CAPITULO VIII

4 1 0
                                    

Alessandra

Abro mis ojos poco a poco y tratando de enfocar mi vista, veo que es temprano en la mañana y siento el peso de un brazo rodear mi cintura. Frunzo el ceño y trago saliva sintiendo un calor humano debajo de mí.

Por dios, que no haya dormido sobre Emiliano, dime que no es cierto.

Miro hacia arriba lentamente cerrando los ojos para confirmar el error que cometí en la noche y ahí estaba la cara del estúpido, engreído con los ojos cerrados calmado, cierro mis ojos con fuerza reprendiéndome por mi inconsciente estupidez.

Idiota, idiota, idiota.

Trato de no hacer ruido mientras intento levantar el brazo que rodea mi cintura, pero no resulta como deseaba y la situación empeora cuando me agarra con más fuerza dejándome la nariz pegada a su cuello haciendo que no pueda evitar oler su fragancia tan masculina.

Que bien huele...

ESPERA, ¿QUE? NO, NO Y NO, esto no me va a pasar a mí.

Agarro su brazo moviéndolo sin importarme que se despierte, me levanto de la cama y me impresiona que siga durmiendo.

Mira ese cuerpo, está hecho por los dioses...

BASTA, no debo pensar así de él.

Voy hasta el baño, me veo al espejo fijamente. —Esto no puede volver a ocurrir, olvídalo, es solo un idiota. –Me ordeno entre susurros.

Luego de decirme esas palabras, me saco la ropa mientras me meto a la ducha de vidrio con la mitad baja del espacio cubierta con vinilo que no dejan ver el interior. Después de unos minutos intensos de cantar bajo la lluvia escucho un ruido, pero no le doy importancia. Abro mis ojos notando que la puerta está algo abierta y es cuando lo veo parado ahí solo viéndome con los brazos cruzados apoyado en el lavamanos con su rostro serio.

—¡Que crees que haces imbécil, vete! –Grito mientras cubro mis senos con mis manos.

—Ya, deja de chillar ni que hubiera mucho para ver. –Me regaña fastidiado.

Sale del baño dejándome con los insultos en la boca y doy un pequeño chillido interno. Cierro los grifos, me enrollo en una toalla dejando mi cabello escurrirse por mi espalda y salgo con la furia recorriéndome la sangre. Lo acribillo con la mirada parándome delante de él sentado en la cama mirándome.

—¿Eres tonto o qué? ¿Por qué entraste?

—Porque es mi baño. –Suelta con obviedad.

—¿Y eso que? ¿No te diste cuenta que había alguien dentro del baño?

—Sí, pero es costumbre que en la mañana las únicas personas que están en mi baño son las chicas con las que tengo sexo la noche anterior. –Responde airoso.

Arrogante...

Ruedo los ojos. —Deja de presumir tu vida sexual.

—Sabes –Se levanta, acercandose a mí con una sonrisa coqueta–, tu podrías ser parte de mi vida sexual.

Como dije, un puto bipolar.

Rio. —¿Qué ahora hay algo que ver debajo de la toalla?

Me agarra de la cintura y me acerca más a su pecho. —Hay mucho que ver... –Dice mordiéndose el labio– y mucho más para tocar. –Insinúa seductor.

Sonrió de lado. —Eso no va a pasar Emiliano.

—¿Segura que no quieres estar conmigo? Podríamos divertirnos mucho. –Ofrece.

Mato por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora