Capítulo Único

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No podía creer lo que estaba por hacer.
De verdad, era ilógico. Más viniendo de alguien calculador como él.
Debió desechar la idea de inmediato, pero una vez que la maldita posibilidad se metió en su cerebro, ya no pudo dejar de pensar en ello.

John y Mary iban a casarse. Y él estaba invitado.

Por supuesto, participar de semejante acto banal no era algo que le llamara la atención. Era una pérdida de tiempo 'celebrar' la unión de dos personas que ni siquiera estaban destinadas a ser; Mycroft sabía mejor que nadie que ella era un invento y que él amaba a su hermano. Ese matrimonio no duraría mucho.

Era tedioso pensar en el simple hecho de sociabilizar con las amistades de ambos. E ir a la iglesia. Seguramente el templo se desplomaría apenas pusiera un pie en su interior. Además, era obvio que lo estaban invitando por mera cortesía, y no por un genuino interés en su presencia.

Pero Lestrade estaría ahí, y eso lo cambiaba todo.

Porque Mycroft lo tenía vigilado desde hacía siglos, y era su primer oportunidad real de mantener alguna clase de contacto informal. Si bien ambos se reunían mensualmente, era sólo para intercambiar información sobre las actividades de Sherlock dentro del plano laboral. Claro, Mycroft jamás se había permitido insinuar absolutamente nada. Y la verdad, se moría por beber una copa con él y conocer su costado informal, pero no sabía cómo llevar la conversación hacia ése lado. Mucho menos invitarlo a una cita. Declarar sus intereses jamás le había resultado simple.

Y allí estaba, debatiéndose frente al espejo si debía ir o no, con una corbata en cada mano. Una que hacía resaltar sus ojos y otra más sobria, que lo ayudaría a pasar desapercibido en la recepción.
Porque, claro, estaba a punto de ceder. Y si iba a dejar de lado todas sus convicciones y todas sus reglas, quería deslumbrar a Lestrade. O al menos hacer que su presencia no sea ignorada.


Sábado 18 de mayo, con el reloj marcando las 11.45. Sutton Mallet, Somerset.

Se sentía ansioso y no sabía si había tomado la decisión correcta. Se acomodó el nudo de la corbata y respiró profundo antes de descender de su lujoso Sedán negro, perdiendo toda barrera de protección entre él y el mundo exterior. Se colocó las gafas de sol y volvió a respirar profundo antes de poner su mejor sonrisa y acercarse hacia la puerta de la iglesia. Metió las manos en los bolsillos y observó a su alrededor; de inmediato divisó a Sherlock charlando con la cabellera plateada que deseaba encontrar. Tragó saliva al verlo en ese traje azul que le quedaba impecable. No sabía cómo acercarse, por lo que optó por sentarse en uno de los últimos bancos a sentirse miserable de su falta de valentía. ¿A quién engañaba? Las posibilidades de un acercamiento de índole íntima eran nulas.

Primero, Lestrade no demostraba interés por los hombres.
Segundo, él no era atractivo.
Tercero, no tenía nada para ofrecerle.

Suspiró algo apenado y levantó la vista únicamente cuando la ceremonia dio comienzo. Por supuesto, rió internamente en el intercambio de votos; le parecía una cursilería decadente que esos dos se prometieran amor eterno, cuando sabía que aquella relación tenía los días contados. Aun así, lanzaba miradas esporádicas hacia el sitio donde Lestrade parecía disfrutar de toda la parafernalia, rodeado por la señora Hudson y Molly Hooper. Sintió una punzada de celos al ver como ella le tomaba el brazo para salir cuando todo hubo terminado; quería ser él quien pudiera ser dueño de cada rincón de su cuerpo.

Encendió un cigarrillo cuando estuvo alejado de la iglesia, mientras todos se tomaban fotografías, luciendo extremadamente felices. Claro, él prefería mantenerse al margen de todo eso. Tan perdido estaba en su intensión de encontrar a Lestrade entre los concurrentes, que no se percató de la presencia de Sherlock a su lado.

What a beautiful weddingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora