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Aquella noche Meira y yo nos la pasamos hablando sobre los Kim. Namjoon era totalmente su tipo, aunque ella se empeñase en negarlo. Nos quedamos dormidas con la ropa aún puesta y al día siguiente nos sorprendió la alarma del despertador, taladrándonos la cabeza y recordándonos que era nuestro primer día de clase después de las largas vacaciones de verano.

Mi pequeño piso estaba cerca del colegio, así que no nos tomó mucho tiempo llegar. Los pasillos estaban abarrotados de gente yendo y viniendo, buscando el aula de química (que estaba junto a los laboratorios en otra planta) o reencontrándose con sus amigos después del largo verano.

-Tn nosotras seguimos yendo a la clase del año pasado ¿verdad?

-Sip. -Dije intentando no perderme entre la multitud. Llegamos a la clase y fuimos directas a coger los mejores sitios, que habían sido nuestros todo el año anterior. Pero, al llegar, nos dimos cuenta de que alguien ya los había ocupado.

-Perdona, ahí nos sentamos nosotras. -Le dijo Meira a Taehyung. El chico se quitó los cascos y la miró con una ceja levantada. -He dicho que ahí vamos nosotras.

-No sabía que había sitios asignados.

-Pues sí.

-Una pena que haya llegado yo primero. ¿Por qué no te buscas otro sitio? -Preguntó volviendo a ponerse los cascos. La profesora llegó y todos estaban ya sentados salvo nosotras.

-Señoritas, ¿Pueden sentarse ya?

-Perdón, es que Kim Taehyung se ha sentado en nuestro sitio.

-Meira, ya sabe que los sitios no son de nadie el primer día, no sea grosera y siéntese en otro lugar. Usted, Tn, ¿Porqué no se sienta en su lugar habitual?

Yo me acerqué a regañadientes y me senté en el sitio al lado de Taehyung. Normalmente a mi derecha se sentaba mi amiga Meira, pero ahora tendría que ver a aquel amenazante chico a mi lado.

Atendí toda la clase hasta que noté como Taehyung se apoyaba en su pupitre. Le miré de reojo y al ver que estaba dormido analicé lo bien que se veía. Normal que estuviese tan cansado teniendo en cuenta que el día anterior había estado en un club hasta las tantas...

-¿Qué miras tanto? -Preguntó sin abrir los ojos, dándome un susto de muerte. La campana que marcaba el final de las clases me salvó. Agarré rápidamente mis libros y salí casi corriendo de la clase. Antes de llegar a casa tuve que parar a hacer la compra. Agarré un par de sándwiches hechos y llegué a mi pequeño apartamento. Me acerqué a la nevera, donde tenía varias hojas con facturas que había que pagar, un par de fotos de la reciente boda de mi madre y algunos imanes de sitios que habíamos visitado.

Cogí una de las hojas que colgaban y la repasé. Era una nota escrita con la letra de mi madre que me deseaba suerte para mi primer día de trabajo. Tenía apuntada la dirección de la mansión y un par de nombres que aún no sabía a quién pertenecían.

Terminé de comer aquellos insípidos sándwiches y me preparé. Cogí la nota de mi madre, algo de dinero, las llaves y salí directa a por el bus que me dejaría enfrente de la Mansión Kim. 

Hice un esfuerzo por mantener la compostura al ver lo gigante que era aquella casa. Podría ser un hotel. Piqué en el timbre y alguien al otro lado me abrió. 

-Vaya, eres la hija de tm (tu madre), ¿verdad? Sois casi idénticas. -Dijo aquel hombre que me había dejado pasar mientras me miraba serio. 

-No sé si tomarme eso como un cumplido...

-Desde luego, su madre es una persona increíble, me alegro mucho por su matrimonio. Mi nombre es Cristopher, es un placer señorita.

-Igualmente, yo soy Tn.

Le tendí la mano y la apretó. Aquel hombre era muy alto y estirado, tenía gafas y vestía con un traje propio de un mayordomo. Suponía que aquel tal Cristopher era otro de los empleados de los Kim. ¿En serio necesitaban tanto personal?

-Acompáñeme, le mostraré lo que necesita saber de la casa.

Yo le seguí por los pasillos. Me enseñó dónde se guardaban los productos de limpieza, la cocina, los dos salones (así es, aquellos ricos tenían dos), las habitaciones de invitados y varios baños. Luego subimos a la planta de arriba, donde vivían los Kim.

-Esta es la habitación del señorito Jin, la siguiente es la de Namjoon y la del final del pasillo la de Taehyung, cada una con su baño propio. A la derecha está el despacho del señor Kim y sus aposentos.

-¿Aposentos? -Pregunté intentando aguantar la risa. ¿Aquel hombre extraño había salido del siglo XVI?

-Y luego, por aquí... A esta habitación todo el mundo tiene prohibido el paso. 

-¿Por qué?

-Los motivos dan igual, pero jamás se le ocurra entrar ahí.

-Pero tiene llave.

-Cierto, las llaves. Por poco se me olvida. -Dijo comenzando a hurgar en sus bolsillos. Sacó un manojo de 5 llaves y me lo tendió. -Cada llave tiene inscrito el nombre de las habitaciones.

Las miré y fijé la mirada en la que ponía "Taehyung". ¿No era surrealista tener las llaves del cuarto de mi compañero de pupitre? Suspiré. Estaba tranquila porque sabía que Taehyung tenía entrenamiento de boxeo todas las tardes, al igual que Namjoon entrenaba al fútbol, por lo que ninguno de los dos me encontraría allí.

El único que me preocupaba era Jin, aunque esperaba que estuviese por ahí con alguna chica, y que para cuando ellos viniesen yo ya habría terminado todas las tareas y estaría tranquila en mi casa.

Antes de irse, Cristopher me había dado un uniforme de criada de mi talla (ya que el de mi madre me sobraba bastante), me cambié para no ensuciar mi ropa y me puse con las tareas de aquel día.

Comencé por limpiar la habitación de Jin. Entré y sentí que mi alma se salía del cuerpo. Aquella habitación era literalmente tan grande como mi loft entero. Comencé a hacer la cama, colocar ropa y limpiar el enorme espejo que abarcaba casi una pared. Con un espejo tan grande normal que tuviese aquel ego...

Empecé a sentir que los brazos me pesaban más y más conforme trataba de limpiar las zonas más altas del espejo. Después entré en la habitación de Namjoon y repetí el proceso. A diferencia del primer hermano, Namjoon tenía varios balones por todo el suelo e incluso un bate roto. ¿Para que querría aquel chico un bate roto en su habitación? Coloqué y organicé el escritorio donde tenía todos los apuntes de clase y terminé por colocar sus camisetas de fútbol por colores. 

Una vez terminé, entré casi rendida a la habitación del último hermano, Taehyung. Me dolían las piernas por los poco prácticos tacones que incluía el uniforme. Miré el reloj de mi muñeca y ya casi eran las 10 de la noche. A pesar de eso, la casa seguía totalmente vacía. Me puse a ordenar lentamente las cosas de Taehyung y de vez en cuando algún bostezo se escapaba de mi boca.

Tropecé con algo que había en el suelo y fui a parar a la cama. Cuando mi cuerpo entró en contacto con el colchón me engulló y sentí la calidez de las sábanas. Cerré un poco los ojos, ¿Qué tenía de malo descansar la vista un par de minutos?

Solo descansaría eso, un par de minutos...


Fin del capítulo, espero que os guste  



A sus órdenes KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora