T/N T/A es una estudiante mexicana que gracias a su gran e impresionante mente consiguió ir a Corea del Sur en un intercambio al Instituto Hyosan, en el primer día ella conoce de una manera muy curiosa a un estudiante llamando Lee Su-hyeok, con el...
Estabas en la biblioteca leyendo un libro cuando de repente alguien te tapa lo ojos.
___: Su-hyeok ya sé que eres tú.
Su-hyeok: ¿Cómo lo supiste? —dijo mientras quitaba sus manos de tu cara y se sentaba a tu lado—
___: Por tu perfume, además de que tú manos siempre son cálidas. —dijiste mientras regresabas a tu lectura—
Su-hyeok: Osea que me tengo que comprar otro perfume para tomarte por sorpresa.
___: No hagas eso, me gusta tu perfume, me relaja el aroma. —dijiste rápidamente apartando tu vista al libro—
Su-hyeok: ¿En serio?
___: Si, además aunque cambies de perfume reconoceré tus manos.
Su-hyeok: Cambiando de tema, ¿Qué estás leyendo?
___: Estoy leyendo la historia del Rey Arturo.
Su-hyeok: Nunca lo he leído.
___: Te lo recomiendo mucho.
Su-hyeok: Oye, ¿qué te parece si esta tarde saliendo de la escuela vamos a buscar un libro nuevo para ti?, yo te lo regalo.
___: Voy a desilusionarte amigo.
Su-hyeok: No me digas que ya tienes planes.
___: Si ya los tengo, On-jo me invitó a comer a la casa de Cheong-San.
Su-hyeok: ¿Prefieres a On-jo que a tu mejor amigo? —hace puchero—
___: Claro que no, solo que ella me invitó primero, pero podemos ir mañana si quieres.
Su-hyeok: Está bien...
___: Me tengo que ir, te veo luego. —estabas a punto de irte—
Su-hyeok: ¡Espera! —te toma del brazo con delicadeza— Te quería dar algo hace un tiempo, pero como estabas ocupada ayudando a Nam-ra pues no pude hacerlo, pero ahora estás sola así que... —saca una cajita y la habré—
Dentro están estos collares. (Si no te gustan imagina otros).
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Su-hyeok: Son colgantes de la amistad, los vi hace tiempo en una tienda y pensé en ti, así que los compré para los dos, tu llevarás el dorado y yo el negro, ¿hecho? —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—