Can I Go Where You Go?

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Tenía este escrito guardado y sin revisión desde el año pasado y hoy por fin me decidí a publicarlo. Perdonen si está mal redactado o con faltas de ortografía. Sentí la necesidad de hacerlo público.

Basado en la canción "Lover" de Taylor Swift.

Disclaimer: Tokyo Revengers y sus personajes no me pertenecen, son de Ken Wakui.

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Cuándo Pah y Peh les entregaron por fin, las llaves de su nuevo hogar, sintieron la dicha de estar formando una familia en toda regla. Después de haber trabajado tanto, de haber buscado un lugar acogedor, un poco de ayuda de Emma y su querida amiga Hinata, ya estaban listos para dar ese paso. 

Habían visitado el Ikea, para encargar algunos muebles. También, en el antiguo dojo, guardaron cosas que iban comprando con algún ahorro extra. Shinichiro estaba orgulloso de haberlos visto crecer. Emma comentó que la vieja casa de los Sano, se sentiría vacía sin ellos ahí, pero entendía que necesitaban su propio espacio. Ambos abrazaron a la pequeña rubia, se sentían agradecidos por la última oportunidad que la vida y Takemichi les habían dado para poder hacer las cosas bien. Esta vez, nadie se iría y no habría nada que lamentar. 

Su unión había sido sencilla, los amigos más cercanos estaban ahí, decoración sobria con tonos blancos y dorados. Mikey usó un traje blanco y Draken, uno negro. Se juraron amor eterno frente a su gente y frente a un Dios que, si existía, no les juzgaría. Contrariamente a las estúpidas leyes humanas. Realmente no importaba, estaban ahí teniéndose el uno al otro, con dos argollas preciosas que se habían entregado al darse los votos de amor. Ken juró amarlo y protegerlo hasta que la muerte los separara y Majiro sabía que esos votos sólo le reafirmaban lo qué sintió cuándo se miraron por primera vez. 

Se amaban, nadie podía negarlo, se notaba en cada mirada, en cada sonrisa, en cada toque. Todos lo sabían, ese par se había amado desde el principio. Ellos tenían un amor qué había rebasado el tiempo y la muerte. 

Mikey sonrió al ver a Baji ser feliz, no sólo había recuperado a su antiguo amor, también había logrado conservar a Chifuyu a su lado. Draken y él aún se preguntaban cómo es qué Hanemiya y Matsuno habían aceptado esa propuesta, pero jamás les habían visto tanta felicidad. A veces, el amor no llega en un solo molde. Y esos tres, tenían un pacto de amor eterno. 

Mirar a sus amigos siendo felices y realizando sus sueños, hacía que su pecho se llenara de una sensación cálida. El pensar que hubo un momento en que se perdió todo eso, le estrujaba el corazón. Ahora que le habían regalado otra oportunidad, no dejaría ir nada. Atesoraría cada minuto junto a la gente qué más amaba. 

Manjiro se despertaba antes qué Kenchin, preparaba café y jugo de naranja. A veces, cocinaba huevos revueltos, otras veces pan francés. Luego, levantaba a su esposo con un beso. Le veía prepararse para ir al taller, se veía más guapo con el pelo teñido de negro. Lo despedía desde el umbral de la puerta y Draken le susurraba un "Te amo" para luego montar la Zephyr y encaminarse rumbo al trabajo. 

Mikey también conservaba la Babu qué Shinichiro le regaló, era una de sus posesiones más valiosas. A veces, no creían que un chico qué se veía rudo pudiera hornear galletas y pasteles tan deliciosos. El sueño de Mikey de tener su propia repostería, tomó forma meses antes de que Draken le pidiera matrimonio. Ahora, Sano's Bakery era una de las tiendas más reconocidas de Shibuya. 

A Draken y a Mikey, les encantaba recibir a sus amigos en casa. Preparaban tablas de quesos y botellas de vino para las reuniones, se quedaban conversando y recordando sus aventuras de niños. Las veces en las qué se coordinaron para romper las caras de los qué se atravesaran en sus planes de conquistar Tokyo, cómo lo prometieron esa madrugada de año nuevo en el muelle. Ahora qué eran adultos, se reían de sus ocurrencias. Sin embargo, sabían qué lo habían hecho, a su manera. 

Disfrutaban la compañía pero, también amaban sus momentos en pareja. Sentados en el sillón, enrollados en una manta y acariciando a Kuro, el gatito negro que Chifuyu les regaló el día qué inauguraron su preciosa casa. 

Mikey se sentía orgulloso de llamar "esposo" a Draken, le amaba demasiado, desde niños. Amaba su seriedad y lo espontáneas qué a veces eran sus risas, sus facciones duras pero, qué eran capaces de regalarle sonrisas hermosas. Sus manos fuertes, sus brazos qué siempre lo sostuvieron, su pecho fuerte donde amaba acurrucarse. Manjiro lo tenía todo estando junto a él, su corazón. 

Por su parte, Draken se sentía en plenitud. Había logrado cada uno de sus sueños. El taller, sus amigos a salvo y sobre todo, Mikey estaba con él. Donde fuera que estuviera, si Manjiro estaba a su lado, ahí sería su hogar. Seguir a su enano desde que lo conoció hasta el fin del mundo, había sido la mejor decisión de su vida. 

Ambos disfrutaban pasar el tiempo con sus amigos y sus momentos en pareja, deseaban que la vida transcurriese en paz, amandose y siendo felices hasta que la muerte los separara momentáneamente. Estaban totalmente seguros que aún en el más allá, se volverían a encontrar. 

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Gracias por leer... Regresaré a mi cueva de Hiatus porque estoy odiando el manga, actualmente. Les amo 💖








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