8. Un estúpido en mis sueños

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Esa noche al acostarme no pensaba en nada más que en como pueden cambiar las cosas en sólo segundos.

De repente me encontraba en un lugar súper raro que nunca había visto, estaba todo muy oscuro y tenía mucho frío, púes soplaba una brisa con olor a agua salada, creo que era una costa, sólo se escuchaban gritos, unos gritos de desesperación.
Miraba para todos lados pero no veía el origen de aquellos horripilantes gritos de auxilio. Caminé como loca pero era como andar a ciegas, los gritos se hacían cada vez más fuertes y comencé a correr hasta que tropecé y al caer mi tobillo quedó atrapado en un agujero, estaba tan oscuro que no podía ver mi propia pierna, traté de deshacerme de mi atadura, tras unos minutos de intentarlo me di por vencida porque ya estaba agotada.

Por un momento me había olvidado de los gritos, ya no los oía, ahora escuchaba un ligero movimiento y pude ver a una persona que no muy lejos de mi colgaba del mástil de un barco, creo que era un hombre, mis pupilas ya se iban adaptando a la oscuridad y podía ver mejor, quería ayudarle pero no podía liberarme del agujero, me quede así por un rato hasta que tuve una idea, si no salía el tobillo entonces tenía que hacer el agujero más amplio, y comencé a cavar con ambas manos, era como arena pero una arena gruesa, como rocas trituradas en fragmentos muy pequeños, en pocos minutos pude liberarme pero me dolía mucho el tobillo y sangraba, entonces corrí con dificultad hasta donde estaba colgado aquel hombre, cuando me fui acercando pude ver su cabello oscuro todo salvaje y despeinado, me di cuenta al instante que era Mateo.

Madre mía, no me lo podía creer era él de verdad, tenía ambas manos atadas al mástil de un barco abandonado. Estaba como a 5 o 6 metros de altura y en cuanto me vio comenzó a gritarme que lo ayudara, que temía a las alturas, yo no sabía que hacer, nunca en mi vida me había subido a un barco y mucho menos escalado un mástil y menos aún en esas condiciones. No se cómo podía aguantar el peso de Mateo. A la madera de color oscuro y con mucho musgo se le notaba el paso de los años. No me lo pensé dos veces y comencé a buscar algún objeto filoso para poder cortar la cuerda, a pocos metros localicé una botella de cerveza vacía, la rompí y en un instante ya estaba subiendo aquel mástil como toda una experta, hasta yo me asombré de no sentir miedo a caer, sólo quería llegar a Mateo, salvarlo, tenerlo entre mis brazos y brindarle protección.

Cuando llegué arriba le abracé muy fuerte y él me susurró al oído
  
«tardaste un poco princesa... te estaba esperando»

O sea, quisieran haber visto mi cara, no podía creer lo que escuchaba. Esto estaba pasando de verdad o sólo era una invención de mi mente...

Me costaba  respirar, no podía moverme, o sea estaba petrificada. Logré mover los labios y lo único que pude decir fue...

– Cómo???...

Necesitaba respuestas pero ya

- Estaba esperando que  vinieras a rescatarme y no me defraudaste...gracias. Ahora sólo quiero besarte y creeme, será mucho mejor que la última vez.

Yo no reaccionaba, sólo vi sus labios acercándose a los míos y justo en ese momento me desperté sobresaltada, mirando a todos lados buscandole, todavía me sentía la piel helada...d verdad todo fue un sueño... 
Era tan real que aún sentía rabia y desesperación al mismo tiempo, no sabía como sentirme, estaba sonriendo pero a la vez estaba enfadada, con muchos sentimientos encontrados. Sentía una ira creciente en mi interior. Joder, como podía ponerse en peligro de esa forma sólo para que yo lo salvara, lo viera frágil y me compadeciera de él, o sólo se refería a que estaba esperando a que alguien llegara «te estaba esperando». Esas palabras retumbaban en mi cabeza, pero al final no se por qué estaba tan enfadada si fue un sueño no más.  Me invadía la consternación.

Dioses...el muy cabron ahora invadía hasta mis sueños
  – Estúpodo imbécil, qué se ha creído «maldije en un susurro»

Al levantarme mi cabeza daba vueltas, tuve que sujetarme del borde de la cama mientras mi mundo giraba fuera de control. Luego de darme una ducha fui a por algo de comer a la cocina, tenía mucha hambre y se me antojaban unos huevitos revueltos.
- Buenos días bella durmiente
- Hola hermano y mamá y papá??
- Trabajando pues, que hora crees que es. Oye por cierto, no tienes escuela hoy.
- Si, bueno en realidad no, en la tarde tenemos programada una visita a un museo de la ciudad para una clase de historia.
- Que bueno, yo adoraba esas visitas, como eran aburridísimas no le prestabamos mucha atención y  nos dedicábamos a hacer travesuras y jugar a las escondidillas.
- Que niñatos, no es menos cierto que las niñas maduramos más temprano que los niños, en la prepa y aún jugaban a las escondidillas.
- Si pero nos escondíamos en pareja, ya te puedes imaginar.
- Oye al final no me has contado todavía como ocurrió el accidente.
Mientras me tomaba una taza de  café con leche escuchaba muy atenta a mi hermano.
-  Es que no hay mucho que contar, regresábamos Mateo y yo de casa de un compañero de la Uni que vive fuera de la ciudad, yo iba manejando la moto, había llovido y las ruedas resbalaban un poco, entonces un coche se dirigía hacia nosotros a mucha velocidad, intentamos esquibarlo para evitar colisionar, el auto se salió de la carretera, no le pasó nada pero yo perdí el control, caímos a la izquierda y apoyé la pierna para tratar de amortiguar la caída, creo que por eso me fracture pero también gracias a eso y a que llevábamos puestos los cascos no pasó a mayores.
- Crees que no fue nada y terminaste en un salón de operaciones.
- Pudo haber sido peor y no lo fue, además eso le pasa a cualquiera.
- Pero te pasó a ti, espero que no te vuelvas a subir a una moto en tu vida.
- Qué, estas loca, todo el que maneja ya sea un auto una moto, lo que sea corre el riesgo de tener un accidente y no voy a ser el primero ni el último ok.
- Si pero no te da miedo, casi te matas.
- Venga sis que tampoco fue para tanto y no, no tengo miedo sabes que las motos son mi pasión, solo que voy a tener más cuidado.
- Estoy segura que mamá no te va a permitir que...
- Mamá no me lo puede prohibir, ya estoy bastante grandecito no crees.
- Y tu no crees que cada vez que salgas de casa  conduciendo una maldita moto todos nos vamos a estar muriendo de la preocupación.
- Bueno ya, eso lo hablamos luego.

El resto de la mañana transcurrió tranquilamente hasta que Rou pasó a buscarme en su nuevo auto. Cuando salí de casa iba distraída marcándole a mamá, Rou hizo sonar el claxon para que me apresurara, levanto la mirada y ...waoooo estaba flipando
Me quedé muda de la impresión, mi amiga iba en un auto increíble, Ferrari 458 Italia de color gris y neumáticos como de unas 20 pulgadas, lo sé porque los Ferrari son los autos favoritos de papá.
- Me dijiste que tenías auto nuevo pero no que eran así de impresionante.
- Fue el regalo de mis padres
- Parece que les fue bien en Italia
- Papá quería que fuera rojo, menos mal que mamá tiene buen gusto
- Está increíble, y de tu color favorito después del negro y el blanco
- Si el gris es la perfecta fusión de ambos, que milagro que mamá se acordó.
- Tampoco seas tan dura con ellos
- Yo no lo esperaba hasta después de la graduación, hubiera preferido como regalo que se quedaran por más tiempo.
- Y cuando se regresan a Italia
- Dentro de tres días
El resto del viaje lo pasamos en silencio, Rou estaba un poco triste y cada vez que intentaba decir algo me contenía, en esos momentos ella prefería solo compañía y un cálido abrazo.

Al llegar a la entrada del museo, estaban presente casi todos y quedaron con la boca abierta, sobre todo la presumida de Válery que no disimuló muy bien la envidia que se reflejaba en su rostro. Jessica fue la primera en felicitar a Rou.

- Gracias Jess, luego damos una vuelta, le contestó Rou.

Jess además de Rou es una de las pocas amigas que tengo, amigas de las de verdad que están ahí para ti cuando necesitas un abrazo o una palabra de consuelo.
Los chicos felicitaban a Rou mientras examinaban el auto y otros bromeaban, - me llevas de paseo esta noche, dijo el pesado hermano de Jess.
- Bueno vas a tener que hacer la cola Jackson.
- Jjjj el turno de esta noche ya está reservado querido Jack – dije en tono un poco sarcástico.
- Y a donde van las princesas, necesitan compañía o es un paseo privado
- No que va, sólo que a donde vamos le está prohibida la entrada a  los gilipollas.
- Jajaja bien dicho G – Entre risas chocamos las palmas, como muestra de camaradería que siempre hacíamos cada vez que algo nos salía bien.
- Ya deja de molestar Jei – Lo regañó Jess
- Ya vale hermanita, que pesada, no me puedo ni divertir un rato
- Pesada... pesado tú que no dejas de molestar a mis amigas, deberías de buscarte una novia.
- Ya ya ya me voy   –se alejó dando zancadas, manos en bolsillos y creo que un poco sonrojado.
- Creo que le gustas G
- Yooo, como voy a gustarle si desde que lo conozco siempre esta molestándome, además me hubiese dado cuenta.
- Que si, que le gustas, yo conozco a mi hermano, no soy su gemela por gusto
- Bueno Jess si tu lo dices
- Vamos, todos adentro, nos interrumpió el Sr.Morrison que exigía nuestra atención para comenzar el recorrido.

Fue una clase un poco extensa pero interesante sobre historia del arte, el Sr. Morrison de vez en cuando hace cosas como esta para fomentar nuestra cultura general, para motivarnos y salir un poco de la rutina.
Me gusta su filosofía porque no es como los demás profesores, él es joven, creo que tiene como unos 28 años y sin embargo ya cuenta con varios méritos, es atractivo y súper buena honda, siempre trata de sorprendernos con algo nuevo y es muy creativo en las clases. Por eso muchos critican su forma de ser y dicen que es falta de experiencia, pero yo creo que son ellos los que perdieron las ganas de enseñar y han olvidado ya su vocación, sienten envidia del talento, la pasión, el ímpetu con el que el Profe Felipo nos enseña y el respeto que todos sentimos por él.

Equivocado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora