Diane Brown.
Al entrar a la casa escuché música clásica, parecía tener más vida a diferencia del día.
-¿que haces aquí?-. Preguntaba el mayordomo preocupado, mientras sujetaba mis muñecas.
-le traigo una carta a Isabelle-. Conteste y el me la arrebato de la mano.
-quiero verla-. Decía Isabelle con voz autoritaria desde el comedor.
El camino hacia ella sujetando mi mano.
-Baja la cabeza y ponte de tras de mi-. Dijo de manera protectora el mayordomo, luego le extendió la carta a Isabelle.
Ella la leyó y movió su cabeza intentando verme.
-al parecer vivirás con nosotros pequeña, el consejo considera que es necesario que tenga compañía permanente debido a mi falta de socialización con la comunidad de vampiros-. Dijo entre risas.
-la acomodare en una habitación-. Contestó el mayordomo.
-Ve Alexandre-. Ordenó Isabelle moviendo su mano.
Al parecer ese era el nombre del mayordomo, nunca me lo había dicho.Llegamos a la habitación y el me extendió un par de sábanas, luego se sentó a un lado de la cama.
-la noche es muy peligrosa para ti, nunca vayas a salir de esta habitación, vendré a verte seguido por si necesitas algo-. Alexander se levanto y abrió la puerta. Ese fue justo el momento donde sabía que ya estaba sola, que todo esto sería mi nueva realidad.
Sin poder evitarlo me puse a llorar, no podía ser capaz de matar a nadie y mucho menos a una mujer.
Alexander se percato de esto y regreso hacia mi.
Luego quito de su cuello una cruz dorada y me la colocó en mis manos.
-mi amada una vez me dio esto diciendo que siempre habrá alguien que nos proteja y guié en los tiempos oscuros, consérvalo hasta que te sientas mejor, no creo en símbolos, pero me ha mantenido con vida todo este tiempo-. Dijo con una sonrisa amable.
-Gracias-. Conteste secando mi rostro, luego se marchó.Durante la noche tenía pesadillas horribles, giraba de un lado a otro en la cama y sudaba como si tuviera calor a pesar de la noche fría.
-tranquila-. Alguien susurraba en mi oído.
-duerme-. Volvía escuchar su voz más cerca, esta ves unos brazos me rodeaban y sin darme cuenta me quede dormida. Por alguna razón no tuve miedo, de lo contrario me sentía segura.Al despertar no había nadie, pero si un vestido amarillo con una nota.
"Toma un baño y baja a desayunar, te enseñaré la casa" Alexander.
Seguí las instrucciones y después del desayuno seguí Alexander por toda la casa, el era más amable de lo que esperaba, podría ser por lástima.Me mostró toda la casa y me señaló los cuartos prohibidos, entre ellos el de Isabelle, igual me explico que mi único trabajo sería arreglar el jardín y la biblioteca. Igual estaría encantado si le leyera un poco del libro que me había dado antes de que me vaya a dormir.
Llegamos a un salón que parecía sacado de un libro, tenía candelabros colgando del techo y un hermoso piso de madera.
-parece un palacio-. Dije dando vueltas con emoción. Disculpen que sea tan expresiva pero siempre había vivido en un cuarto con varias personas desde que tengo memoria, nunca había conocido más halla de lo que narraban los libros.
-¿sabes bailar?-. Preguntaba Alexander.
-no-. Conteste acomodando mi cabello, no podía evitar sentirme un poco nerviosa en su presencia.
El extendió su mano indicándome que lo acompañará, luego rodeó mi cintura y comenzó a moverse lentamente de un lado a otro en el salón.
-eres a caso un príncipe-. Dije entre risas mientras el me guiaba.
-no, mi madre me enseñó a bailar, pero tenía mucho tiempo sin hacerlo-. Contestó con un poco de timidez.
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Vlandemia.
VampireEsta historia narra el amor prohibido entre una mortal y un vampiro...... Los seres que antes habitaban en la oscuridad saldrán a la luz para consumirlo todo a su pasó con la ayuda de Claus Vlan, el líder de los vampiros y padre de la llamada Vlande...