Capítulo 4 - "Sala 102"

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17 pm... 31 horas.

Miller POV's

Estacionamos a cinco cuadras de la mansión, todavía seguíamos escuchando los quejidos de José después del tatuaje, y ni hablar de Jesse. Estaba realmente aguantando toda la bronca que sentía, no podía ser que solo por rescatar a mi chica teníamos hasta que tatuarnos. ¿Qué sentido tiene? Mi reloj de arena se estaba agotando de paciencia, nunca en mi vida había tardado tanto en una mierda en la que me metí, pero esta es la diferencia, que no me había metido en nada, y no venía preparado para NADA de esto.

Nos habíamos puesto de traje y corbata por recomendación del imbécil de Paul Foster. Al repasar el plan que teníamos avanzamos hacia la gran mansión, debería tener por lo menos unos cinco pisos, era totalmente moderna, como si fuera nueva. Las rejas se abrieron y puse cara de confusión. Estacione y con los chicos nos miramos...

—Aquí se define todo. —asintió Jesse.

—Son nuestras vidas y la de Evangelina. No tenemos mucho tiempo, ya gastamos muchas horas para encontrarla, ni un puto minuto más, ni un puto minuto menos chicos.

—Vamos a por su culos —rio José y le pegué en su cabeza- ¡Joder! —se frotaba mientras yo reía- ¿Por qué fue eso?

—Porque solo yo voy por el culo de mi novia, imbécil.

Todos rieron y salimos del auto, algunas veces había estado nervioso, pero saber que ella depende de mí, me enloquece. Llegamos a la puerta y toqué el timbre

A los segundos un hombre alto, robusto y de tez morena nos miraba fijamente, su mirada era dura, pero no más duro de como querría pegarle en su rostro en este momento.

—Jack. Nunca los había visto por aquí. —inspeccionó nuestra ropa y nuestras caras.

—Fuimos invitados para una charla privada —asentí seriamente.

—¿Qué grupo? —nos miró mal mientras miraba una lista larga de nombres.

—Mira, Jock, Jack o como te llames. No tenemos nuestro tiempo de sobra, venimos por lo de la joya. Si tu no nos conoces ese no es nuestro problema —escupí.

—Los códigos son del 302 al 306.  —dijo Marcus- nuestro amigo está dentro, por eso somos cinco.

Los cuatro mostramos nuestro brazo con los tatuajes y Jack nos miró entrecerrando los ojos, saqué mis lentes negros y lo miré fijamente.

—Fuimos a remarcar la tinta. —dijo José antes de que yo pierda la cordura.

—No esperaba visitantes. —dejó la lista a un lado.

—Pues infórmese. —gruñí y sentí a Marcus patearme para que me calme.

Nos miró mal y suspiró.

—Cuarto piso, todo el pasillo de largo, puerta número seis a la izquierda, sala 102.

Cuanto entramos todas las miradas se dirigieron a nosotros, peiné mi jopo, podía estar serio por fuera pero por dentro estaba temblando. Puse mis lentes y miré en el medio dónde había una estructura de vidrio que decía "Joya Surinam" y en el medio no había nada. Joder, sí que supuestamente robé algo importante.

Nos dirigimos hacia los ascensores y subimos, dirigiéndonos por el pasillo cuando llegamos. No podíamos siquiera hablar mucho ni mirarnos, porque estoy seguro que está lleno de cámaras y micrófonos por cada puto lugar.

Cuando vi la Sala 102 frente a mis ojos me quedé duro, estaba seguro que los números estaban escritos en oro a comparación de los otros. Solté un suspiro y asentí a los chicos, habíamos hecho un plan y esperábamos que funcione. No serían igual que el estúpido del portero, pero estoy seguro que lo vamos a lograr.

Me acerqué y toqué dos veces, unos pasos se escuchaban y la cerradura hizo un ruido, para que a los segundos, la puerta se abra.

36 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora