⿻ ─(𝙖𝙥𝙥𝙡𝙚)

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9 de Enero de 1899

Apretó la pluma con fuerza, estaba harto, quería acabar pronto con ese ensayo. Llevaba dos días queriéndolo terminar pero los pensamientos en su cabeza no le dejaban concentrarse por completo, avanzaba varios párrafos pero no podía seguir. Soltó un gruñido  de frustración dejando la pluma a un lado y miró hacia arriba, el cielo seguía algo nublado, esos días, las nubes grises habían cubierto el cielo. Suspiro intentando calmarse, estuvo un rato más mirando el cielo, amaba el cielo porque era inmenso y parecía no tener fin.

Después de la comida, fue de nuevo a hacer su tarea afuera del castillo. Le había prometido a Aberforth que comería todos los días y que no se saltaría ninguna; estos días había estado pensando en Ariana, pues él le había mandado varias cartas y ella sólo contestó con una:

"Creo que estoy bien.
Digo, no es como que me haya sucedido algo malo, mamá hace lo que puede, pero a veces se molesta muy fácilmente, incluso sólo con mi presencia.
A veces sólo prefiero quedarme dormida todo el día, para no escuchar a mamá llorar, o gritarme que hice algo mal.
De todos modos pasa los días con Bathilda...

Desearía que estuvieran aquí los dos."

(Carta la cuál guardó en uno de sus lugares más preciados, siempre la recordaría así)

Estaba muy preocupado por ella, quería visitarla lo más pronto posible, sabía lo estricta que podía ser su madre, tenía miedo de que Ariana tuviera un ataque y hiciera daño a los demás o a ella misma. Quería volver a casa, a veces deseaba volver a cuando tenía 13 años, donde su vida era considerablemente más fácil... «Ahh, ¡basta! Deja de pensar en eso, Albus» se dijo a sí mismo sacudiendo su cabeza, como si eso alejara sus pensamientos. Bajó la cabeza y tomó la pluma, mojó la punta un poco con la tinta, siguió escribiendo un rato más hasta que tuvo que volver a leer.

Comenzó a leer el libro para tomar más información, soltó un par de vaho por la nariz mientras miraba concentrado el libro; un par de mechones de su cabello deslizaban por su frente y tapaban un poco su visión. Necesitaba un poco de agua, así que se levantó para ir a los bebederos, guardó sus cosas. Al llegar ahí no había casi nadie, a excepción de varias personas a lo lejos que parecían muy felices. Albus no se había vuelto a juntar con los amigos que tenía —en especial se alejó mucho de Elphias—, estaba muy desesperanzado. La mayoría del tiempo se sentía culpable y triste, intentaba olvidarlo todo pero, los recuerdos y pensamientos siempre volvían todo el tiempo.

Puso su mochila a un lado del bebedero y se acercó al mismo. Bajó la cabeza y abrió el grifo; cerró los ojos mientras tomaba agua, tenía tranquilidad en ese momento, era helada y sentía ese frío por todo su cuerpo, pero era una sensación agradable. Escuchó un par de pasos acercándose a él, más sin embargo, no le dio ninguna importancia, supuso que la persona que se acercaba sólo venía a tomar agua también.
Cerró el grifo y se alejó limpiando sus labios del agua que aún quedaba. Abrió los ojos de nuevo, dándose cuenta de que había un chico a un lado suyo, parado como una inactiva y quieta gárgola que lo miraba imponente, con los brazos hacia atrás en una posición muy elegante.
Era alto, más alto que Albus, pelo rubio que le llegaba hasta los hombros, estaba peinado hacía atrás y partido a la mitad, estaba algo desgrafilado; su mirada era muy profunda y tenía una expresión muy seria que casi asustaba. Ojos profundos, uno color marrón (casi completamente negro) y el otro blanco azulado, eran muy hermosos. Labios caídos muy bonitos, algo rosados, cejas delgadas y finas, algo caídas, de tez blanca, nariz recta. Tenía un cuello largo que le hacía ver con más firmeza y seguridad, le pareció algo raro que no llevara su bufanda pues hacía mucho frío.

—Grindelwald —le extendió su mano con firmeza. Él menor lo miró confundido pero tomó su mano, moviéndola levemente—, Gellert Grindelwald. Tú eres Albus Dumbledore ¿verdad?

—Si

—Es un gusto conocerte —devolvió su mano hacia atrás en la misma pose que estaba antes.

—Eres nuevo ¿verdad? —él albino asintió—. No te había visto aquí antes.

Miró a su uniforme en busca de saber cuál era su casa, le parecía muy familiar, se parecía demasiado al chico de ayer, así que espero que su casa fuera de Slytherin para poder reclamarle, pero su casa era Ravenclaw.

—Desde hace mucho quería hablarte —su habla le devolvió la atención a su rostro—. Desde que llegué, he estado oyendo muchas cosas increíbles sobre ti; que eres un mago muy inteligente y asombroso —él castaño rio nervioso.

—No, no lo creo, digo, ellos... ellos exageran —bajó la mirada—. Supongo que también debes ser asombroso e inteligente, después de todo, eres de Ravenclaw ¿no?

Grindelwald miró hacia abajo para ver su uniforme, como si hubiera olvidado de que casa era. «Si» escuchó por parte del rubio.
Y luego, después de un silencio algo incómodo donde Gellert sólo se le quedó mirando, Albus habló:

—Bueno... debo irme ahora, tengo que hacer una tarea... —se alejó lentamente y fue a tomar su mochila.

Camino de vuelta al lugar donde estaba antes. Gellert miró a su uniforme de nuevo, viendo su casa. Lo siguió poco después a donde sabría que estaba, pues la gran mayoría de las veces que lo había visto los días anteriores lo encontraba ahí. Él rubio había estado observando a Albus desde hace una semana, le parecía algo curioso que se la pasaba todo el tiempo solo, ya que tenía muchas y muchos admiradores, supuso que amigos también, así que se preguntaba porque estaba tan solo. Las únicas veces que lo veía junto a alguien era con quien suponía era su hermano, porque se parecían mucho.

Miró por un momento al castaño desde lejos antes de acercarse por completo a él, luego se acercó sentándose a su lado.

—Quería invitarte a un lugar, porque quiero mostrarte algo —Albus siguió escribiendo.

—Lo siento, Grindelwald. Estoy algo ocupado ahora.

—Déjame ver —se acercó demasiado al menor quien al instante se puso nervioso ante tal acercamiento—. Hmm, creo que está bien hecho... pero puedes agregarle esto —le señalo con su dedo un par de renglones más—, y... —acercó su dedo a su boca—... creo que con eso bastaría.

Albus no respondió nada, no supo porque pero, anotó lo que él chico le dijo, era algo extraño.

—Puedes pedirme ayuda, en lo que sea —ambos se miraron a los ojos por un momento. Al castaño le sorprendía la seriedad con la que decía las cosas, no parecía amigable pero tampoco antipático, sólo era demasiado serio—. Ahora puedes venir conmigo.

Dumbledore lo miró por un par de segundos cuando ya estaba parado frente suyo, el viento soplaba fuerte levantando sus cabellos. Gellert era raro, muy, muy extraño, parecía no tener emociones, pero algo en él le atraía, tenía curiosidad. Ambos tenían mucha curiosidad del otro.
Así que Albus guardó sus cosas y siguió al mayor, alejándose de Hogwarts y entrando al bosque...

𝒏𝒂𝒕𝒖𝒓𝒂𝒍 𝒅𝒊𝒔𝒂𝒔𝒕𝒆𝒓𝒔 ─ 𝖌𝖗𝖎𝖓𝖉𝖊𝖑𝖉𝖔𝖗𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora