CAPÍTULO 1

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- Era una noche oscura y fría, pero era normal estábamos en pleno invierno. La casa estaba en completo silencio a excepción de sus pasos acercándose a mi habitación para darme una de sus muchas charlas. "No eres normal" me dijo, "quieres que te prestemos más atención" me dijo, Ja pensé, me hicieron gracia todas y cada una de sus palabras. – dije mientras se me escapo una pequeña sonrisa. – lo único que hice fue pedirle que saliera de mi habitación, esa noche no estaba para tonterías. Más tarde me encamine al baño, me quedé mirando mi reflejo en el espejo mientras veía como caían mis lágrimas, no pestañee en ningún momento, me pareció que pasaron minutos y yo solo pensaba en ir a la cocina y coger un cuchillo para cortarme las venas y acabar con mi sufrimiento. Cada segundo que pasaba era una tortura, seguía luchando conmigo misma para no ir y coger aquel maldito cuchillo. Y entonces ocurrió, me había pasado la vida luchando contra este pensamiento, pero aquella noche me di por vencida y fui a la cocina, cogí el cuchillo más afilado y entonces solo me vinieron estas frases a la cabeza, "no sirves para nada", "guarra", "no eres normal", "asquerosa", "das pena", "no vas a tener futuro", solo podía escuchar eso y pensar en todas las veces que me llevé una paliza. Pero sabéis que, cuando escuchas eso todos los días al final te lo acabas creyendo. Así que sí, cogí el estúpido cuchillo y fui hasta su habitación, abrí la puerta y me acerqué a ellos y les clavé el cuchillo tantas veces como hizo falta, para compensar todas las veces que nos habían hecho daño a mi hermana y a mí. – hice una pausa, a causa del murmullo que se empezó a escuchar por la sala.

- Orden, orden en la sala por favor. – dijo la jueza – continué señorita González.

- Me acababa de mudar a Madrid para hacer un curso de diseño, y todas las noches recibía una llamada de mi hermana llorando. Mis verdaderos padres pusieron a Ronda y Chad como tutores en el caso de que ellos faltaran. Mi hermana tenía 4 años y yo tenía 9 años cuando nos mudamos con ellos. Cuando mis padres seguían vivos, ellos siempre nos trataron como si fuéramos de la familia, nos querían, pero todo cambio con su muerto, ellos estaban distantes, un día mi hermana cometió un error y rompió un objeto de la casa, hace tantos años que ya ni me acuerdo que fue lo que rompió, ese día me lleve la primera de muchas palizas y todo porque me metí en medio, no quise que se lo hicieran a mi hermana. Crecí y al cumplir 16 me fui lo más lejos que pude de ellos o bueno escogí un sitio que me gustara que estuviera lo suficientemente lejos, dejando a mi hermana sola a merced de dos monstruos, pero a vosotros no os interesa eso, lo queréis saber de verdad es lo que hice con el cuchillo. No lo planeé, eso es verdad, a mí ya no me pegaban, pero a mi hermana se lo hubieran estado haciendo muchos años más. Pensar en cómo estaba sufriendo, yo ya lo había vivido, nadie se merece pasar por una tortura como esa. Aquel día mi hermana me había llamado cansada de la paliza que le habían dado la noche anterior, desesperada cogí el primer vuelo hacia Barcelona y el resto es historia. Quieren que diga que lo siento, que me arrepiento de lo que hice, pues no, no lo hago, como voy a arrepentirme si esa decisión le salvo la vida a lo más preciado que tenía.

Mi abogado me miró enfadado, sé que tiene motivos para estarlo me acabo de cargar toda su defensa, pero no lo siento. Llevo toda la vida callada, como para no hablar ahora que ya están muertos.

Al ser juzgada por un acto que hice siendo menor no dejaron que nadie escuchara el veredicto, así que pocos minutos después de mi discurso me llevaron a una sala, esposada.

- Has sido muy tonta. – dijo mi abogado muy enfadado.

- No tenía elección no iba a permitir que culparan a mi hermana, la policía me encontró a mí en la escena.

- Pero no tenían pruebas suficientes para inculparte.

Justo después de decir aquello, entró en la sala la jueza.

- Señorita González, en vista de las pruebas entregadas por su abogado sobre el maltrato que sufrían su hermana y usted, he reducido su condena a 10, sin derecho a fianza, con pena revisable.

Dicho eso se fue y me dejo sola con mi abogado.

- ¿Podré ver a mi hermana antes de irme?

- Dudo que te dejen verla – hizo una pausa – ¡Dios! – gritó y le dio un golpe a la mesa. – Hugo no me va perdonar en la vida que no te haya salvado.

- Tu hijo podrá arreglárselas sin mí, ¿Podré verle a él también?

- Al él sí que puedo colarlo, ya que está haciendo las prácticas en mi bufete.

Poco después salió de la sala y yo me quedé esperando.


~Flashback~


Escuché un ruido que venía de la habitación de mis padres, parecían llantos. Corrí, como nunca en mi vida y al entrar, la vi. Sara tenía un cuchillo en la mano y el cuerpo inerte de mis padres yacía sobre la cama, mierda, pensé.

- ¿Sara, pero que has hecho? – le dije, mientras me acercaba a ella.

- Yo... Yo solo... – dijo entre llantos.

- Calla, no me digas nada más. Ahora mismo me vas a escuchar – dije cogiéndola por los hombros – Primero de todo quiero que te tranquilices, que te vayas a la ducha y te limpies toda la sangre del cuerpo, cuando acabes me llamas y trae toda esta ropa. – dije señalándola.


Me hizo caso y se fue directa a su baño, mientras escuchaba como caía el agua de la ducha, me giré y fui a mi lavabo y limpié el cuchillo para sacar las huellas de mi hermana, un rato después la escuche llamarme desde su habitación. Cuando llegué, me acerqué a ella, la abracé, no pude más y lloré con ella.

- A ver Sara, mírame, tranquilízate, deja de llorar y escucha atentamente todo lo que te voy a decir. Vas a llamar a la policía y vas a decir que has escuchado ruidos en casa y que vengan rápido, que temes que sea un ladrón, si te preguntan por mamá y papá diles que están durmiendo en la otra punta de la casa.

- Pero...

- No, cállate y escúchame, la has cagado, pero no vas a ir a la cárcel, todavía eres muy joven y no te vas a pudrir encerrada. Cuando llames ves fuera de la casa a esperar a la policía, del centro a casa hay unos 10 minutos, esta noche no hay servicio, porque es su día libre así que no nos molestará nadie. Después de llamar a la policía llama al padre de Hugo y dile todo lo que ha pasado, a él puedes decirle la verdad. Haz todo lo que te he dicho. Todo saldrá bien, tranquila. – no sé si esas palabras las dije para tranquilizarla a ella o a mí.

Mientras esperaba a que mi hermana se tranquilizara fui a lavar su ropa. A la vuelta cogí su móvil, marqué el número de la policía y puse el altavoz.

- Soy... soy Sara González, he escuchado ruidos en casa, creo... creo que hay alguien dentro.

- ¿Cuántos años tienes?, ¿Dónde están tus padres?

- Tengo 12 años, mis padres están durmiendo en la otra punta de la casa, me da miedo ir.

- Muy bien ya hemos localizado tu casa estamos enviando una patrulla, si estas cerca de la puerta de tu casa, sal fuera a esperarnos.


Colgué y me reí, a veces la policía podía ser muy predecible. Llevé a mi hermana a la calle y me encaminé a la habitación. Entré y los vi, muertos, llenos de sangre, esas dos personas me habían destrozado la vida, la muerte había sido una salida muy fácil. Tiempo después vi las luces y escuché las sirenas, ya estaban aquí. Una parte de mi sabía que esto también había sido culpa mía, si yo no me hubiera ido a estudiar fuera mi hermana hubiera tenido a alguien para protegerla, fui una egoísta y no me lo perdonaría en la vida.

- Manos arriba – hice lo que me pidió. – Helena González, queda detenida por el asesinato de Chad y Ronda González.


Me esposaron y mientras me sacaban de casa vi a mi hermana llorar en brazos de una agente, cuando ya estaba fuera me metieron en el coche.


~Fin flashback~

EN UN INSTANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora