Sortilegio

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Giró una de las cartas en la mesa sintiendo la mirada fija de la chica en cada uno de las figuras que iban apareciendo. La última carta giró y Tenten levantó una ceja ante lo que veía.

― ¿Qué pasa? ―La chica con el cabello rosado y ojos jade jugaba con sus manos en un gesto algo inseguro.

―Bueno, puede ser algo complicado, Sakura. ― Señaló una de las cartas. ― Sufrirás.

La chica se movió incomoda en su asiento ante las palabras y miró las demás cartas en la mesa que había girado la castaña con gran intensidad, en espera de las siguientes palabras que diría.

―Pero después de ese sufrimiento vendrán cosas buenas, un viaje que cambiará el curso de las cosas.

La fémina del cabello rosa sonrió mientras salió de ahí no sin antes agradecerle a la castaña y darle el dinero que le debía. Tenten acomodó las cartas en una sola fila, colocándolas en la tela donde solía tenerlas y las envolvió a la par que el timbre que finalizaba el descanso sonaba haciendo que regresaran a los aulas.

Temari la encontró en el salón con un gesto de reproche por dejarla en media comida por esa sesión de adivinación con las cartas. Pero Sakura había insistido bastante y Tenten no solía negarse. No desde que había iniciado con aquello de la adivinación, unos dos años atrás. Algo que había iniciado como un pasatiempo sencillo y que posteriormente decidió usar con sus amigas cercanas. Temari y Hinata siempre habían sido sus referencias. Fue ahí que notaron que sus predicciones habían sido ciertas, había acertado en cada una de las veces que les leía las cartas a sus amigos.

Tal hecho no se hizo esperar para dispersarse en la escuela, algunas chicas de su mismo salón curiosas ante lo que el destino deparaba para ellas acudieron con ella. No completamente seguras de que encontrarían o si fuera cierto, pero la curiosidad pudo más con ellas. Más tarde las predicciones resultaron realidad y la reputación de la castaña comenzó a escalar en la escuela. Ya no solo la buscaban las chicas de su salón, sino que de otros salones y cursos.

Entendía que había quienes pensaban que era una clase de farsa y más cuando empezó a cobrar por sus servicios. Aunque la idea no fue suya, varias chicas comenzaron a darle dinero por la lectura de cartas. Al inicio no había aceptado pero posteriormente las lecturas eran tan constantes e invasivas que pensó que era un pago justo por algo ocupaba gran parte de su tiempo en la escuela y fuera de ella. Tenten misma pensaba fervientemente que tenía un don para ese tipo de cosas, por eso mismo decidió ir más allá, evaluar otros horizontes. Comenzó a comprar libros de hechicería básica, para principiantes.

Dedicó gran parte de sus tardes para practicar y dominar algunos hechizos que venían en el libro. Hasta que perfeccionó uno, que mencionó por error en una de sus sesiones de adivinación y causó un revuelto en toda la escuela.

Un hechizo de amor.

Lo que las mujeres desesperadas anhelaban con gran intensidad para que el chico que les gustaba volteara a verlas. Muchas chicas acudieron con ella por el hechizo, una pócima de color rosa pastel con un sabor extremadamente dulce. Era cuestión de cada una asegurarse de que tomaran dicha poción, Tenten no se involucraba en eso.

Algunas habían funcionado y otras pociones no, pero ya no era cuestión suya. Había ciertas reglas para que este hechizo funcionara. Algo en lo cual esta poción pudiera sostenerse. Brindaba una pequeña esperanza a las chicas de que el sujeto de interés se fijara en ellas durante un corto tiempo, un tiempo en el cual debían hacer algo para que esa atención funcionara una vez que el hechizo se terminara. Ese algo que haría que prontamente se concretara algo. No todo caía en los hombros del hechizo, sino que gran parte recaía en la chica que la usara. La poción era un impulso, algo que debías tomar y asegurar o se perdía.

Tenten week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora