Horus y Seth cumplieron tres meses de casados, al rey del Bajo Egipto le sorprendía la fácil adaptación de Seth en un entorno desconocido, ya no estaba siempre a la defensiva, ya no despertaba de mal humor, ya no se quedaba en la ventana por largos periodos mirando hacia el desierto, como si extrañara de alguna manera su antiguo hogar.
Se había acostumbrado a estar rodeado de gente aun cuando la mayor parte del tiempo buscaba la soledad, un avance era que ya mantenía conversaciones largas con los siervos del templo. Las pequeñas doncellas que se le habían asignado que eran un par de gemelas idénticas de diez años le sacaron de quicio la primera vez. Tener que oír sus pasitos trotando a su alrededor estuvieron a punto de volverlo loco las primeras semanas, poco a poco tuvo que acostumbrarse a ello y para lograrlo le pidió a Horus que les prohibiera seguirle a todos lados para tener su tiempo de soledad.
— Eres mi esposo, Seth, puedes pedir cualquier cosa a quien quieras sin necesitar mi aprobación. — le había dicho esa vez y la cara del joven pelirrojo se transformó en un gesto extraño. Tanta autoridad también estaba siendo asimilada, Horus se imaginaba que era por las costumbres distintas de su tierra. Allá debía de estar bajo la autoridad del viejo monarca, aquí él era la autoridad.
Incluso se dejaba tocar más. Las primeras noches Horus debía de cuidar muy bien sus palabras y evitar los movimientos apresurados para que el cuerpo ajeno no se tensara debajo del suyo.
— Entiéndeme, es la primera vez que dejo que otro hombre se eche encima de mí tantas veces... — Susurró una noche después del acto que los dejó insatisfechos e incomodos a ambos, acostados boca arriba y con sus manos entrelazadas mientras que Seth trataba de distraer su mente jugando con un mechón de cabello.
Horus lo entendía y se evitaba presionarlo, también era su primera vez deseando a otro hombre, ambos eran inexpertos en ese aspecto. Seth no tenía la piel blanda y sensible de Hathor, no era como tomar a una mujer, no había formas exóticas en los pechos, ni cinturas delicadas, ni caderas anchas, sólo un perfecto (a su manera) y tonificado cuerpo de un hombre ejercitado y fuerte, en la primera noche de bodas ninguno llegó a experimentar verdadero placer más allá de la emoción de encontrarse juntos y solos por fin.
Ahora, aunque seguía siendo incómodo para Seth, estaba más abierto a dejar que experimentara el uno con el otro.
Este día Horus había vuelto de una reunión, las noticias se esparcían rápido, su hermano, el gobernante del Duat, había sido informado sobre su reciente matrimonio y pedía que Horus y su consorte fueran de visita a su palacio. Anubis era su hermano menor, el segundo después de él y quien debió heredar el Bajo Egipto, pero a causa de un incidente en el Nilo, se ahogó y terminó llegando al Duat donde se le concedió el reino de los muertos, aun con su fallecimiento temprano y el ser hijos de diferente madre siempre mantuvieron una relación familiar cercana, de vez en cuando Horus descendía al mundo de los muertos, Anubis no gustaba de salir, pero sí le enviaba regalos en días especiales.
Anubis deseaba conocer a Seth y Horus estaba de acuerdo con ello, pero era importante saber la opinión de su esposo antes de tomar una decisión, por ello se dirigió hacia sus aposentos después de que los sirvientes le informaron que el consorte había ido a tomar un descanso para hablar de este asunto con él.
Abrió las grandes puertas de las cámaras reales — Seth, hay noticias que necesitas... — su voz se fue apagando conforme las palabras salían — escuchar — la puerta se cerró por sí misma tras su espalda.
Seth estaba tendido en las sábanas de la cama matrimonial, sus joyas junto con la corona real estaban esparcidas de forma descuidada sobre la mesa y el vestido fresco con el que lo vio ir y venir toda la mañana descansaba en el respaldo de la silla a un lado del enorme ventanal con vista a la ciudad. Seth parecía estar levantándose de una siesta gracias a la posición relajada de su cuerpo, pero tan pronto reaccionó a su presencia se incorporó y se sentó, el cabello desbaratado cayó en sus hombros y espalda y sus ojos miraron al rey con una expresión sospechosa.
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Una Flor Roja En El Desierto [HorusxSeth]
FanfictionDesde el principio el desierto siempre estuvo ahí como una extensión de la tierra que conduce a la muerte, alargó sus brazos y echó su raíz profunda, cubriendo el territorio de Egipto, abrazando sus montañas, ahogando la vida que crecía en ese lugar...