33. Ángel Baeza

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FLASHBACK (hace 13 años).

—Muy bien niños, todos saquen su librito, vamos a pintar la actividad número uno—hablo mi maestra de prescolar.

Todos los pupitres eran compartidos y todos tenían a un amigo para compartirlo, menos yo, solo éramos yo y mi pupitre vacío.

—Disculpe—un señor toco la puerta, a lado de él, un niño.

—Adelante—mi maestra tomo por la espalda a ese niño haciendo que camine hacia mí—Brisa, él es Ángel, es nuevo, ¿qué te parece si se sienta aquí contigo?

El niño me observo sin decirme nada y yo asentí con mi cabeza.

Saque mi libro y él se sentó junto a mí, no le hable ni le dirigí la mirada y el a mí tampoco, sin esperármelo el niño coloco en el pupitre compartido una caja enorme llena de colores de distintos tonos, ¡tenía todos los colores que pudiesen existir!

— ¿Quieres que te preste mis colores? —me sonrío y le dije un "si" con mi cabeza—. Puedes tomar los que quieras—empujo la caja de colores hacia mí.

Tomé el color verde, mismo con una etiqueta cuyo escrito decía el propietario de este mismo: "Ángel Baeza".

Todos sus colores estaban etiquetados con su nombre escrito.

Al igual que él comencé por colorear mi libro.

Sonó el timbre que indicaba la hora de recreo, tomé mi jugo de cartón y salí del salón.

Observe como todos jugaban y estaban con sus amigos, menos yo, me sentí sola y triste, y comencé a llorar.

— ¿Por qué lloras?

Me giré y vi al niño nuevo que me presto sus colores.

—No tengo amigos.

—Ven, dame tu mano—agarro mi mano y me hizo caminar junto a él—. Ahora yo soy tu amigo y si quieres podemos ser mejores amigos—su sonrisa hizo que en aquel momento mi llanto y tristeza se borraran.

Dibujé una sonrisa en mi rostro y asentí con la cabeza.

FIN DEL FLASHBACK.

Guardo mis cuadernos y lápices en mi mochila, han pasado dos semanas y de nuevo estoy en la clase de Gian, o es decir, estaba, ya que acaba de finalizar por lo que me espero a que todos salgan para después acercarme a él.

La semana antepasada nos divertimos hiendo a una feria, salimos a correr y a ejercitarnos juntos, lo acompañe en sus compras e incluso en sus más básicas rutinas como ir a pagar el banco, el hecho de que alguien te haga parte de sus rutinas es de las cosas más lindas.

Varias veces me invito a comer a su casa, cocinamos juntos, cada que uno estaba desprevenido nos manoseábamos de forma juguetona, amo cómo me carga de caballito cuando estamos en su casa para luego hacerme cosquillas, haciéndome sentir una y otra vez pequeña y protegida por él, nos dormimos juntos por las tardes, sin hacer nada, solo dormir, incluso el silencio es hermoso y pacifico junto a él.

Nos la hemos vivido hablando por teléfono a escondidas casi todas las noches, incluso en veces me ha ayudado a estudiar y hacer mis tareas, el hombre es sumamente inteligente.

Esta última semana hemos regresado al lugar de los columpios, los dos como torpes enamorados escribimos nuestros nombres en un árbol. Cuando nuestras horas libres coincidían nos dábamos una escapada para tener algo de intimidad, todo esto, como siempre, siendo discretos.

Las muñecas no lloran ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora