Final.

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Está intentando no centrarse en Valentina y en el remolino de pensamientos que la azota constantemente porque no es el lugar indicado ni el momento para estar haciéndolo. Está en una junta importante, su primera junta y debe mantenerse centrada en lo que hablan y exponen, apuntar unas cuantas cosas que le servirán de ayuda y no mirar discretamente a Valentina, porque parece que la rubia sabe las cosas que ocasiona en ella y le pareció justo sentarse frente a ella con una posición que tiene a Juliana mareada, sus ojos lucen fríos y eso hacen que luzca demasiado hermosa, sus manos sobre la mesa jugando con el bolígrafo y la mandíbula a apretada y la rizada no tiene mucho autocontrol como para no mirarla por mucho tiempo. Y luego están estos pensamientos de que hubieses pasado si el elevador no hubiese funcionado tan rápido, si se hubiesen besado.

Se siente decepcionada y arrepentida de haberse ido tan pronto como las puertas se abrieron. Siente un nudo en la garganta cada vez que mira a Valentina y no ve ningún cambio, ambas volvieron a lo mismo; miradas por encima de sus cosas. Ya ni siquiera cruzaban palabras al caminar al lado de la otra o cuando se encontraban en un mismo lugar. Ingenuamente creyó que avanzarían, que por lo menos no se sentirían tan tensas al lado de la otra, y menos cuando Valentina la abrazo y casi la besa cuando se quedaron encerradas en el ascensor.

Juliana vuelve a dejar su mirada caer sobre Valentina y se sorprende y sonroja cuando sus miradas se encuentran. La rubia la mira sin ninguna expresión, solo mirándola de manera profunda. Se le calientan las mejillas y no es capaz de desviar la mirada y dejar de sentirse avergonzada, porque, aunque ya lo está, no puede apartar la mirada.

El recuerdo de su pequeño momento en el ascensor la hace sentirse cálida y más sonrojada. Por unos momentos se había sentido atemorizada por haberse quedado encerrada y realmente no le importaba que se haya quedado encerrada con Valentina, eso era lo de menos, pero todos aquellos miedos se esfumaron en cuanto Valentina la atrajo en sus brazos, las dulces y comprensivas palabras que soltó ese día. Y se repite lo tonta que es por enamorarse, es un amor-odio que siente, porque es muy lindo y le encanta estar enamorada, orbitando alrededor de la ojiazul y el sentimiento de tener la atención de Valentina todo el tiempo, pero también hay esta parte que odia, porque odia la situación en la que está con la rubia, odia las diferencias que tienen y que por orgullosas y miedosas no arreglan sus problemas, porque ambas son tercas como para admitir que se quieren, que se necesitan y más admitir sus sentimientos.

Renata le empuja el hombro inclinándose un poco hacia ella mirándola con las cejas fruncidas. —¿Por qué Valentina y tú tienen un duelo de miradas?

—Porque me odia.

—¿Te odia? —ella pregunta por lo bajo para no interrumpir algo o que les llamen la atención.

—Sí, ella lo hace.

Regresa su mirada a ella, aunque Valentina ya no está mirándola solo prestando atención a lo que exponen. Hace un pequeño puchero, está tan enamorada y le gusta sufrir por amor.

—¿Tuvieron una discusión? ¿O algo así? Ella nunca te mira así.

Suspira negando varias veces. —No hemos hablado en realidad.

—Ya veo —ella asiente antes de reír bajito, casi en silencio —. Él que me ha preguntado de tus intereses y creo que le interesas, es Alexander.

Juliana frunce su ceño mirándola confundida. ¿Alexander? Ha notado la atención que tiene de su parte, siempre preguntándole cómo está su día, si quiere comer o tomar algo en su hora de almuerzo, como ha pasado el fin de semana, sacándole preguntas para curiosear de su vida y las preguntas algo obvias que ha preguntado, pero diría que es demasiado pronto como para interesarse en él, pero se ha interesado en Valentina desde el primer día que cruzaron palabras y se conocieron, que no es capaz de juzgar.

Love Between Hate |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora