Prólogo

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Mi nombre es Carla tengo 16 años y estoy como decirlo, rolliza, gorda, mole, vaca, tanque, en fin, esos son algunos de los cariñosos motes que recibo al caminar por los pasillos del instituto. No soy la típica chica delgada casi anoréxica que se estila a mi edad, nací con el hueso ancho como dice mi madre, mido 1,70 cm y peso casi 93 kg, estoy con más peso del que debo y eso yo ya lo sé, no necesito un recordatorio diario de mi sobrepeso.

Aunque esté gorda no me considero fea soy de tez blanca, pelo castaño largo por debajo de los hombros y ojos azules claros herencia de mi abuela materna. La verdad es que si a algún chico le gusta las chicas curvis sería la idónea. Pero por desgracia a Iñigo, el chico más guapo y popular del instituto no le ocurre eso, él prefiere las chicas atléticas y delgadas como su actual novia Luz.

Iñigo es el típico chico deportista de casi 18 años, está en el último curso y el año que viene irá a la universidad, no sé qué estudiará la verdad porque con la beca que le han dado puede ser lo que desee. Es guapo a rabiar, de tez morena, pelo corto castaño y ojos tan claros con una tonalidad verde que son casi transparentes, son hipnóticos y no dejaría de mirarle a los mismos si me lo permitiera. Pero por desgracia él solo tiene ojos para su Barbie, Luz, una chica que es preciosa tanto que si me gustaran las mujeres sería mi tipo, alta con casi 1,80 cm, delgada, piernas kilométricas, de tez clara, ojos verde aceituna y pelo castaño largo que siempre lleva hacia un lado. Y no, no puede ser perfecta porque es una zorra, literal porque mi pobre Iñigo lleva una cornamenta que dentro de poco no entra ni por el arco del triunfo pero parece darle lo mismo y no lo entiendo.

Mi vida en general no es mala, saco muy buenas notas y soy querida por mis padres, me dan todo lo que les pido. Lo único malo aparte del bullying diario es que no tengo amigos, por qué, muy simple todo el que se acerca hoy, mañana me insulta o me ignora.

No sufro mucho por ello, aunque si desearía una amiga aunque fuera para poder contarle mis sueños pero no está en mi destino eso.

Mi historia comienza aquí pero como desearía un cambio, algo que me haga diferente mi día a día y si fuera que Iñigo se fijara en mí, pues mucho mejor. Por soñar que no quede. 

AHORA ES TARDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora