojos—. Te amo, te amo, te amo —repitió varias veces.
Nos unimos en un beso. No era apresurado, era calmado, con una conexión increíble. No había roce de lengua, solo un beso cálido, lleno de amor.
Una vez más, me hacía sentir la persona más afortunada del planeta.
Me besó en la comisura de los labios, manteniendo una mano en mi mejilla. Mi mano se encontraba en su sedosa cabellera, acariciando levemente.
Junto a él, quería estar siempre.
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Creo en ti - Carlos Acevedo
Fanfiction"Eres mi tempestad y mi paz. Si tú estás conmigo, todo se calma." "Prometo amarte ahora y siempre, en todas tus versiones y en todas tus etapas." [6/12/21] comienzo