IF YOU LEAVE~ (parte 2)

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-Por supuesto- puse mi mano sobre la suya tratando de ignorar la calidez de su piel y el vigor con que latía mi corazón, y me puse de pie.

Como era de esperarse, la banda empezó a tocar If you leave de OMD, lo cual me hizo sentir como si acabara de entrar a uno de esos momentos perfectos de película. Ari me condujo hasta la pista de baile y colocó su mano en la curva de mi espalda; me apoyé en su hombro y tomé su otra mano. 

Estaba tan cerca de él que alcanzaba a sentir el delicioso calor de su cuerpo irradiaba. Los suyos eran los ojos bicolor más hermosos que jamás viera y ahora se habían posado solo en mí. Durante un minuto de gran belleza, sentí que todo era perfecto como nunca antes. Era como si una luz nos iluminara nada más a nosotros, las únicas dos personas sobre la Tierra.

Pero entonces algo cambió en la expresión de Ari, fue algo que no pude interpretar pero definitivamente lo oscureció todo.

-No sabes bailar muy bien- comentó con esa inexpresividad que lo caracterizaba.

-Gracias- comenté con incertidumbre. Básicamente estábamos oscilando en un reducido círculo y me costaba trabajo entender cómo era posible que lo estuviera haciendo mal. Además, me pareció que bailábamos de la misma manera que todos los demás.
Pensé que tal vez estaba bromeando, así que traté de usar un tono juguetón y le dije-: Tú tampoco lo haces muy bien.

-Soy un excelente bailarín- respondió con toda naturalidad-, es nada más que necesito un mejor compañero.

-Muy bien- dejé de enfocarme en él y miré hacia la nada en particular por encima de su hombro-. No sé que responder a eso.

-¿Por qué tendrías que responder algo? No es necesario que hables sin cesar, aunque creo que no te habrás dado cuenta de eso- el tono en la voz de Ari era gélido pero seguí bailando con él porque estaba tan aturdido que no podía marcharme.

-Pero si no he dicho casi nada, solo he estado bailando contigo- tragué saliva; me sentía muy lastimado-. ¡Además, tú fuiste quien me pidió que lo hiciera! No me estás haciendo ningún favor.

-Ay, por favor- me sentí demasiado menospreciado cuando alzó los ojos al cielo con tanta exageración-. Era obvio que estabas desesperado, lo único que te faltaba era suplicarme que te sacara a bailar. Yo soy el que te está haciendo el favor.

-¡Vaya!- Retrocedí confundido, a punto de llorar. Había un profundo dolor en mi interior-. ¿Pero qué te he hecho?- suavizó su gesto pero era demasiado tarde.

-Andrés...

-¡Déjame!- me separé de él con brusquedad. Todos habían dejado de bailar para observarnos pero no me importó-. ¡Eres un verdadero imbécil!

-Andrés- insistió Ari pero me di la vuelta y corrí entre la multitud.

Lo único que quería en la vida era salir de ahí. Junto al bol de ponche estaba Silvio, un compañero de la clase de Biología. Corrí hacia él porque a pesar de que no éramos amigos, era uno de los pocos chicos que habían sido amables conmigo. En su rostro pude ver la confusión y la angustia de verme, pero al menos logré captar su atención.

-Quiero irme, ahora- le susurré.

-Pero, ¿qué...?- antes de que pudiera preguntarme qué sucedía, Ari llegó a mi lado.

-Mira, Andrés, lo lamento- el hecho de que la disculpa de Ari sonara tan sincera me enfureció todavía más.

-¡No quiero que me digas nada!- espeté con brusquedad y me negué a mirarlo. Silvio nos veía sin saber qué estaba pasando.

-Andrés- balbuceó Ari-, no quise...

-¡Dije que no quería escucharte!- lo fulminé con la mirada pero solo durante un instante.

-Tal vez deberías permitirle que se disculpe- sugirió Silvio con delicadeza.

-No, no lo creo- entonces, como si fuera un niño chiquito, pisoteé en el suelo-.¡Quiero irme!

