III

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No podía créermelo, el que acaba de llamar en la puerta no podía ser mi prometido. No podía ser. Me quede de piedra. Mi padre le hizo pasar, Julián cuanto tiempo. Se saludaron como si conocieran de toda la vida, se abrazaron. 

Julián tenía la cara ovalada y pelo corto ondulado y negro. Su cara estaba limbia de pecas o cicatrizes y lo único que se podía ver era su sonrisa siniestra. Su ropa llamaba mucho la atención

-Beatriz por fin de conozco - dijo Julián.

Yo no respondí no me lo pedía creer, Julián no podia ser mi prometido. 

Subí a tropicones por las escaleras, y dí un portazo que resonó por toda la casa. Me daba igual que me echarán la broncadespués por ser descortés ante en invitado, bueno mejor dicho mi prometido. No me lo pordí creer, recuerdo un tiempo cuando le dije a mi madre que nunca me casaría y si me casara iba ser por amor. Recuerdo que mi madre se río y me miro con lágrimas en los ojos y me dijo:

-Espero que cumplas ese sueño. 

Y me sonrió con una sonrisa que ocupaba toda su cara, con esperanza en mí. 

Esa fue la última ves que le vi sonreír y eso pasó hace 10 años .

Ahora iba ser yo la que no iba a sonreír para no se cuanto tiempo.

Después de 2 horas llorando desesperada en la habitación, oí que alguien llamaba. No tenía ganas para hablar con nadie o se a que no respondí. La puerta se abrió y entro Julliet. Me hice la dormida.

-Ya se que no estás dormida, yo también me quede muy triste cuando papa me dijo que estaba comprometida. Pero lo fui conociendo y poco a poco me fui enamorando de él.-dijo Julliet intentando animarme.

-No es lo mismo, Julián tiene un historial negro. Mejor ni te lo digo lo que le hizo a su hermana o madre cuando no estaban de acurdo con él.

Me acordé de esa noche cuando me paré en una mansión enorme una muchacha pálida y con el vestido hecho jirones fue corriendo hacia mí, y me repitió una y  otra vez: Sálvame de ese monstruo, sálvame de ese monstruo...... 

Pero no tuvo más tiempo para hablar por que un hombre la agarró y se la llevó dentro de la mansión, mientras la chica no paraba de gritar y llorar desesperada.

Julliet se levantó y se fue, mejor no me apetecía hablar o ver a nadie. Me tumbé y después de un rato cuando me iba a dormir, entró la persona menos indicada para la ocasión: Mi padre.


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