Capítulo VII: Fantasías bajo la luna

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Alba

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Alba

19 de Junio, 3:01 pm en el hotel

Es algo extraño en Marc que mande a Jairo para invitarme a salir, me siento sorprendida de que Jairo haya aceptado ayudarle a invitarme a salir cuando él lo conoce mejor que yo y sabe lo directo que suele ser con todo el mundo.

A medida que pasa el tiempo, Marc me sorprende con el cambio de su actitud, él no es el mismo que conocí hace meses y, si soy sincera con lo que pienso, estoy comenzando a sentirme bien cuando estoy a su lado y veo esa sonrisa que nunca se apaga… una sonrisa eterna.

Ese beso inesperado es el comienzo de una historia la cual no sé en qué momento ha iniciado. Es una mezcla de amor y sensaciones que jamás había sentido estando junto a él. Me siento confundida, pero a la vez no puedo evitar dejarme llevar y olvidar la confusión de mi corazón. La historia de mi vida está dando muchos giros para los cuales no estoy preparada, quizás no estoy destinada a la típica historia de siempre.

Ese "honestamente quiero besarte" es un hecho, pero sigo pensando en que Marc jamás tendría algo serio ni conmigo, ni con nadie. No lo conozco lo suficiente para sacar conclusiones apresuradas, aun así confío en mis pensamientos para recordar que debo centrarme en mi música y no en tonterías pasajeras.

Hacer caso a mi mente no es tan sencillo cuando mi corazón parece caer en su hechizo. Mi mente no desecha su recuerdo yendo en contra de lo que quiero: olvidar ese beso de una tarde en París. No quiero ser quien sea lastimada en esto cuando soy de esas personas que dudan de la existencia de los "príncipes azules".

Siento que mis pensamientos a veces aburren de lo repetitivos que son.

Todo es tan diferente a lo que me imaginé al aceptar firmar con ellos —el contrato no dice nada acerca de confundirte con tus compañeros de trabajo—.

Salgo de mi habitación y veo a Marc acercándose a mí con una sonrisa en su rostro perfecto.

—Demoraste un minuto de más. —Me toma de la mano sin dar explicaciones hasta llevarme al jardín del hotel.

—Debo decir que soy muy puntual, así que ese "retraso" de un minuto para mí no existe. —Lo miro seriamente sin entender ese tal retraso.

—¿Cómo haces para verte tan guapa incluso enojada? —me pregunta sin causarme gracia.

—Empiezo a creer que disfrutas hacer todo lo que no me gusta que hagas. —Acomodo mi cabello para atrás—. No sé cómo logro aguantarte.

—Es muy difícil contenerme, mi reina. —Toma asiento en un banco del jardín—. Tengo planeado llevarte a un lugar muy especial para mí, pero antes debo darte algo.

Sin apartar su mirada de la mía, saca de sus bolsillos una pequeña caja de color rojo —similar a la de los anillos de boda—, la abre y coge un colgante para luego ponerlo en mi cuello de forma delicada.

Ella se llama Alba Prada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora