—Estoy agotada, Marian —se quejó por cuarta vez Karen, mi amiga.La única chica que soportaba mis abruptos cambios de humor, ella era mi rayito de energía.
—Falta poco para terminar de hacer las compras —dije—. Solo me falta un vinito...
—¡Que sea rápido, por favor, amiga! —suplicó.
—Ya, ya, está bien —respondí—. Vamos...
...
¡Perdón! No te vi, espero no haberte dañado el celular —dije rápidamente, levantando el teléfono de la persona que accidentalmente atropellé con el carrito del súper.
Mentalmente me maldije más de una vez, tenía mucha vergüenza y no quería ver a la persona.
—No te preocupes, fue un accidente... —dijo amablemente, sin que nos miráramos—. ¡Estoy bien! ¿Marian? ¿Mar? —cuestionó rápidamente, llevando sus manos a su fino rostro.
—S-Sí... espera... ¿Eres... Ethel? ¿Ethel Acevedo? —pregunté, sin poder creerlo.
—¡Sí! ¡Tanto tiempo sin vernos! —respondió, abrazándome con fuerza, como si no quisiera soltarme.
No podía creer que frente a mí estaba la hermana menor de los Acevedo-López. Seguía igual de linda y carismática, con ese rostro angelical.
—Para ser exacta... seis años. ¡Estás hermosa!
—Gracias, Mar, tú sigues igual, mucho más bella —dijo ella—. Tenemos muchísimas cosas por platicar.—Lo sé, Ethel, tanto tiempo y tantas cosas por contar... ¿Te parece si nos vemos hoy a las 6:30 de la tarde? ¿Qué dices? —propuse.
—Me parece perfecto —respondió—. Tendré una enorme sorpresa para ti. ¡Nos vemos en el hotel! 852 *** ****, te mandaré mi dirección.
¡Te espero ahí! —dijo, mientras nos despedíamos con un abrazo, y ambas soltábamos unas cuantas lágrimas de felicidad antes de marcharnos del súper.
...
Carlos Acevedo.
—¿Quién llama con tanta insistencia, Carlos? —preguntó Daniela, la entrevistadora del Club Santos.—
La única persona a la cual no soporto. Siempre he sido tolerante con las personas, pero con ella es diferente, con ella la incomodidad siempre está presente.
Negué con la cabeza, era obvio que no le daría explicaciones.
—Te necesitan en la cancha, Daniela —dijo mi mejor amigo, Ulises Rivas.
Como siempre, siendo mi salvación. Le di una mirada de agradecimiento mientras contestaba la llamada de mi hermana.
Llamada entrante.
Ethel.—Hermanito... ¿Aún sigues en Guadalajara? —
me preguntó.—Claro, mañana al mediodía regreso a Torreón —respondí—. ¿Necesitas algo, hermanita? ¿Se retrasó tu vuelo para regresar a casa? —cuestioné, preocupado.
—Sí y no... —respondió, mientras yo no entendía nada—.
Necesito que estés antes de las 6:30 en mi departamento. De preferencia, ve a alguna tienda y compra ropa nueva, algo con lo que te veas más guapo...
—¿Otra cita con alguna de tus amigas? ¡Estoy cansado, Ethel! —reí—. En serio, ¿qué tramas?
—Nada, solo es una noticia que te alegrará más la vida —dijo antes de colgar.
¿Qué tramas, hermanita? Pensé, mientras reía recordando las últimas dos citas que ella organizó para mí: un total desastre....
5:30 PM
Toqué el timbre y Ethel ya estaba en la puerta recibiéndome con una enorme sonrisa, mientras veía la mesa decorada elegantemente con mini velas aromáticas.
—¿Compraste ropa? No quiero que el amor de tu vida te vea vestido así —dijo, recorriendo mi vestimenta con su mirada, la cual mostraba desaprobación—. Definitivamente, no.
—¿Qué tiene de malo? Es cómoda y me gusta —dije—. Aparte, no sé de qué "amor de mi vida" hablas.
—Pronto lo sabrás. Ahora, muéstrame los outfits que compraste, hermanito.
—Compré unos jeans con una camisa negra. Y el segundo outfit es una playera del Santos, con justo estos jeans que llevo puestos... —dije, mientras modelaba el segundo conjunto, tratando de convencerla. Solo obtuve una mirada de desaprobación, sí, otra vez.
—Definitivamente el outfit uno, Carlos.
...
El timbre sonó, y Carlos y Ethel entraron en pánico. Carlos, por no tener idea de quién se trataba. Y Ethel, por reunir a Marian y a Carlos después de seis años. Esto podría salir muy bien... o muy mal.
—¿Cómo me veo, Carlos? —preguntó mi hermana antes de abrir la puerta.
—Bella como siempre —contesté con una sonrisa.
—¡Te ves hermosa, Ethel! —dijo una voz bastante conocida.
—Gracias, tú más, amiga —respondió.
Ambos nos vimos cara a cara. Al ver ese rostro, esos ojos, esa linda sonrisa, caí en cuenta de que aquella bella chica que tenía justo enfrente de mí era Marian... Mi Mar.
Nuestro rostro no mostró ninguna expresión, pero estoy seguro de que ella sintió lo mismo que yo. Todo dentro de mí giró como un huracán. Mi mente se llenó de recuerdos y momentos maravillosos con ella. Mi pobre corazón se aceleró, comenzando a palpitar desesperadamente en mi pecho. En un momento sentí que dejé de respirar. Mi estómago revoloteó, hacía mucho tiempo que no sentía esto. Había olvidado el efecto que ella tiene en mí.
Nuestros labios solo articularon los nombres de cada uno.—Mar...
—Carlos...
Después de tanto tiempo sin saber sobre ella, después de seis años la vuelvo a ver. Nos abrazamos, y no sé ni cómo ni en qué momento la tomé sobre mis brazos. Sus piernas se pegaron a mi cadera, como si fuera un koala. Un tierno y sincero abrazo.

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Creo en ti - Carlos Acevedo
Fanfiction"Eres mi tempestad y mi paz. Si tú estás conmigo, todo se calma." "Prometo amarte ahora y siempre, en todas tus versiones y en todas tus etapas." [6/12/21] comienzo