Parte cuatro

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Se encontraba recargado en la columna de su templo, no sabía que responder ante aquella inesperada confesión de Régulus.
Estos últimos días ha procurado evitarlo a toda costa porque simple y sencillamente no veía como algo correcto aquellos sentimientos.
No cuando la edad es muy notoria en ambos.

- Desde hace tres días no has bajado a entrenar Dégel.

Aquella voz hizo que el francés saliera de sus pensamientos, aburrido dejó escapar un poco de aire entre sus labios, se fue incorporando del suelo para poder levantarse y responderle al caballero de Escorpio.

- No me he sentido bien esto últimos días.

Kardia se acercó al francés y fue siguiendo sus pasos, al parecer estaba indispuesto para hablar porque Dégel le dió la espalda y se fue rumbo a su biblioteca.

- Estás igual que el vecino de allá abajo - Le respondió en un tono burlón.

- ¿Vecino?

- Si - Le respondió justamente en el momento que Dégel detuvo su andar - Manigoldo ha intentado molestar a Régulus como siempre pero ahora sale el mocoso que está indispuesto y sin ganas.

Ahora lo entendía, él también pasa lo mismo. No es fácil admitir los sentimientos y menos para ellos siendo caballeros dorados. Pero ni siquiera sabía que hacer, que una persona menor que él le dijera que lo ama y que es su primer amor quizá sonaba bello pero ante la sociedad no lo era del mismo modo.
En primera parte Sísifo sería el primero en anteponerse a esa idea, seguido de sus compañeros, dió un largo suspiro y miro de frente al griego.

- Siento dejarte solo pero necesito bajar a comprar algunas cosas.

Dégel comenzó a caminar rumbo a la entrada del templo dejando muy confundido a Kardia.

- ¿Y ahora que hago? - Se preguntó a si mismo al ver cómo el guardian de Acuario salía con pasos apresurados, después se giró levemente y miró para atrás del templo - Es hora de ir a molestar a Albafica... Manigoldo dice que es divertido.







Está ocasión no le importaba si los demás caballeros los encontraba a su paso, tenía un motivo para bajar y no se permitiría que Régulus se la pase encerrado de la misma manera que él lo hacía.
Necesitaba llegar lo más pronto posible a Leo y de una vez por todas dejar de en claro esos sentimientos en orden.
Sabía que algunos caballeros tenían su vida amorosa dentro del santuario, otros por fuera y cada quien se cuidaba sigilosamente que esas noticias no llegaran a oídos del patriarca.

En el amor no se manda y eso lo podía ver reflejado en el caballero de cáncer quien sentía un profundo amor por el caballero de Piscis pero este jamás le correspondería por qué él siente un afecto distinto a la joven de las flores.

Igualmente él pasaba por lo mismo porque justamente antes de que Defteros partiera al volcán de la isla Kanon lo había besado a manera de despedida pero jamás hablo con él sobre un sentimiento de por medio.
Kardia...
Aquel griego siempre estaba a su lado pero hasta la fecha no le ha demostrado un amor más allá que solo amistad.

Siendo así entonces aceptaría aquellos sentimientos del joven de Leo pero con una sola condición y esa era que jamás dijeran palabra alguna sobre ello.

Cuando ingreso al templo de la quinta casa se encontró con un sitio solitario, no se escuchaba ningún ruido cercano.
El sonido del calzado del francés hacía eco en ese lugar; poco a poco se fue adentrando para buscarlo.

Al llegar justamente en medio del pasillo miro a su izquierda y se dió cuenta que la puerta de su habitación estaba entrecerrada, con pasos sigilosos se fue acercando para poder ver si ahí estaba aquel chico que está enamorado de él.

- Régulus...

Lo llamo en un susurro al darse cuenta que se encontraba sentado en el rincón de su habitación abrazando sus piernas mirando por la ventana.

- Señor Dégel - Le respondió desanimado sin mirarlo de frente.

El francés cerró la puerta y poco a poco se fue acercando al joven de cabellos castaños para hablar de una vez por todas.
Al llegar frente a él, Dégel extendió su mano para ayudarlo a levantarse; Régulus alzó su mirada y al darse cuenta de este pequeño acto no dudó en colocar su mano sobre la de su gran amor y le permitió que le ayudará a levantarse.

- Pensé que ya no me quería ver.

- Ya te dije que no me hables de usted - Le respondió esbozando una sonrisa - La verdad soy yo quien te debe una disculpa, no me sentía muy bien después de lo que me dijiste.

La mirada del castaño cambio, nuevamente sus hermosos zafiro lucian apagados y sin una pequeña luz de esperanza.
Dégel tomo el mentón del contrario obligandolo  a mirarlo a los ojos, es ahora o nunca.

- Es bonito saber que formó parte de la vida de alguien más, eres una persona muy dulce y cálida que siempre está dispuesto a recibir a los demás con un sonrisa. Debes saber que estoy dispuesto a corresponderte pero con una sola condición.

La mirada del castaño cambio repentinamente, estaba ahora muy asombrado porque no sabía que le respondería aquella persona que ha querido desde hace tiempo atrás.

- ¿Cuál es?

Dégel se quedó callado unos momentos para poder formular aquella respuesta - Se que te involucaría en problemas si Sísifo se entera de esto, sumando a ello que me puedo llevar un gran castigo por amar a alguien más joven que yo, dame la oportunidad de ser yo quien te guíe en este maravillo mundo del amor - El francés tomó la mano del joven guardian de Leo y la colocó en su pecho para que pudiera sentir la misma sintonía de latidos - El amor es como una hermosa fantasía que se disfruta con la persona correcta... Si soy tu primer amor entonces permíteme demostrarte este sentimiento para que los dos vayamos juntos hasta donde se nos permita llegar.

Régulus se quedó sorprendido ante las palabras de Dégel, estos días había pensado que después de explicarle su sentir jamás volverían a cruzar palabra alguna ya que no había recibido respuesta.

Una sonrisa se dibujo en su rostro y sus pómulos tomaron ligero color carmesí, rápidamente envolvió al francés en un abrazo demasiado tierno porque este era muy diferente, podía sentir como los latidos del corazón de Dégel estaban acelerados.

Fue entonces que se tomó el atrevimiento de colocar sus brazos sobre el cuello del galo con la intención de acercarse a su rostro; Degel se dió cuenta de aquello, colocó una mano sobre la cintura del menor y la otra en su mentón para acercarlo un poco más.

Era su primer beso, uno demasiado dulce y tranquilo. Al sentir como sus labios rozaron se aventuró a profundizar ese ansiado beso colando un poco su lengua húmeda en la boca del contrario.
Aquello con lo que siempre había fantaseado se había hecho realidad.
Y el hecho de disfrutar la respiración cálida del francés cerca de él lo hizo sentirse hasta la cima del cielo, ese aroma impregnado en su piel le recordó por unos momentos a la calidez que lo envolvía Arkhes y su padre.
Ahora podía sentirse seguro nuevamente y como lo había prometido, él también podía proteger a Dégel, el niño adorable que alguna vez todos cuidaron y mimaron ahora había cambiado.

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Este no es el final, me había salido más largo y el capítulo cinco será el final.
Quien me entiende verdad? Jajaja
Los dejo con esta parte los quiero 🥰

No me trates como a un niñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora