-Tiago-. Escuché a lo lejos una voz.
-Tiago levantate-. ¿Era mi madre?.
-Santiago hijo ya despierta-. Abrí mis ojos para ver su rostro.
-Buenos días dormilón-. Dijo mi madre con una sonrisa.
Me levanté del suelo de la sala, me sentía algo mareado, quizá por el efecto del sueño.
-Buenos días mamá-. Me froté suavemente los ojos tras darle los buenos días. -¿Que hora es?-. Pregunté entre un bostezo.
-Las diez de la mañana hijo-. Respondió ella.
-Wow es tarde-. Estaba algo confuso, miré por toda la sala buscando a Melissa pero no había rastro de ella, solo habían sábanas y almohadas por todo el suelo. -¿Dónde está Missa?-.
-Melissa está en la cocina-. Dijo mientras se daba la vueltas para caminar hacia allá.
Caminé con pasos tambaleantes a la cocina, al entrar Melissa estaba ayudando a mi madre a hacer el desayuno.
-Buenos días Santi-. Habló Melissa con su hermosa sonrisa al verme entrar.
-Buenos días Missa-. Respondí aún atontado por el sueño. -¿A qué hora te levantaste?-. Pregunté algo extrañado ya que parecía como si se hubiese despertado desde hace horas.
-Ah, yo me levanté como a eso de las siete y media-. Comentó mientras batía los huevos para hacer unos huevos revueltos.
Sí, efectivamente se había levantado desde muy temprano. Los efectos del sueño empezaban a desaparecer y ya recordaba lo que pasó la noche anterior, luego de que el taxi nos dejara en casa, Missa y yo entramos, cocinamos la cena, convertimos la sala en un fuerte de sábanas y almohadas para ver otra película y finalmente caer rendidos.
-Tiago hijo sube a lavarte los dientes y el rostro, el desayuno está casi listo-. Mi estómago empezó a rugir como León con el olor tan delicioso de la comida que estaban preparando.
-Está bien mamá, dame unos minutos-. Subí rápidamente a mí habitación por mi cepillo de diente y mí toalla para entrar al baño a lavarme la cara, los dientes y bajar a desayunar.
Mientras desayunábamos Melissa y yo le contabamos a mi madre como habíamos pasado el día anterior, como nos había ido en el instituto, que hicimos al regresar, a donde fuimos luego y lo que hicimos al llegar a casa nuevamente. Ella nos prestó toda su atención y sonreía al ver nuestras caras. A pesar de que ambos ya teníamos 16 años mi madre nos seguía viendo como sus pequeños polluelos que llegaban del jardín de niños emocionados a contarle todo lo que habíamos hecho en el día.
Al terminar el desayuno nos apresuramos recoger la mesa, lavar los trastes y limpiar la cocina para ir a mí habitación y prepararnos para salir al mejor centro comercial que puede existir, el Blue Lion.
Tomé una mochila que tenía en el clóset, dentro de ella guardamos algunas cosas que pensamos nos podrían ser útiles. Vendas, alcohol, tijeras, cinta adhesiva, cosas de primeros auxilios, tambien tomamos una libreta y un lápiz por si queríamos anotar algo para que no se nos olvide, dos botellas de agua por si nos da calor, y nuestros cargadores de celular.
Luego de estar listos bajamos las escaleras y desde la puerta le grité a mi madre.
-¡Mamá, ya nos vamos!-.
-¡¿Llevan dinero suficiente?!-. Gritó ella mientras bajaba las escaleras para poder despedirnos.
-Si mamá tranquila-.
-Bueno está bien, no se metan en problemas, y por favor Melissa cuida muy bien de el-.
-Mamá por favor, no soy un bebé-. Dije ante su petición.