06

240 25 12
                                    

Hanamaru salta a la ducha en cuanto recibe el texto informándole de la visita improvisada de Dia. Mientras se limpiaba el hedor de alcohol de su cuerpo, cortesía de la noche anterior, su mente corría con pensamientos interminables. ¿Fui demasiado por la borda? ¿Hice algo de lo que tenga que arrepentirme? ¿Me odia Dia después de lo de anoche?, de todos los pensamientos, este último asustó a Hanamaru más que nada. No podía perder a su mejor amiga. Dia había sido, bueno, es parte de su vida y tenía la intención de mantenerlo así en el futuro.

Debería haber sabido mejor que beber excesivamente en una fiesta, no era lo mejor, bueno, a menos de que pase todo el tiempo con Dia en su mente. No solo fue completamente irresponsable, sino también no de su naturaleza. Pero cualquier cosa que tenga que ver con Dia la obliga a actuar fuera de su naturaleza. Es solo que la pelinegra parece demasiado buena para ser verdad. Ella es reflexiva y atenta; conoce el café favorito de Hanamaru y en varias ocasiones se lo trajo antes de que comience el día escolar, como si supiera que Hanamaru no puede funcionar sin él; incluso ha llevado sus bolsas de compras llenas de sus suavizantes de telas favoritos sin ningún signo de fatiga o queja.

¿Qué se supone que debe hacer Hanamaru? ¿No te enamoras de ella?

Tampoco ayuda que la chica pueda hacerla reír sin esfuerzo, y Dia siempre se vea tan bien: ese largo cabello que hacen que Hanamaru quiera pasarle la mano, esa intensa mirada, la afilada mandíbula que quiere besar, las delgadas caderas que abrazan fuertemente su camisa de la escuela de tal manera que Hanamaru se abanica como si estuviera sudando en un caluroso día de verano que, - Hanamaru solo quiere besarla - posiblemente en - todas partes - y...

El timbre suena por toda la casa y sobresalta a Hanamaru de sus pensamientos agradables. No es la primera vez que envía una oración agradeciendo a quien sea que hizo que sus padres trabajen temprano durante el día. Al menos no verán el desastre que ella tuvo esta mañana.

Ella maldice y casi se resbala en su prisa por salir de la ducha, murmurando maldiciones contra Mari por haberla advertido tan tarde. Ella agarra la toalla blanca colgada en la barra y se la envuelve. No había tiempo para ponerse la ropa. Dia se inquietaba si se tomaba su tiempo para abrir la puerta.

—Hey—, ella dice cuando abre la puerta. —No me di cuenta de que estarías aquí tan pronto—

Le toma un momento a Dia devolverle su saludo, incluso con un paso dentro. Sus cejas se disparan y parpadea varias veces, con la mirada pegada a donde Hanamaru está metiendo la toalla de baño más cómodamente contra su pecho. Ella traga, casi audiblemente, y juguetea con las mangas de su chaqueta en un gesto que Hanamaru reconoce como nervios.

—Hola—, dice rápidamente Hanamaru cuando se aclara la garganta, no es que no haya estado disfrutando las atenciones de Dia. Ella cierra la puerta cuando la chica entra.

—¿Mari te dijo que venía entonces?— Dia preguntó.

Hanamaru asiente. Tenía ganas de tomar té en este momento y era perfecto para la ocasión, ya que la forma en que Dia tiene su mirada fija en ella aumentará su presión sanguínea si no controla su corazón.

—Ella pudo haberlo mencionado— Hanamaru dijo secamente, frunciendo el ceño ante la idea de su diabólica amiga.

—Oh...— Dia se calla. Un silencio las alcanzó. Hanamaru no sabía por qué era tan incómodo entre ellas.

—Entonces, um, Hanamaru, ¿recuerdas lo que pasó anoche?—

Hanamaru gime y entra a trompicones en la cocina, dejando que Dia la siga sonriendo probablemente como una tonta todo el tiempo. Hanamaru no lo sabe con certeza, ya que se niega a mirar a esta última por temor a perder la vergüenza o las palpitaciones del corazón, porque nadie debería lucir tan bien en jeans oscuros como esta chica. Mientras que ella, ella misma, en solo una toalla sobre su cuerpo, cabello húmedo, sin corrector para ocultar los círculos de resaca bajo sus ojos.

Dios, debe verse tan horrible como ella se siente.

—Oh vamos. Esta es la primera vez que te veo esta resaca— Dia sonríe, sacando su teléfono de su bolsillo. —Además, ¿no quieres ver los videos tuyos que Yoshiko ha subido en Instagram?—

Hanamaru mira hacia arriba, horrorizada. ¿Ella hizo que? Voy a matarla. Ella señala un dedo acusatorio. —¡Te estás riendo de mí!—

—Yo no. Fue Yoshiko—, admite Dia. Ella da otro medio paso hacia adelante, efectivamente enjaulando el cuerpo de Hanamaru entre el suyo y el mostrador.

Hanamaru traga saliva, un escalofrío recorre su espalda mientras tira de su toalla. ¿En qué se había metido ella? ¿Y por qué Dia estaba tan cerca de ella? ¿Realmente espera que ella sea capaz de pensar cuando está tan cerca?

Ella atrapa su labio inferior entre sus dientes. —¿Todos lo han visto?—

Dia asiente. —Todos quizás—

—Dios, ¿qué deben pensar?— Hanamaru dice miserablemente, adiós a su reputación. Nadie va a mirarla de la misma manera nunca más. Ella ya podía escuchar la avalancha de comentarios lascivos de la mayoría de los chicos en la escuela.

Los ojos de Dia caen a sus labios por un milisegundo antes de mirar a Hanamaru de nuevo. —Kanan me envió un mensaje de texto antes. Ella quiere saber qué he hecho para convertir a su amiga de buen comportamiento en una chica tan desvergonzada—

Sus ojos se ensanchan en estado de shock. — Kanan... seguramente se avergüenza de mí—

—Pero no creo que lo haya dicho en serio. Por el contrario, parecía bastante impresionada—

—Solo termina mi humillación, y dime para qué veniste aquí— Hanamaru la miró, sin saber si el apretón en su estómago era por la vergüenza o la intensidad de la mirada de Dia.

—Está bien— Dia desliza su teléfono sobre la encimera, sin molestarse siquiera en quitar su mirada de Hanamaru para ver dónde había aterrizado el objeto. —Quiero hablar de nosotras—

La boca de Hanamaru se secó. —¿Nosotras?—

—Sí— Dia asintió con seriedad. —Nosotras. Verás, Hanamaru, ¿quieres saber lo que me gusta de ti?— su voz es ronca, como cuando acaba de despertarse, Hanamaru recuerda, solo que ahora está despierta. —¿Sobre pasar tiempo contigo?— pregunta Dia.

Ella niega con la cabeza, las palabras se le atascaron en la garganta.

—Me gusta la forma en que me haces sentir. Cada minuto de cada día. Es como si mi cerebro estuviera programado para pensar solo en ti. Y no quería arruinar nada. Esta ~ Amistad ~ Nosotras~ . Tú y yo. No al principio— Dia extiende la mano para entrelazar sus dedos, solo por un momento, solo lo suficiente como para presionar un beso en la palma de Hanamaru que la vuelve loca. —Pero yo tampoco puedo fingir que anoche no sucedió nada. Me encanta ser tu amiga, Hanamaru, créeme, lo hago, pero después de lo de anoche no puedo soportarlo más—

Hanamaru se encuentra siendo incapaz de parpadear y mucho menos mirar hacia otro lado. —Creo que deberíamos arruinar la amistad— dice Dia, con voz baja y ojos oscuros, justo antes de inclinarse para capturar los labios de Hanamaru.

Al principio solo fue un beso, pero después de que Dia estuviera segura de que Hanamaru no iba a alejarse, lo calentó. Había pasión, anhelo y ternura en el beso y Hanamaru nunca había probado algo que hubiera estado tan bien como los labios de Dia. El hecho de que ella estaba en una toalla se desvaneció en su mente, porque nada importaba excepto las manos de Dia sobre su cuerpo, sus labios sobre los de ella, y la sonrisa nerviosa pero radiante que vio cuando se apartó.

—Entonces, no te asusté y estropeé toda nuestra amistad, ¿verdad?— Dia dice medio bromeando y medio en serio.

Hanamaru levanta una ceja. —Dia, ¿por quién me tomas? Solo cállate y bésame—

Dia sonríe. —Sí, Hanamaru—











×

Aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora