Like sand [BajiFuyu]

6.

La luz rojiza del atardecer iluminaba toda la calle mientras llegaba al complejo de apartamentos. Subí al quinto piso, dónde vivía Baji y pique a la puerta. Me abrió con una enorme sonrisa, habían pasado casi cuatro años desde que todo lo que conocía había cambiado y, aunque en ese entonces creía que era un sueño ahora estaba seguro de que no lo era. Al menos en términos científicos porque para mi si se sentía como uno. Los diecinueve años le habían sentado bien a Baji, o quizá era estar conmigo lo que le había sentado bien, ahora sonreía más y, aunque seguía teniendo esa actitud de perro gruñón, se había vuelto un poco más sociable. Había crecido hasta ser casi tan alto como Draken y había tomado decisiones estéticas con las que yo no estaba completamente a favor, como raparse los laterales de la cabeza o hacerse el piercing de la nariz. Se acercó a darme un beso.

- ¿Cómo ha ido el día? – preguntó dejándome pasar.

- Bien ¿Ya se ha ido tu madre? – dije mirando alrededor.

- Si hará una hora o así, no vuelve hasta el martes, por lo que todo esto son mis tierras ahora. – dijo alargando los brazos y mirándome con una sonrisa. - ¿Tienes muchos deberes?

Negué con la cabeza, iban a hacer ya dos años que Baji había dejado los estudios para empezar a trabajar en una tienda de mascotas, por lo que las clases de preparatoria se habían vuelto bastante más aburridas sin él. Pero también me venía bien para concentrarme y aplicarme más en mis estudios, si quería entrar en la escuela de aviación tenía que mejorar un poco mi media.

- No, no te preocupes, podemos ir a la fiesta de esta noche, solo necesito ducharme y comer algo.

- A lo primero siéntete como en casa y a lo segundo... - Baji corrió a la cocina sacando una bandeja de galletas con el intento de forma de gatito. - ¡Ta chán! Las he hecho yo solo.

- ¿No habrás vuelto a confundir el azúcar con la sal, verdad? – cogí una galleta y la olí dándole un vistazo

- No, están buenísimas, pero no las pruebes si no quieres. – resopló con el ceño fruncido al observar como dudaba de sus capacidades de cocina.

Mordí una notando como el sabor a vainilla invadía mi boca, Baji se había preocupado de hacerlas de mi sabor favorito. Sonreí antes de decirle lo buenas que le habían salido. Lo que hizo que gritase para celebrar su triunfo. Entré en su cuarto para buscar algo de ropa limpia observando la invasión sutil que había hecho en su armario. Cogí una de las sudaderas que tenía ahí y ropa interior limpia antes de meterme en la ducha. Me sentía como en casa, o mejor dicho, Baji y su madre se habían preocupado de que me sintiese así Habíamos pasado los últimos años alternando nuestra vida entre su piso y el mío, intentando pasar el máximo tiempo juntos. A pesar de vivir a solo unas escaleras de distancia nuestras madres ya estaban acostumbradas a que durmiésemos día si y día también con el otro. Ninguna de las dos pareció sorprenderse cuando oficializamos la relación ante ellas, ni nos pusieron ninguna objeción, más bien al contrario, estaban contentas de que fuésemos felices. Y aunque ninguna de las dos hubiese puesto pegas, a lo que estábamos totalmente agradecidos, si era difícil e incómodo hacer cosas de pareja con ellas en casa, por lo que cuando Baji me dijo que su madre se iba cinco días a ver a sus abuelos me faltó tiempo para avisar a mi madre de que esos días no dormiría en casa. El viaje de la madre de Baji había coincidido afortunadamente con la fiesta que había organizado Koko, por lo que había sido un doble premio para nosotros.

Al salir de la ducha Baji estaba tumbado en el sofá viendo la tele mientras comía algunas de las galletas que había hecho. Sonrió maliciosamente cuando me vio aparecer sin pantalones y no tardó en levantarse del sofá para besarme mientras acariciaba mis piernas desnudas.