Dudley Dementado

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TW: Este capítulo contiene contenido sensible como pensamientos suicidas, autolesiones y desórdenes alimenticios. Por favor si estas teniendo problemas busca ayuda y no sigas leyendo si eres sensible a estos temas.

La noche era fría, pero no era la clase de frio que te hace querer estar frente al fuego y abrasar a tus seres queridos mientras tomas chocolate caliente.

No.

Era la clase de frio que tienes dentro de los huesos, que no importa cuantas capas de ropa uses, siempre sentirás.

La clase de frio que te hace querer desaparecer poco a poco hasta que no exista una sola gota de ti.

Esa era la clase de frio que Harry sentía en ese momento. Frente al espejo del baño en su dormitorio, estaba el chico de ojos verdes con una pequeña cuchilla.

Había lágrimas en sus ojos y sus manos temblaban.

Había tenido otra pesadilla.

Lo seguía desde la muerte de sus padres, de las suplicas de su madre y la risa maligna de Voldemort, hasta el cementerio.

Había sentido la maldición Cruciatus de nuevo, pero esta vez Cedric moría en cámara lenta. Como si la mente de Harry quisiera repasar una y otra vez lo que pudo hacer.

Luego de hacer un par de cortadas, el dolor comenzó a ser suficiente para calmar a su cabeza. Ver las heridas le traía paz, confort.

Lo que había leído hoy le había afectado más de lo que creía. Lo que había confesado hoy le había afectado más de lo que creía.

De todas formas, se quedó en el baño, poco a poco se sentó en el piso mirando la puerta, ya no era extraño ver el pomo y notar que no había seguro. Ron lo había quitado hace semanas, después de un incidente que terminó en ser curado por Hermione, mientras Ron se encargaba de que los chicos no entraran en la habitación.

Neville y Dean lo habían notado, pero nunca comentaron ni hicieron preguntas.

Ahora solo le quedaba limpiar la sangre, curar sus heridas y guardar la cuchilla de nuevo.

Así lo hizo.

Lento y con muy pocas ganas, pero al final se metió en la cama de nuevo, rogando que las pesadillas no volvieran esta vez. Que el cansancio fuera suficiente para hogar los recuerdos.

Lo próximo que sabe es que la alarma suena y que le tira una almohada a Ron para despertarlo mientras se alista.

Cuando Ron y él bajan, Hermione ya está ahí. Ninguno comenta sobre sus ojos notablemente rojos, ni de que no usó un hechizo para ocultarlos.

Se toman de las manos, es algo que hacen cuando saben que uno de ellos lo necesita aún más cerca en el momento. Todo empezó en segundo año, cuando todos pensaban que Hary era el heredero y lo odiaban. Ron, que había visto como a veces Charlie hacía esto con los gemelos cuando estos necesitaban un estimulo físico para calmarse, decidió intentarlo. Funcionaba.

Caminan en silencio por los pasillos, mientras los demás hacían lo mismo. El día anterior les había dicho que seguirían con el próximo libro, el cual no leerían completo, pero si una gran parte.

Muchos estaban emocionados por lo que pasaría, parte de ese libro aún no había sucedido, así que sería muy curioso leer el futuro, aunque no fuera exacto.

La hora del desayuno pasó, pero Harry no comió nada, solo se dedico a jugar con su tostada y tomar jugo de calabaza bajo las miradas preocupadas de Ron y Hermione.

Ron, como siempre, llevaba dulces en su túnica y guardó varias tostadas en servilletas, tal vez su amigo tendría hambre más tarde.

"Buenos días, espero hayan podido descansar, porque hoy vamos a leer durante todo el día hasta la hora de dormir" dijo la otra versión de la profesora McGonagall.

Salvando a Harry: leyendo su historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora