II

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Llegué al aeropuerto, ahora estaba más cerca de ella, a tan solo ocho horas y cuarenta y ocho minutos, hice la fila mientras seguí pensando en ella, en aquella tarde de otoño que compartimos antes de venirme, medio sol ya estaba tras las montañas y el resto nos iluminaba, iluminaba a aquella chica recostada en mi hombro, contándome lo feliz que estaba de cumplir dos meses junto a mí. Su sonrisa era lo que me mantuvo despierto toda aquella noche, en que las estrellas nos hacían sentir acompañados, unidos hasta el infinito.

Deposité mi maleta en la rampa y busqué la puerta de abordaje, me hicieron la requisa y entré al cuarto anterior al abordaje, aproximadamente quince minutos después nos pidieron subir al avión, yo estaba ansioso, ansioso de volver a tenerla cerca, de volver a acariciarla, de todo.

Me ubiqué en mi asiento, deposité mi morral en el espacio que había en el techo del avión. Estiré mis piernas y reposé mi espalda lo más cómodo posible ¿Ahora qué podía hacer? Esperar ¿y qué mejor que esperar soñando?

Comencé a pensar en ella de nuevo, no podía pensar en nada más.

«Corrí hacia ella con los brazos abiertos, y ella hacia mí, no supe cuando ni cómo pero pude oler el aroma de su cabello, justo como lo recordaba, ahí seguí su esencia, la misma cara consentida de antes, sus ojeras y su sonrisa larga como la recordaba, solo había crecido. Fuimos a un restaurante, pedí un capuchino y ella su malteada de vainilla favorita, le conté sobre todo lo que tuve que hacer para entrar a la universidad, los problemas con profesores, la exigencia, lo gracioso de cada uno de ellos y terminé diciéndole cuánto la había extrañado, ella se sonrojó y sonrió más de lo que consideraba posible, luego ella me dijo qué había hecho en mi ausencia, lo dedicada que había sido a su estudio y sobre su familia, uno de sus tíos, su favorito había fallecido y ella aún estaba destrozada por ello. La abracé por unos minutos mientras ella liberaba sus lágrimas sobre mi playera, justo como lo había esperado, ella recostada a mi pecho liberando su dolor, una escena de película.


Maldita esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora