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No sabe en qué momento fue que llegaron al departamento de Doyoung, pero sabe que están ahí porque reconoce la textura del sofá en el que está sentado. Está al borde de la disociación y se siente horrible. Todo a su alrededor da vueltas, sus oídos zumban y hay una creciente sensación de repudio creciendo en la boca de su estómago junto con la rabia que amenaza con combustionar en cualquier momento. Recuerdos borrosos de todo lo que hizo para que su mejor amigo no lastimase a nadie más llegan y se van de repente como flashes que aparecen frente a sus ojos. Su cuerpo vuelve a sentir todo lo que dejó que hiciera con él.

Doyoung aparece por el marco de la puerta con una taza de té en sus manos, luciendo avergonzado, y se la deja en la mesita de la sala para después arrodillarse frente a él a una distancia considerable.

ㅡ¿Por qué lo hiciste?ㅡ Silencio. ㅡMe dijiste que habías mejorado...ㅡ Más silencio. ㅡ¿Hace cuánto volviste a hacerlo?

ㅡNunca dejé de hacerlo, Jungwoo.

La mirada de Jungwoo se vuelve totalmente oscura, su corazón da un vuelco y empieza a perder la razón, sus manos temblando arrítmicamente.

ㅡ¿Por qué...? ¿Por qué no...? ¿Por qué no seguiste desquitándote conmigo?ㅡ Pregunta con la voz rota. ㅡ¿Acaso mis esfuerzos por que no lastimaras a otra gente fueron en vano? ¡¿Me dejé hacer todas esas cosas por ti en vano?!

ㅡJungwoo, lo siento.

ㅡ¡No! ¿Por qué realmente dejaste de acostarte conmigo? Porque si no fue porque mejoraste porque quisiste parar de herirme, tú...ㅡ Y en ese momento algo hace click en la cabeza de Jungwoo. Todos sus delirios parecen desvanecerse en el momento en el que recuerda con perfección lo joven que se veía la muchacha en aquel baile, como Doyoung quiso entregarse un par de semanas después de su cumpleaños número 20. ㅡFue porque ya no soy un adolescente, ¿verdad?

Doyoung no dice nada, y eso es respuesta suficiente para Jungwoo.

ㅡJungwoo, yo...

Intenta acercarse a él y comete el gran error de posar una mano en su muslo para llamar su atención, sin saber que su tacto era lo único que hacía falta para que algo dentro de Jungwoo estalle, golpeando y empujándolo hacia atrás.

Un golpe sordo fue el que acabó con la vida de Doyoung de manera casi que instantánea tras haberse reventado la nuca contra el borde de la mesita de vidrio.

La taza cae al piso por el impacto, y el té de moras no es el único líquido que se derrama por la alfombra esa noche.

Pequeñas gotas de sangre brotan y manchan levemente el suelo, pero el solo verlas desata un lío de voces en la mente de Jungwoo. Algunas de ellas se burlan de él, otras le afirman que lo que hizo fue lo correcto, otras lo abuchean y lo tratan de cobarde por haber asesinado a su mejor amigo.

Aún sin completa consciencia de sus acciones se sienta a horcajadas sobre el cuerpo aún tibio del azabache y vuelve a golpear repetidas veces la parte trasera de su cabeza contra la esquina puntiaguda de la mesa hasta que ambas se quiebran, salpicando más y más sangre por todas partes, desquitando toda la ira que tenía guardada.

Una vez rota la mesa se detiene y se desarma en llanto abrazándose con fuerza al cadáver de su amigo, aferrándose con todo al poco calor que todavía le queda. Pequeños pedazos de cerebro yacen por el suelo pero aún así no se siente culpable.

Después de unos minutos suelta el cuerpo sin vida del pelinegro y se vuelve a sentar en el sofá, esta vez recostando la espalda del todo en él, y se queda mirando el mismo punto en la pared que estaba mirando el día en el que Doyoung le confesó sobre sus fantasías.

Las horas pasan en lo que se sintió como un pestañeo. Jungwoo no ha dormido nada ni siente la necesidad de hacerlo, pero se levanta debido al calambre en sus piernas.

Lentamente se encamina al balcón mientras saca un paquete de cigarrillos de su chaqueta junto con un encendedor. La mañana se ve linda y eso lo hace sonreír de manera genuina, el tono azul fuerte que tiene el cielo se asemeja al color favorito de Doyoung, y jura que el canto de los pájaros es en su honor.

Se lleva el cigarrillo a los labios, tranquilo, lo enciende y le da una calada recostado contra la baranda. Y es ahí cuando la vecina del departamento de al lado sale y lo ve, con la ropa, las manos y un poco del cuello cubiertos de sangre seca, y empieza a gritar.

ㅡ¡Amor! ¡Llama a la policía, por favor! ¡Es urgente! ¡Hay un maníaco cubierto de sangre en el balcón de al lado! ¡Puede que hayan asesinado a nuestro vecino!

Y le da otra calada, como si nada, dejando que la inmensidad del cielo azul lo abrace, sintiendo como si se tratara de su mejor amigo consolándolo esta vez a él desde donde fuera que esté.

ㅡ¡Vuelvan a su cuarto! ¡No quiero que vean esto! ¡Alguien bloquee la puerta del departamento para que no escape!

ㅡ¡Vuelvan a su cuarto! ¡No quiero que vean esto! ¡Alguien bloquee la puerta del departamento para que no escape!

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ㅡ¿Ve, oficial? Tenía razón.

ㅡ¿Razón? ¿En qué?ㅡ Pregunta aún intentando procesar todo lo confesado por el muchacho.

ㅡEn que no tenía manera alguna de saber qué es lo que estaba viendo la mujer. Después de todo, me estaba viendo a mí.

nowhere to run - dowooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora