1. Un aviso inesperado

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GÍA:
Aún recuerdo el momento en que nos conocimos, en el jardín de niños, en ese entonces éramos muy chicas, solo teníamos 4 años y yo no me comportaba normal como todos los demás niños, mientras los demás jugaban y corrían de un lado a otro yo me senté sola en un rincón a llorar, y ahí estaba ella, una niña con lindos ojos azules, pelo claro color miel que le caía en la espalda y una carita de ángel. Nos miramos unos minutos fijamente, por un momento creí que se iba a burlar de mí, pero no lo hizo. Yo siempre fui muy tímida y ella por el contrario era muy lanzada. Se acercó a mí y me tendió la mano:
- Hola, me llamo Rouse, y tú ¿cómo te llamas?
- Yo, Yooo me llamo Gía - tartamudee
- Y por qué lloras?
- Porque extraño mucho a mi mamá y no tengo amigos.
- Pues desde hoy yo seré tu amiga, tu nueva mejor amiga.
Con sus dedos pulgares me secó las lágrimas que corrían por mis mejillas y yo gentilmente le agradecí con un abrazo y así comenzó todo.
Ese día yo estaba muy triste porque era el primero de toda mi vida que me quedaba sola, sin el cuidado de mi mamá, pues luego de 5 años de licencia por maternidad era su primer día de reincorporación al trabajo. Ella es Doctora Pediatra y había dejado su trabajo para tener suficiente tiempo para atenderme y disfrutar de mis primeros años de vida, por lo que éramos muy unidas.
Este fue el inicio de lo que luego llegó a ser más que una gran amistad una hermandad. Cursamos juntas la primaria, la secundaria y ahora la preparatoria. Recuerdo que siempre estuvimos juntas en nuestros cumpleaños, cuando enfermábamos, en las vacaciones, en los días festivos como navidad, para estudiar, cuando peleaba con sus padres yo estaba ahí para ella, siempre estuvimos una para la otra sin importar la hora ni el lugar, en los momentos felices pero sobretodo en los de tristeza, éramos cómplices, paños de lágrimas, nos brindábamos consuelo, apoyo, comprensión y mucho amor. Aunque nunca le han gustado ninguno de los novios que he tenido, por lo que siempre teníamos discusiones y desacuerdos pero sin importar quien tuviera la razón siempre pedíamos disculpas y terminábamos abrazadas o llorando, pero nunca dormíamos enfadas, pues a mi no me gusta irme a dormir disgustada con las personas que quiero, es una antigua costumbre. Rou, como yo le digo cariñosamente, pasa mucho tiempo en mi casa porque sus papás son diplomáticos y se la pasan viajando y para mis padres es como una hija más y como no nos va mal económicamente ya que mi papá es Director Económico de una empresa exportadora de petróleo, no hubo problema. Cuando decidí que estudiaría Medicina inspirada en mamá, Rou quiso estudiar lo mismo. Yo le comenté que no se tenía que sentir obligada a estudiar lo mismo que yo, que a pesar de estudiar separadas y distintas profesiones siempre íbamos a estar unidas, ella comentó que no lo hacía por mí y muy enojada replicó: - crees que no tengo decisión propia ?
- No quise decir eso
- Si quiero ser médico no es por ti, no te sientas el centro del mundo porque no lo eres. Lo que pasa es que yo admiro mucho el trabajo de Angeline (mi mamá) y sabes que me gusta ayudar a los demás, la Medicina en verdad me apasiona y me hace mucha ilusión saber que algún día con mi trabajo podre salvar una vida; cuando eso pase sentiré que he cumplido mi propósito en este mundo.
- Rou cálmate, yo no sabía que te apasionaba tanto la Medicina, creo que hasta más que a mí, lo que me preocupa es que a tus padres no les guste la idea y crean que has sido influenciada por mamá o por mí, como ellos querían que tu estudiaras relaciones internacionales "para que ayudaras a tu país" igual que ellos.
- No te preocupes que yo me encargo de eso, además puede que se molesten pero al rato se les pasa, al final ni atención me prestan, nunca se han detenido a preguntarme que es lo que me gusta, a ellos les importa más su trabajo que yo, no creo que sepan cual es mi comida favorita. Es que no sé si se acordarán de que tienen una hija.
- Ya, no te pongas así, seguro que están muy ocupados pero te quieren mucho.
Traté de consolarla, aunque no tuve éxito, su voz albergaba resentimiento, furia y al mismo tiempo un gran anhelo. Sus padres casi nunca estaban en su cumpleaños, ni cuando enfermaba, solo les preocupaba que su hija fuera una excelente estudiante por no decir la mejor, yo creo que por eso descuidaba tanto los estudios, solo para molestarlos o llamar su atención.
- Es que ellos siempre dicen que trabajan mucho porque tienen un deber que cumplir y para que a mi no me falte nada y tenga más oportunidades en la vida y que los voy a entender cuando tenga hijos y responsabilidades. Admito que no me falta nada material pero si lo más importante, el amor y la atención de una familia; tus papas son casi mas mis padres que ellos mismos.
Mientras Rou lloraba entre mis brazos una llamada interrumpió el momento, mi hermano Ángelo que se encontraba fuera de la ciudad tuvo un accidente. Él estudia derecho y casi nunca está en casa, no somos muy cercanos pero lo quiero mucho, la noticia me impactó tanto que casi me desmayo.

ROUSE:
Tomé el teléfono que había dejado caer Gía, que aún se encontraba en shock, - hola quien habla «al otro lado del teléfono farfullaba un chico, en su voz era evidente el miedo y la desesperación y se le notaba un poco agitado»
- Donde está Gía, me respondió el muchacho.
- Ella no puede hablar, yo soy su amiga Rouse, que pasa.
- Yo soy Mateo, amigo de Ángelo, acabamos de tener un accidente y estamos en el hospital, su madre me pidió que le avisara, ya ella y Gian vienen en camino.
Al recibir la noticia el alma se me calló a los pies, sentí un escalofrío que me recorría todo el cuerpo y entonces comprendí el estado de Gía.
- Listo ya vamos para allá, y cómo están, alcancé a decir pero la llamada ya había finalizado y ni siquiera sabía en qué hospital estaban.

Equivocado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora