Nunca odió el invierno en realidad, pero el simple hecho de pensar que sus pulmones podrían no soportar el frío y enfermarse, siempre le causaba inquietud. ¿No había otros que habían enfermado y acabado tan mal como para quedar inertes? Siempre le causaba miedo la idea. Se arrinconaba y enrollaba sobre sí mientras frotaba sus manos, esperando generar un poco de calor.
Habían pasado un par de semanas. Un dolor de estómago confuso, sentía como si sus entrañas se estuviesen revolviendo. Desconocía si se trataba de hambre o ganas de vomitar, aunque hubiera preferido lo segundo con tal de no tener que responder ninguna otra pregunta más.
--¿Y a ti qué te pasa?
¿Era el tono de burla de su hermana o genuinamente estaba preocupada? Nunca aprendió a diferenciar, así que tuvo que alzar la vista para toparse con ese rostro apenas expresivo que mucho menos resolvió su duda, así que ni siquiera le respondió, no sabía qué responderle. Ella frunció el ceño.
--Ven.
No supo si cuando se levantó fue con sus propias fuerzas o fue porque ella lo levantó de un tirón tras sujetarlo del brazo. Así lo llevó de la mano hasta donde estaba Tsuguo, quien hablaba con los otros muchachos mayores con los que convivían.
Kairi señaló al niño menor.
--Míralo, tiene una cara de muerto terrible.
A diferencia del pequeño, a su hermana le importó poco o nada la forma en la que los demás muchachos los miraron con esa molestia de haber interrumpido algo importante. El niño, en cambio, bajó la mirada al suelo mientras tiraba inútilmente del brazo de su hermana, quien tan solo le echó una mala mirada por encima del hombro.
--Kairi, dame cinco minutos. – pidió Tsuguo.
--Claro.
Ella se apartó un poco de donde los muchachos estaban reunidos y fue entonces que le dirigió palabra al pequeño.
--¡No te pongas así!
--P-Pero... ¿Viste sus caras?
--Sí, pero no es como si tuvieran otras que mostrar.
Por el tono desdeñoso que había utilizado, fue difícil saber si estaba hablando en serio o era un intento de aligerar el ambiente. De todas formas, él no estaba de ánimos para reírse si era una broma, aunque puede que no lo haya sido, pues su hermana se había quedado en silencio y no dijo nada más ni insistió en continuar hablando hasta que el mayor se acercó a ellos, aunque acompañado de Keiji, quien se limitó a saludarlos con un gesto de cabeza.
--Vengan. – dijo sin más el mayor.
Lo siguieron. Para el más pequeño, era nuevo que se alejaran tanto del vagón hasta seguir un sendero que atravesaba los inmensos campos a cada lado. ¿Dónde terminaba todo eso? ¿Dónde terminaba el verdor?
No precisamente allí, pero las plantaciones descendían un poco conforme se fueron acercando cada vez más a lo que parecía una pequeña granja. Había también un vehículo que transportaba alguna carga en las numerosas cajas. El mayor fue quien se apresuró a correr antes de que el vehículo encendiera su motor, dirigiéndose ante alguien desde la ventana.
El conductor descendió del vehículo. El hombre tenía el ceño fruncido y el rostro ligeramente tenso mientras Tsuguo dialogaba con él sobre algo que los otros tres no alcanzaban a escuchar. Sin embargo, era notable que el hombre no estaba del mejor humor posible, no hacía falta acercarse como lo hicieron para darse cuenta.
--Solo será una caja. Se lo pido por favor. Nos falta mucho por recorrer a partir de aquí.
Tsuguo hablaba con unas ligeras pausas entre cada oración, tal vez hasta entre cada palabra, con una calma inquietante.