CAPÍTULO ÚNICO

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« Erase una vez un amor... »

Esa frase se le había contado una vez su padre al leerle un cuento, cuándo era una niña de 5 años. Era de ensueños oír cómo alguien encontraba el amor de su vida y comenzaban una hermosa historia de amor.

Pero nadie le advierto qué había un gran paréntesis entre "conocer al amor de tu vida" y "ser felices para siempre".

Ese paréntesis podían ser muchas cosas, pero el de Marinette era haberse creído qué todo sería mágico. Jamás se le había cruzado por la cabeza qué para lograr esa añorada historia de amor qué merecía, debía iniciar con lo más básico: ser realista.

Una vez, logró conocer al chico perfecto –bajo circunstancias raras cómo por una goma de mascar pegada en su asiento–, tan perfecto... Qué al parecer no se imaginó que no podría sostenerlo.

Ese chico es tan perfecto...

Había dicho a sus padres, después de aquel incidente con la goma de mascar. Le provocaba un cosquilleo en la espalda al hablar de Adrien, era encantador y tan amable. Simplemente era todo lo que podía pedir en un chico cómo él.

Cuándo cierro los ojos, me vuelvo loca de sólo pensarlo Alya.

Había comentado varios meses después, en una tarde hablando con su mejor amiga por video llamada, mientras diseñaba un nuevo vestido. Pensaba todo el día y toda la noche en él, haciendo qué imaginar a Adrien se volviera su fantasía de chica enamorada.

Hasta que la realidad de los humanos la sacaría de ese cuento de hadas. Nunca se había detenido a pensar que si quería ser su novia –y por que no, madre de sus hijos– tendría que confesar sus sentimientos. Algo fácil, pensó ella terminando de ajustar los últimos detalles de su nueva creación. Y tenía razón, ¿cierto?

De nuevo la realidad apareció cruelmente diciéndole qué no es fácil, cuándo un día dispuesta a acercarse a hablar con Adrien durante el receso, tuvo la conversación que en su vida pensó que jamás podría afectarle tanto.

— ¡Marinette eres la mejor! Gracias a tu brazalete, siento que no estoy tan cansado y aburrido durante las sesiones de fotos.

— Me alegro mucho que te haya gustado. - mencionó con las mejillas ligeramente rosadas.

Sabes, siento que este brazalete es cómo mi amuleto de buena suerte – miro ligeramente su muñecasiento que es cómo si fuera un pacto entre amigos. – finalizó, señalando la muñeca de Marinette, quien tenía un brazalete qué hacia juego con el de él.

Oh, todavía podía recordar cómo sus mejillas perdieron el color, cómo la sonrisa de enamorada se volvió una de decepción e incomodidad, y cómo tuvo que fingir con un "claro, para están los amigos" qué esa conversación no le había arruinado su intento de confesión.

Eres Tú... La Dulce Ilusión Qué Yo Soñé | MLB | Marichat | AdrienetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora