La noche pintoresca hacía contraste con las lágrimas de sangre de la dama del cuadro. La melodía sonaba extensa y a la vez, amenazaba con llegar al clímax y dejar el tiempo en completo silencio. Las horas parecían no pasar, adrenalina y miedo ocupaban su lugar dejando su alma en medio de un incierto instante.
Miedo, esa era la palabra que representaba de mejor modo a la doncella del cuadro. Su mirar contaba una historia de años melancólicos y oscuros... cada detalle estaba representando una historia vivida que podía conmover el corazón de cualquier persona. Aunque había una pregunta que me hacía cada vez que la contemplaba, ¿cuál era su historia?
Una noche de octubre de 1846 apareció un pintor anónimo, que deslumbró a varios artistas con los cuadros que se habían apodado "la dama quebrada"... Pinturas cuyo objeto principal, era la mujer de lágrimas de sangre. En 1850, luego de salir de mis estudios sobre el arte, enfoqué todo conocimiento en la dama. Pero nunca pude descubrir algo que me resultara un bloque más para este rompecabezas, todo parecía haberse desvanecido junto a su pintor.
Tenía gran curiosidad, entender su historia no solo me resultaba excitantemente inspirador para seguir, también me atraía su gran parecido con alguien que tuve oportunidad de conocer... No sabía con exactitud quién era o cuál era su nombre, pero las reminiscencias me perseguían con una sonrisa que al parecer el pintor no había presenciado. De igual modo, sentarme en la catedral a presenciar su belleza, ha provocado una obsesión de la que temo que no podré escapar. Y tal fué mi locura, que un día me atreví a seguir mis berrinches y provocar el hecho más fantástico que he podido presenciar.
Una noche, esperando que todo quedara en el completo vacío que adoraba tanto, decidí apropiarme de una de mis mayores reliquias... me había enamorado de sus trazos, de la composición, de aquélla mirada que provocaba algo indescriptible en mi interior. Tal vez así, podría saber y dejaría de ser tan solo tinta sin historia, juré que no pararía hasta descubrir algo.
Nunca había entrado en la locura, mi carácter sagaz y maduro me había ayudado a conseguir todo lo que tengo económicamente y profesionalmente, pero como hombres caen en la borrachera, yo había caído rendido en los ojos de una mujer. La llegada a mi hogar había hecho que dejara escapar un suspiro, al parecer la adrenalina me había quitado el aliento. Coloqué la pintura frente a mi cama y me quedé observándola un gran rato hasta que pasó lo inimaginable...
-Por fín has vuelto por mí- y como no podría no hacerlo -te extrañé- su voz sonaba tan suave como la recordaba.
-Yo también te extrañé- agarré una caja de acero que tenía escondida bajo el suelo y al abrirlo una sonrisa se dibujó en mi rostro, ahí estaba, su corazón... por fin podría tenerla por completo nuevamente.
Tal vez no lo entiendan ahora, pero, tendremos que retroceder un poco en el tiempo... para ser exactos, a 1830. Tenía mis dieciséis años recién cumplidos y me había mudado lejos de mi casa para comenzar con un emprendimiento que me enseñaría lo que es la independencia. Me iría al extranjero junto a mis dos hermanos mayores. El barco zarpó horas después de haber conocido a una muchacha que se aproximaba a mi edad.
Varias semanas en barco hicieron que pudiera conocerla mejor, la amé incondicionalmente y era de esos amores que cuando eres joven, son genuinos e inolvidables. Pero ella no sentía lo mismo... Luego de que me hospedara en una casa cerca de la capital, olvidé por completo mis planes de trabajo y estudio para acercarme más a mi primer amor.
La estupidez me llevó por completo al conocerla, pero más cuando descubrí que era la musa de un pintor. Nunca supe con exactitud quién era, solo que me dí cuenta, que había algo mucho más que tan solo una modelo para un cuadro y un artista. Tampoco puedo recordar qué es lo que ví para llegar a la instancia de querer matar al creador de esa pieza que me resultaba espléndida. Aunque recuerdo la sangre en mi ropa y la satisfacción de la escena, que disfruté mientras sostenía su corazón. Los gritos ahogados, el frío de la noche y la doncella con lágrimas de sangre. Esa expresión fué la que me llevó a terminar las pinturas del artista...
Aquéllas pinturas representaban una doncella que estaba desolada y perdida en un mar de emociones. Sufriendo algo que destroza su alma... pero faltaba algo, el llanto de sangre.
Una expresión ante el miedo de no saber que hacer, de sentirse impotente ante una situación, temer por la vida de otros. Ella desapareció para siempre, nunca pude saber algo más... hasta que un día, me enteré de su muerte. Eso me dejó completamente descolocado, con gran tristeza me atreví a ir a su funeral.
No había nadie, ninguna persona estaba llorando su muerte o apenada por el viaje que había comenzado la joven de sonrisa espléndida y de mirada desconsolada.
Tenía que entender algo más sobre ella, descubrir quién era y de algún modo, la pintura tomó vida para contarme su historia. Tenía identidad, una cosmovisión... La vida recorría un objeto que a simple vista, parecía ser algo simple y complejo a la vez. Díganme loco si así lo desean, pero ahora... estoy junto a mi amada y a su creador. El cuadro ahora, había tomado otra forma, tenía ojos de las personas que la habían olvidado, ya no había una mirada de tristeza, ahora tenía el corazón de un pintor y oscuridad que velaba su dolor.