Ari se quedó de pie a nuestro lado y me observó con intensidad. Apreté los puños y me concentré en los ojos de Silvio. No me agradaba la idea de hacer eso cuando había gente alrededor, pero tenía que salir de ahí, así que comencé a recitar mis deseos en silencio. Quiero ir a casa, por favor, solo llévame a casa, solo llévame. Ya no quiero estar aquí.

El rostro de Silvio comenzó a cambiar, de pronto se veía relajado y distante. Parpadeó sin despegar la vista de mí como por un minuto.

-Creo que tal vez debería llevarte a casa- dijo un poco aturdido.

-¿Qué es eso que acabas de hacer?- preguntó Ari, entre cerrando los ojos.

Mi corazón se detuvo y por un aterrador segundo supe que se había dado cuenta de lo que pasaba, pero luego pensé que eso era imposible y traté de olvidarlo.

-¡No hice nada¡- espeté y volví a dirigirme a Silvio-. Salgamos de aquí.

-¡Andrés!- insistió Ari con una mirada demasiado severa-. ¿Acaso estás consciente de lo que acabas de hacer?

-¡No hice nada!- sujeté a Silvio de la muñeca, lo arrastré hacia la entrada y, para mi alivio, noté que Ari no nos seguía.

Cuando estábamos en el auto, Silvio trató de preguntarme qué sucedió con Ari, pero yo no quería hablar del tema. Primero condujo un rato por ahí dando vueltas para que estuviera suficientemente calmado cuando me dejara en casa, detalle que le agradecí muchísimo.

Willy y Ela me esperaban en la puerta pero casi no les dirigí la palabra. Willy se puso como loco y amenazó con matAr a todos los chicos del baile, pero logré convencerlo de que no había sucedido nada malo, que todo estaba bien. Por fin me dejó subir a mi habitación y, en cuanto estuve ahí, me arrojé a la cama para no llorar.

Los sucesos de aquella noche me daban vueltas en la cabeza como una especie de sueño demencial. No podía decidir cómo me sentía respecto a Ari: la mayor parte del tiempo se comportaba de una manera muy extraña que rayaba en lo escalofriante pero, por otro lado, también tuvimos un momento glorioso  cuando bailamos-- que luego él hizo añicos.

Incluso ahora, a pesar de la manera en que me había tratado, no podía dejar de pensar en lo increíble que me sentí al estar en sus brazos así. Por lo general no me agradaba acercarme a otros ni que me tocaran, pero estar junto a él me fascinó.

Sobre todo, el recuerdo de su fuerte y cálida mano apoyada en la curva de mi espalda y el calor que de él mandaba. En aquel momento que me miró con tanta sinceridad, llegué a pensar que... No sé qué llegué a pensar, pero ciertamente todo había sido una farsa.

Lo más raro era que al parecer Ari se había dado cuenta de lo que le hice a Silvio. No supe cómo lo notó si a mí mismo no me quedaba claro qué era aquello, pero si de algo estaba seguro era de que una persona normal y en su sano juicio jamás habría llegado a sospechar que se trataba de una manipulación.

De pronto pude explicar el extravagante comportamiento de Ari: estaba loco de remate.

No había nada en él de lo que pudiera estar seguro excepto el hecho de que, a pesar de todo, comenzaba a gustarme.

Decidí cambiarme de ropa y me puse unos pantalones deportivos y una camiseta sin mangas, y mucho más tarde en la noche, después de pasar un largo rato dando vueltas en la cama, logré por fin quedarme dormido. Cuando desperté todavía estaba oscuro y tenía lagrimas secas en las mejillas. Había llorado mientras dormía, lo cual me parecía muy injusto porque siempre pude contener el llanto estando despierto.

Giré y vi el despertador. Sus furiosos números afirmaban que apenas habían dado las tres de la mañana. No estaba seguro de por qué me había despertado pero encendí la lámpara sobre el buró y su cálido brillo se extendió por toda la habitación. De repente, vi algo que me asustó tanto que mi corazón se detuvo.

1295 palabras :D











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⏰ Última actualización: Jul 22, 2022 ⏰

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~El viaje~ (spartor💕) Andri ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora