Capítulo I

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"Dos chiquillos traviesos"

Sus manos bailaban de un lado al otro, ansiosas por seguir la pieza. La música, resonante en su cabeza, la tentaba a pararse y comenzar a bailar ahí mismo, pero sabía que de hacerlo así se desharía todo el glorioso peinado que su madre le había ordenado mantener esa mañana. Por lo tanto, solo se limitaba a mover las manos de acuerdo al dinámico compás.

Era una de sus piezas musicales preferidas, parte del ballet El Cascanueces, aquella escena en la que los ratones aparecen para llevarse a Clara y esta es rescatada por el cascanueces. Pero, aunque ella no formó parte de aquel acto ni una sola vez, en sus descansos, se dedicaba a observar a sus compañeros tras bambalinas, y sin darse cuenta, acabó memorizándose la coreografía entera.

No soporto ni un segundo más, se levantó para proseguir con su danza, sin importarle los futuros sermones que recibiría, pero se vio interrumpida por los repentinos golpes en la puerta y la vacilante voz de una de las sirvientas.

-Señorita Tn, la están esperando abajo –anunció, abriendo temerosamente la puerta. Era una chica nueva, parte del grupo de señoritas que habían ingresado a trabajar a la mansión ese mes. La joven había ingresado sin esperar aprobación, error que no pasó desapercibido para la Vandergold que -un poco sorprendida- recordó:

Son un poco torpes al principio, deles una semana para que se adapten a sus rutinas señorita, eso es lo que le había dicho su nana el día que llegaron, y justo como predijo, la mayoría se acostumbró rápido a sus quehaceres. Pero esta joven en particular temblaba al darse cuenta de su error.

Por lo tanto, con una sonrisa en el rostro y una voz apacible, la joven Vandergold le dijo.

-Tranquila, no suelo molestarme por errores como estos –la joven dejó de temblar y asintió más relajada. Tn continuó- Diles que enseguida bajo –dicho esto, la sirvienta hizo una reverencia en forma de despedida y despareció tras cerrar la puerta. Apenas vio su figura desaparecer Tn corrió hacia el espejo, preocupada de que hubiera alguna imperfección en su imagen, pero suspiró al ver que todo estaba en orden. Vestía un vestido celeste, estilo victoriano, con mangas ligeramente abombadas y una falda simple que acompañaba de forma excelente al delicado encaje en la parte del escote, resaltando así el collar de perlas que lucía en su cuello.

Era un atuendo simple y cómodo qué, para tranquilidad de ella, su madre le permitió usar y no así insistir en algo más glamuroso. De hecho, eso había sorprendido mucho a la joven, tal vez la marquesa había perdido la esperanza de comprometer a su hija, o simplemente quería aparentar simpleza y humildad ante el conde.

Alejada de estas dos posibilidades, Tn creía que Madam Ritta temía que el conde no fuera a llegar aquella tarde y le permitió vestir de forma simple, por si en el peor de los casos, la joven tuviera que disimular. Así evitarían un tiempo los malos rumores y la vergüenza.

Pero, para mala suerte de la muchacha y alivio de Madam Ritta, el muchacho si se presentó aquella tarde, con algo de retraso, pero llegó.

Tn suspiró, un tanto enojada por esto último, y alzando la vista decidió darse un último aliento.

"Solo falta uno más y ya no tendré que soportar este infierno" se dijo.

Decidida, dio un pequeño giro sobre la punta de sus pies y sin esperar más salió de la habitación.

Recorriendo apresurada el largo pasillo se puso a recordar los eventos de aquellos últimos meses. El cómo una sola tarde y unas cuantas tazas de té bastaron para que la joven deseara con fervor acabar con su vida ahí mismo.

Hija mía, es imperativo que te cases

Fueron las palabras de su sentencia.

Dichas por su padre. Apoyadas por su madre.

Resiliencia ~Tsukasa x Tn~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora