CAPITULO XIV

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Alessandra

Abro poco a poco los ojos sintiendo un pequeño rayo de sol quemar mi mejilla, trato de moverme para esquivarla y seguir durmiendo, pero no puedo, bajo mi miranda y debajo de mi barbilla cabello negro me cosquillea el cuello.

Levanto mi mano libre para frotarme los ojos y veo con extrañeza a Bianca acostada en un sillón, recuerdo que estoy en un hospital, suspiro mirando hacia el frente recordando el motivo del porqué estoy aquí.

Después de unos minutos el teléfono de Emiliano comienza a sonar y vibrar sobre la mesita de luz, a mi lado logrando que las otras 2 personas en la habitación se despierten, Emiliano estira el brazo sobre mí y apaga el incesante ruido.

Se sienta en el borde de la cama mientras se frota los ojos con las manos y Bianca comienza a estirarse haciendo ruidos extraños, me siento en la cama para comenzar a estirarme cuando Emiliano se acerca y besa mi frente.

Vale, tal vez tenga un fetiche con besar mi frente, no puede ser que la haya besado tantas veces en tan poco tiempo, me la va a desgastar.

—Perdón si las desperté, debí apagar la alarma ayer. –Se disculpa el pelinegro.

—No pasa nada. –Le digo quitándole importancia.

Suspira. —Hoy tendría que ser su primer día en la escuela. –Agrega con nostalgia.

—Ahgg que alivio que no pudimos ir. –Se regodea la pelinegra sentada en el sofá con una sonrisa hasta que de pronto se abre la puerta y la figura de Ander aparece en la puerta.

—Hola, hola –Saluda Ander animado mientras entra–, tienes que ir a la escuela –Le anuncia a Bianca mientras le da un uniforme–, ponte esto rápido.

Sonrió a costa de mi amiga. —Creo que el alivio se terminó. –Me burlo.

—Cállate. –Gruñe mientras agarra el uniforme de mala gana y se encierra en el baño.

Sonrió y Ander se acerca para sentarse a mi lado. —Hola. –Saluda con timidez y cautela.

Alzo una ceja extrañada. —Eh...Hola.

—¿Cómo te sientes? –Me pregunto y frunzo mi ceño por el cambio repentino de actitud.

—Bien... ¿Qué te pasa Ander? –Le pregunto ladeando la cabeza.

—Nada, solo... Te quería saludar y saber cómo estás.

—Está bien, ya lo hiciste. –Le suelto confundida y exasperada por escucharlo decir las palabras muy lento y esa actitud tranquila.

—Lo sé... –Asiente.

—Okey, esto es raro, Ander aléjate, estoy bien. –Lo echo.

Ríe y escucho la risa de su hermano. —Y ahí está la Lucifer que conozco, esa es la parte que quería sacar. –Explica mientras se levanta y me acaricia la mejilla.

Bianca sale del baño y camina como modelo hasta frente la cama. —¿Y? ¿Cómo me veo? –Me pregunta.

Sonrió de lado. —Perfecta, lista para arrasar con cuanto chico encuentres en esa escuela. –Le guiño el ojo.

—Oye, está conmigo, no hace falta que arrase con nadie. –Me advierte el castaño mientras abraza a la pelinegra.

Sonrió. —Lo sé, solo quería saber si lo dirías o no.

—¿Y negar que estoy con la pelinegra más linda que conozco? Claro que no.

Asiento. —Muy bien, me alegro por eso, pero se tienen que ir o van a llegar tarde

Mato por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora