4. Bendito vaso de agua

14 3 0
                                    

Esa noche tras la despedida de sus padre, Gía durmió en el hospital cuidando a su hermano. Observaba las estrellas desde la ventanilla y no podía parar de pensar en Mateo, en su carita angelical, su cabello alborotado y sus ojos color café, que le recordaba a aquella bebida que le agradaba tanto a sus padres y que muy a menudo les preparaba. Pero en lo que no podía parar de pensar era en sus labios rojizos, que se movían con tal gracia que daban ganas de...   
Rápido hizo un ademán con la mano de apartar esos pensamientos de su cabeza.
«Ohh, pero que me está pasando, ni siquiera le conozco y ya estoy pensando en... »
Hizo a un lado esa tentadora idea y se dispuso a sentarse en el “cómodo” sillón de acompañante que quedaba a la derecha de su hermano que yacía tumbado en la cama muy bien dormido, parecía un bebé.
En la mañana Gía despertó al sentir el sonido de la puerta al serrarse, era la enfermera que verificaba si Ángelo había pasado bien la noche.
- Enfermera buenos días, cómo se encuentra mi hermano.
- Buenos días, todo bien, si continúa así el médico le dará de alta mañana.
- Uffff que bien, eso quiere decir que no fue nada grave.
- No, no hubo mocho daño y tu hermano es joven y saludable. Por cierto como has pasado la noche.
- Bien gracias, el sillón está un poco duro pero pude dormir.
- Bueno hasta luego, ya he terminado.
- Gracias enfermera
- No hay de que, solo hago mi trabajo.
Es muy simpática «pensó Gía» y en ese momento despertó Ángelo.
- Hola hermanita, cómo has pasado la noche en ese “cómodo” sillón «quisiera borrarle esa sonriza de un guantazo..pensó mi yo interior  agresivo»
- Púes no me ha maltratado tanto.
- Y mamá no ha venido aún
- Aquí estoy
- Bueno mamá espero que hallas traído algo de comer porque muero de hambre
- Si traje desayuno para los dos, se que siempre se despiertan hambrientos.
- Date prisa mamá que ese olor me está volviendo loco.
- Ya ya voy, por cierto anoche telefoneé a Marta, la vicedecana de la facultad y le avise que faltarías unos días y también a tu profesora G para justificar tu ausencia a la escuela el día de hoy.
- Gracias mamita, mua sabes que te amo
- Si si está bien, que quede claro señorita que sólo porque es viernes y pasaste mala noche, así que no te acostumbres.
- Ummm, mamá esto está muy rico – decía el glotón de mi hermano con la boca llena
- Gracias amor, lo hice con mucho cariño para los dos, pero come despacio y deja algo para tu hermana. Anoche de camino a casa hable con tu padre y vamos a organizar una cena para Mateo.
- Bien mamá yo le digo, pero...
- Pero nada dile que no se puede negar.
- Está bien cuando venga en la tarde yo le digo.
- Bueno yo ya me voy que necesito un baño con urgencia.
- Gracias sis por cuidarme, te quiero
- Hay si ahora me adoras...hipócrita
- G no le hables así a tu hermano y duerme un rato si, ven a darme un beso antes de irte mi nenita

Un rato después....

- Uffff al fin en casa...a por una larga ducha.

«Esos ojos azules, esos labios rosados y delicados, necesito verla otra vez, estará ahí en la tarde» Pensaba Mateo distraído como abducido por los aliens
- Amor, amor...
- He...que paso...dime
- Oye que te pasa, estas muy raro, como ausente, te decía que ya llevamos mucho tiempo saliendo y no me has llevado a conocer a tus padres.
- Lo siento estaba pensando algo importante, pero Maura ya te dije que mi familia es muy complicada y todavía no estoy preparado para ese paso.
- Siempre me dices lo mismo y yo lo que creo es que no me quieres lo suficiente
- No digas eso, si te quiero pero.....
- Si como no tú y tus peros, ya estoy arta, contigo siempre es lo mismo, que si no estoy preparado, que mi familia es complicada, que somos muy jóvenes para tanta seriedad... blabla
- Oye ya está bien, te dejo que tengo que entrar a clase sí.
- ! Yo también tengo clases ¡ dijo una Maura muy enojada, alzando un poco la voz, en su rostro de tez normalmente pálida era evidente el cabreo y sus ojos que eran alegres reflejaban una mirada acusadora, frunciendo el seño giro en sí misma y se alejó moviendo su larga, rubia y lacia melena
Mateo se paso el resto del día ansioso a que llegara la tarde para ir al hospital, con la ilusión de que Gía estuviese allí.
En el último turno de la tarde, ya inquieto tomó una decisión, se puso en pie y se dirigió hacia la puerta.
- Sr. Mateo adonde va, aún no ha terminado la clase.
- Lo siento profesor pero no me encuentro bien, voy al hospital para que me examinen, me duele mucho la cabeza «si pero de tanto pensar en los labios de la wapa Gía Donnell» pensó.
- Espere un poco, deje que uno de sus compañeros le haga compañía, Sr. Carlos por favor sería tan amable de...
- No profesor, no hace falta, no es que esté impedido ni nada
- Bueno avise cualquier cosa
Y salí de allí pitando, loco por ver a mi nueva musa...digo a mi querido amigo

Equivocado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora