【Prólogo】

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 La resistencia, una unión de fuerzas para protegerse contra Eggman, contra los enemigos más fuertes, contra los robots interminables; la unión de mobians hacia la paz. Durante más de cinco años se mantuvieron luchando contra las fuerzas interminables del tiempo y espacio, comenzó siendo uno, luego tres, luego muchos, incluso provenientes de otros mundos, galaxias, tiempo y espacio.

 El último enfrentamiento fue con Eggman y Eggman Nega en el mismo plan, ambos ayudándose para destruir tanto el presente y con ello el futuro; pero el equipo de la resistencia se mantuvo firme contra ellos, todos en equipo, algunos rápidos, otros fuertes, otros con habilidades que sirvieron demasiado en la pelea, y la mayoría usando armas para mantener la maldad a raya. Silver y Shadow luchaban juntos en el futuro destruído, para devolver a Eggman a su lugar, ellos dos peleaban codo a codo, con la ayuda de Espio y Rouge, quienes mantenían alejados a los robots que trataban de llegar a los erizos. No supieron si fue por meditación previa, o por mero accidente, pero tanto en presente y futuro, los dos científicos cayeron por anillos que les llevaron a una dimensión que ninguno pudo apreciar bien, los robots se apagaron al unísono, no parecía que aquel doctor estuviese en algún lugar. Silver devolvió a los guerreros a su hogar, mientras que el albino debió quedarse para arreglar las cosas en "su presente". Los tres, por más que quisieron llevarse a Silver con ellos, entendieron lo que él necesitaba de hacer y ver en su tiempo, ya que los robots allí seguían en funcionamiento. Volvieron con la cabeza agachada, menos Shadow, quien siempre parecía firme en cualquier situación, aún si sentía un vacío en el pecho.

  Pasaron los días, semanas, meses. No había rastro de Eggman, ni de Silver, parecía que todo había sido un sueño, como si no hubiese pasado nada, puesto que a los 20 días de la desaparición, los robots volvieron a encenderse en el presente y causar problemas, pero la resistencia los mantuvo a raya, e incitaron a los pueblerinos a cargarse junto a wisps, ayudándoles en sus propios pueblos. A algunos más que a otros, les hería no ver al joven erizo albino; comenzaban a resignarse, de que él ya no volvería.

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