El principio.

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Fue simple, un día para otro me encontraba perdida en los encantos de aquella chica, no la conocía, no. Pero lo que si, sabía como ella era, la veía por web cam siempre que podía, pasábamos días y noches hablando de lo ocurrido en el día, anécdotas, o de lo que fuera.

Ella me ayudaba, era mi todo, yo sin ella no hubiese podido sobrevivir los largos días de discusiones con mi madre, sé no es la gran cosa pero el echo de ser hija única y vivir con ella hace todo más doloroso, en fin, ella es muy exagerada, siempre duelen sus palabras nada medidas; si no hubiera sido por la hermosa bondad de aquella chica que cada vez que llegaba a ella por WhatsApp llorando me acogía en sus brazos a la distancia, no me podía abrazar en la vida real pero con sólo sus palabras me sentía protegida, olvidaba todo mundo.

No todo es color de rosa y eso lo sé bien por lo que ya después de un tiempo, cuando las cosas comenzaban a pasarme, discusiones todos los días y esas cosas, comencé a necesitar más, necesitaba un abrazo real, no encontraba uno cálido, uno dado con el corazón. Los días, a pesar de pasarlos hablando con ella eran fríos, no sé porqué, con ella era todo lindo y algo pervertido, bueno para qué mentir, lo era bastante, eran noches de sexo telefónico, conversaciones subidas de tono y todo eso; además el deseo ya era algo estresante, las ganas de recorrer su cuerpo me mataban, ya había visto cada parte de su cuerpo por la cámara, pero deseaba poder sentirlo contra mis manos, más que nada sus pechos, eran tan grandes y tentables.

Me comenzaba a sentir sola, nada era igual ya después de todo, luego de pequeñas aventuras sin importancia extrañaba el contacto cuerpo a cuerpo.

Los días en la escuela eran aburridos, bastante para ser sincera, me la pasaba gran parte del día pensando en mis tiempos libres luego de cada actividad o explicación en por qué a mi, de tantas chicas en el mundo porqué yo tuve que salir lesbiana, siempre había luchado contra mi sexualidad ya que la homosexualidad aquí y en cualquier lugar es mal vista según yo; pensaba que siendo así jamás podría ser feliz y mucho menos encontrar el amor de quien me diera aquellos abrazos cálidos cuando los necesitara. Tan hundida en mis pensamientos ni cuenta me daba que me estaba alejando de mi gatita, así le decía de cariño ya que era tan mimada como una minina.

El tiempo seguía pasando y yo estaba cada vez más sola, me juntaba todos los días con la misma gente así que luego de pensarlo intenté hacer más amigos, además, mi profesor, así le digo ya que él es mi psicológico personal me dijo que sería mejor para mi. Vaya mierda, no me daban ánimos de amigos pero de a poco lo intenté, comencé a ser más social de lo que era hasta que descubrí a un par de compañeras le gustaba el yaoi, ya tenía una compañera que también le gustaba pero no era de lo más cercana. Mis compañeras eran un par muy unido, una se llamaba Gisell y la otra Carolina, Gisell era una pequeña, de porte, muy adorable a mi parecer, era pálida de cabello largo y muy sonriente. Por otro lado, Carolina era más alta, incluso que yo, ella era de piel morena, sonriente también y muy efusiva como la Gisell, de echo por eso mi profesor me aconsejó acercarme a ellas específicamente.

Una tarde me senté junto a ellas, ambas se sentaban juntas así que juntaron las sillas, cabíamos las tres así que comenzamos a hablar, más que nada hablábamos del yaoi y de que sabíamos que nuestro profesor de inglés era gay, se le notaba, él era muy afeminado para todo. Nos la pasamos toda la tarde hablando de yaoi, mostrando imágenes y todo eso.

En la tarde, en el receso para comer le hablé a Carolina, de quien me había conseguido el número pues me agradó bastante, comenzamos a hablar de cosas locas, como dije ella era muy alegre por lo que nuestra conversación fue mayor parte de tonterías.

Se acercaba mi cumpleaños y nosotras seguíamos hablando, nadie sabía que hablábamos pero a quien le iba a importar, éramos compañeras aunque cada vez más cercanas.

Pasaron los días y sin que me diese cuenta ya era mi cumpleaños, cumplía 15 años, si, era pequeña para tener una sexualidad definida pero yo lo sabía desde antes, desde siempre y esas cosas.

Entré a mi sala y dos de mi grupo de amigas con las que me juntaba corrieron a abrazarme gritando a coro.

-¡Feliz cumpleañoooos!

Luego de eso el día fue tranquilo hasta que de la nada se pasó el rumor de que era mi día, todos me saludaron, bueno no todos pero muchísima gente causando en la sala un gran ruido, no me cantaron ni nada pero todos supieron sobre la fecha.

Al salir de la escuela me fui tranquilamente a mi casa, llegando a esta para aprovechar no había nadie y comenzar a responder mensajes, comenzando a hablar con la Caro, con quien no había dejado de hablar en ningún momento. Iba todo normal hasta que sale el tema de mi cumpleaños, dijo que me quería dar un regalo pero no sabía qué a lo que respondí "No lo , lo que sea, creativa, piensa en que me puedes dar" a lo que ella respondió no mucho después con un tímido "Un beso..." quizá era de broma, no lo supe, pero acepté de inmediato tomando en cuenta podía ser una broma "Con gusto, pero enserio", ella respondió quizá algo avergonzada "Está bien... ¿Cuándo?", me quedé mirando al techo pensativa hasta que respondí ya sin pensarlo, ignorando que mi gatita me hablaba "Mañana, en el colegio". Se organizó nuestra junta a lo que yo aún creía era una broma, pero quien lo sabía, debía comprobarlo el día siguiente viendo si se atrevía a la acción fijada.

La amante. | [Yuri hard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora