Cuando me despierto, lo primero que hago es ir a ver al cachorro. No está al lado del radiador, donde lo dejé anoche. Lo busco por todo el apartamento; no hay ni rastro de él. Mi madre tampoco está, pero ha dejado una nota sobre la encimera de la cocina, avisándome de que se va a hacer unos recados y se lleva al perro con ella para pasearlo. Me voy corriendo a la puerta y bajo al garaje de la planta inferior. Como sospechaba, mi madre se ha llevado el coche. Resignada, vuelvo arriba y me preparo el desayuno. Una hora después mi madre sigue sin venir y decido darme una ducha. Miro el móvil y veo que tengo varios mensajes, la mayoría de promoción. Como no tengo nada que hacer, me dedico a desempaquetar algunas cosas y a colocarlas en mi cuarto. Por fin, oigo la puerta abrirse y mi madre entra en casa con una caja en las manos. El perro no viene con ella. Tras quitarse la chaqueta, se sienta en el sofá y coloca la caja en mi regazo.- ¿Qué es esto?- pregunto.
- Ábrelo y lo verás.
- ¿Qué has hecho con el perro?
- Tú ábrelo.
Suspiro y abro la caja. El cachorro salta de la caja y me lametea la cara. Mi madre lo habrá llevado a alguna peluquería canina, ya que su pelaje oscuro está reluciente y huele a champú.- Mamá, ¿cómo...?- es lo único que consigo decir.
- No ha sido nada. Y hay otra cosa.
Me da un papel que saca del bolso.- ¿Un certificado de adopción?- pregunto tras leerlo.
- Significa que de ahora en adelante, el perro es tuyo legalmente- me explica.- Yo... Muchísimas gracias, mamá.
- De nada. Por cierto, antes de venir me pasé por el veterinario para que le echara un vistazo.
- ¿Y qué te ha dicho?
- Es una hembra de cuatro meses, de raza perro lobo americano. Aparentemente está sana y no tiene ninguna herida o lesión. He ido también a la policía y han comprobado que no hay nadie que haya puesto un aviso de su desaparición, por lo que sin ningún problema podemos adoptarla.
Miro a la perra y después abrazo a mi madre.- Y tú a todo esto no le vas a poner ninguna pega, ¿verdad?
- Supongo que podré acostumbrarme. Además, tú misma dijiste que ibas a encargarte de recoger sus cacas.
- Pero tú también ayudarás ¿no?
- Yo ya he hecho más que suficiente. A partir de ahora es responsabilidad tuya.
- ¡Qué remedio!- digo en broma- Menos mal que las clases no empiezan hasta septiembre.
- Hablando de eso... He encontrado un instituto que está a dos o tres calles más arriba de aquí. He solicitado plaza y creo que me enviarían la respuesta la semana que viene.
- Vale, me parece bien.
- ¿Quieres que vayamos a verlo?
- No, lo veré en septiembre.
- Como quieras.
Mi madre se levanta del sofá.- Bueno, vamos a colocar algunas cosas de las que quedan por desempaquetar.
- Si acabamos la semana pasada.
- ¡Ah! Es verdad no me acordaba.
- Tienes la cabeza en las nubes, mamá.
- Será que me estoy haciendo vieja- bromea.
Me río. Aunque pasa de los cuarenta, mi madre aparenta unos treinta y cinco, o eso dice ella.- Lo que sí hay que hacer es instalar una cama para ella- digo señalando al cachorro.
- En eso tienes razón.
- En mi cuarto hay espacio de sobra.
- Mmm, no sé si sería buena idea que estuviera allí.
- Así podría estar más pendiente de ella.
Mi madre no dice nada y entre las dos cogemos un par de mantas viejas y las ponemos en un rincón de mi habitación. También colocamos al lado un montón de periódicos por si acaso se hace pis en casa. Es algo provisional hasta que podamos comprarle una cama para perros al cachorro. Mi madre ya ha comprado un saco de comida para perros, así que saco un poco y se la echo en un cuenco. Mientras la perra come, aprovechamos para colocar todos los objetos delicados en lugares seguros o fuera de su alcance, así como los productos peligrosos, como detergentes o jabones.
- A propósito- dice mi madre- ¿cómo la vas a llamar? No podemos seguir llamándola perra o cachorro.
- No estoy segura. Había pensado Nymeria.
- ¿Como la loba huargo de Juego de Tronos?
- Sí, como es de raza perro lobo americano... Además, es un nombre poco común.
- Esperemos que demuestre ser tan valiente y leal como su tocaya.
- Eso no lo dudes.
Hecho por María Villar Rosado(publicado por su ayudante y amiga)
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"CERO"
Teen Fiction¿Cómo te sentirías si de repente a tu madre le ofrecieran un trabajo en otra ciudad y tuvieras que dejar todo lo que conoces para irte a vivir con ella? Para mí, fue como un puñetazo en el estómago. No lo ves venir pero enseguida te quedas sin aire...