Lo último que esperaba al despertar era recibir agua fría en su cara. Con dificultad abrió los ojos para encontrarse con su hermano mayor, el cual le lavaba la cara con la fría agua del río, supuso que el que habría visto anoche al pie de las colinas.
--Despertaste, ya era hora. Mírate esa cara, seguro no dormiste bien. ¿Dónde estuviste anoche? Kairi casi se vuelve loca cuando vio que no estabas.
--... ¿Qué tiene mi cara?
--Pareces un esqueleto. Y lo pálido no te ayuda.
--Ni los moretones.
--Al menos ya no sangra. Y su ojo ya no está hinchado.
--¡Pero se ve hundido ahora! Espera, todavía se ven un poco hinchados...
--¿Estabas llorando?
--Déjenlo, ya discutimos eso antes.
Su hermano no ocultaba su desaprobación hacia los otros, pero nunca apartó la mirada de él. Al final, le entregó un paño para secarse, que se trataba más bien de un pedazo de manta rasgado.
--¿Sucedió algo, Tokei?
Era demasiado obvio en cuanto a sus emociones, siempre lo había sido y no era de extrañarse que, en general, sus hermanos lo notaran. Pero esto era diferente.
¿Cómo les afectaría a ellos el que les confesara aquello por lo que había llorado anoche?
No era como si a ellos no los hubiera visto llorar también poco tiempo después de escapar de casa. Incluso si no lo decían con palabras, él ya estaba seguro que incluso a esas alturas, todavía podían darse un tiempo para pensar en casa.
No quería decirles, pero tampoco quería mentirles.
--Extraño a mamá, Tsuguo.
Había hablado con la voz más baja que pudo y, aun así, a juzgar por lo que sus ojos alcanzaban a ver, Keiji y Kairi lo escucharon. Esas expresiones tensándose en sus rostros y esa forma de apartar la mirada lo decían todo
Tsuguo no dijo nada más. Simplemente tomó entre sus manos más agua del río para remojar la cabeza de su hermano menor y acomodarle algunos cabellos. Mantuvo su mano en la cabeza contraria para asentir ligeramente y empezar a caminar hacia arriba de las colinas.
El pequeño se encogió un poco en su sitio, algo avergonzado por haber tocado fibras sensibles para todos en general.
Extrañaba no sólo a su madre. También extrañaba su casa en general. Tal vez incluso se atrevía a decir que extrañaba ver a su padre. Se preguntó si se olvidaría de eso algún día. Si bien a veces quería olvidarlo todo para no llorar, una parte de él le decía firmemente que no.
Al salir de aquellos pensamientos suyos, se dirigió camino arriba de la colina, hacia el viejo vagón donde todos se encontraban.
--¿Tsuguo?
Su hermano estaba de pie, inmóvil frente al vagón, cuyas puertas estaban abiertas de par en par. Él se preguntó si estaba teniendo ideas similares a las suyas, añorando todo lo que habían dejado en casa. Pensó en regresar un rato más al río, pues de todos modos él era el responsable de generarle esos recuerdos a su hermano.
Pero Tsuguo fue retrocediendo de a poco, sin mover su vista del vagón.
¿Había algo allí?
Se acercó al lado de su hermano para responder su duda. Además, no era normal ver a su hermano de esa manera.