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El mayor mantenía un semblante serio, con aquellos ojos totalmente fríos y rostro sin ninguna expresión. Algunas personas que pasaban por ahí bajaban la mirada asustados e intimidados. La verdad es que la sola presencia del peli-negro por los pasillos intimidaba, con aquellas pintas de matón, lleno de piercings y tatuajes, si que intimidaba.

- ¡Seonggie!

El nombrado levantó la mirada del suelo al escuchar aquella dulce voz que conocía a la perfección. Éste llegó agitado, seguramente corrió por los pasillos hasta encontrarle.

- ¡S-Seonggie! - Intentaba recuperar el aire, sosteniéndose de sus rodillas.

El peli-negro pasó una mano por su castaño cabello y le acarició. El menor levantó la cabeza y mostró una gran sonrisa.

- ¡Hay leche de fresa!, ¿me compras Seonghwannie? - Pegó un par del saltitos - Anda, anda, ¡Seonggie! Cómprame una, please.


Estaba seguro que tanta ternura le mataría algún día.


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🫐𓏲࣪ ˓ ¡Seonggie! ‹𝟹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora