III

238 23 3
                                    

Eijirō se despertó al sentir un puesto vacante al otro lado de su cama matrimonial, lado que aún conservaba el calor del otro. Por ende, supo que el otro no hacía mucho que se había levantado. Se sentó sin tener muchas ganas de iniciar su día y caminó hacía la cocina, donde estaba su pareja.

—Creí que te despertarías más tarde por ser tu día de descanso.— Comentó el rubio al sentir la presencia del pelirrojo, quien con pasos lentos se acercó y rodeo la cintura ajena con sus brazos. —Oye

—Me hacías falta en la cama.— Murmuro, dejando caer su cabeza sobre el hombro del rubio, quien sólo lo dejó ser ya que no le afectaba ni estorbaba. Continúo con lo que estaba haciendo antes de que su pareja llegará a interrumpirlo, aún quedaba una hora antes de que tuviera que irse a su trabajo y tantas ollas en el refrigerador no se veían bien, por lo cual se había puesto a cambiar la comida a trastes más pequeños que a penas ocuparían la cuarta parte del refrigerador, o tal vez menos.

Así estuvo un rato, hasta que vio que necesitaba moverse hacia el refrigerador para guardar por fin los tapers, pero el pelirrojo no le dejaba moverse de dónde estaba. —Eijirō, necesito guardar esto.—Dijo con tranquilidad, el pelirrojo dejó de recargarse y estiró sus manitas. Se había despertado y no lo había ayudado, lo mínimo que podría hacer era llevar esos trastes al refrigerador.

Katsuki sonrió y le entrego los recipientes a su esposo, cuando estaba adormilado parecía un niño.

—¿A qué hora regresarás el día de hoy? — Preguntó el pelirrojo una vez que cerró el refrigerador.

—No lo se, supongo que temprano— Contestó antes de irse hacía su habitación a cambiarse, o más bien a ponerse una playera a los minutos regreso y se aseguró de tener la atención de su pareja para dejarle instrucciones—Recuerda separar la ropa de color de la blanca antes de meterla a la lavadora porque la ropa blanca se pinta de colores, a la ropa se le echa blanqueador a menos de que sea de poliéster y...—Sus palabras se vieron interrumpidas cuando el menor tomó las manos del rubio entre las suyas antes de hablar.

—Y se le debe echar dos tapitas de suavizante, no directo o puede pegarse a la ropa y se debe volver a lavar, lo se.—Sonrió y Katsuki apartó la mirada, demasiado brillo para ser de mañana—Puedes ir tranquilo yo me haré cargo de los quehaceres del hogar

—Sólo... No quemes nada, por favor.

—Sólo queme un trapo por accidente, y eso fue la semana pasada.

—Por eso lo digo.— Katsuki se puso los zapatos y se aseguró de llevar todo antes de abrir la puerta de su departamento.  —Te veo al rato Eijirō.

Sin decir nada más cerró la puerta detrás de él, si se apresuraba tendría la suerte de no encontrarse con su vecina del piso de arriba, tal vez deberían considerar cambiarse a otro edificio libre de acosadores.

[...]

Cuando Katsuki llegó a su agencia, lo primero que hizo fue ponerse parte de su traje de héroe. Hoy iba seguir sumergido en la biblioteca de la agencia en busca de una pista sobre el poder del villano al que se enfrentan, sólo sabían que ese poder tenía que ver con las sombras, no sabían si era hombre o mujer, mucho menos si hubo otros portadores y era precisamente por eso que muchas agencias se unieron en la investigación, querían evitar un desastre.

—Bakugō—El nombrado se detuvo y volteo a ver al dueño de la agencia donde trabajaba. El hombre le entrego un folder y no pudo hacer más que alzar una ceja antes de recibirlo.

—¿Qué es esto?—El mayor le hizo una señal para que lo abriera y así lo hizo, pero eso no resolvió sus dudas.  —Chica perdida desde hace cuatro años.—Frunció los labios antes de cerrar el folder.  —¿Eso no lo debe investigar la policía?

¡Tengamos un bebé! [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora