Prólogo (Hace once años)

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Narra sparta:

Algunos hechos hicieron aquel día más especial que cualquier otro: era mi cumpleaños número seis y mi papá tenía un cuchillo en la mano. No era uno de esos diminutos cubiertos para cortar carne, sino una especie de enorme machete de carnicero que lanzaba destellos de luz como se ve en las malas películas de horror. Definitivamente quería matarme.

Trato de volver a los días previos a ese para averiguar si pasé por alto algo en su conducta, pero no tengo ningún recuerdo de el antes de aquel día. Puedo evocar algunos sucesos de mi niñez e incluso a mi padre, quien murió cuando yo tenía cinco años.
Pero de el no me acuerdo.

Cuando le pregunto a Willy, mi hermano, acerca de nuestro papá, siempre me responde con frases como "Está loco de atar, Andrés, eso es lo único que necesitas saber". El es siete años mayor que yo y recuerda mejor las cosas, es solo que no quiere hablar al respecto.

Durante mi niñez vivimos en los Hamptons y mi papá no se dedicaba a nada en particular. Había contratado a una niñera para que viviera con nosotros y se hiciera cargo de mí, pero la noche anterior a mi cumpleaños tuvo que irse para atender un asunto familiar de urgencia. Mi papá se ocupó de mí por primera vez en su vida y a ninguno de los dos nos hizo felices la idea.

Yo ni siquiera quería una fiesta. Me gustaban los obsequios pero no tenía amigos. Los únicos que asistieron fueron los conocidos de mi papá, acompañados de sus pedantes hijos. Mi papá planeó una especie de fiesta de caballos para príncipes, que yo no deseaba; sin embargo, Willy y la empleada doméstica pasaron toda la mañana organizándola de todas formas.

Para cuando llegaron los invitados, yo ya me había quitado los zapatos y arrancado la coronita que tenía sobre la cabeza. Mi papá bajó justamente en el momento en que estaba abriendo los regalos y observó toda la escena con sus gélidos ojos color negro.

Llevaba su rubio cabello peinado con delicadeza hacia atrás. Tenía puesto todavía la bata de seda naranja de mi padre, igual que siempre, desde que el murió, pero en esta ocasión de tomo la molestia de usar una cadenita y zapatos blancos como si con eso pudiera convertir la bata en un atuendo apropiado.

Nadie lo mencionó porque todo el mundo estaba demasiado ocupado viéndome abrir los regalos. Yo me quejé de absolutamente todos los que desenvolví porque solo eran balones, caballos o cualquier otra baratija con la que jamás jugaría.

Mi papá atravesó la sala, deslizándose con sigilo entre los invitados para llegar hasta mí. Acababa de rasgar el papel  de ositos azules con que estaba envuelta una caja justo para encontrar otro balón más. En lugar de mostrar mi gratitud, comencé a gritar sobre lo estúpido que me parecía el obsequio. Pero antes de que puerta terminar de quejarme, el me dió una bofetada con fuerza.

-Tú no eres mi hijo- dijo con una voz helada. La mejilla me ardía en el sitio donde me había golpeado; boquiabierto, me quedé viéndolo.

Con rapidez la empleada doméstica animo a todos a continuar la fiesta, pero lo que expresó mi padre se fue infiltrando en su mente durante toda la tarde. Creo que solo tenía la intención de sonar como los padres cuando están molestos con sus hijos porque se portaron mal, pero luego noté que entre más lo razonaba, más lógico le parecía.

Después de varios berrinches similares de mi parte, alguien decidió que ya era momento de partir el pastel. Mi padre llevaba horas en la cocina, así que fui a ver si estaba bien. Ni siquiera sé por qué había ido el en lugar de la empleada, quien era muchísimo más maternal.

El enorme pastel de chocolate cubierto con carritos azules y rojos estaba sobre la mesa de la cocina. Mi padre estaba de pie al otro lado y en la mano sostenía el gran cuchillo que usaba para cortar y servir el pastel en los platitos.

-¿Chocolate?- Arrugué la nariz pero el siguió sirviendo los cuadritos perfectos en los platos.
-Si, Andrés, a ti te gusta el chocolate- me informó mi padre.
-¡No, no me gusta!- Me crucé de brazos-.¡Odio el chocolate! ¡No lo voy a comer y no puedes obligarme!
-¡Andrés!

El cuchillo tenía algo de betún en la punta y apuntaba en mi dirección, pero no me sentí amenaza. Si así hubiera sido, todo habría resultado diferente. Yo solo quería seguir haciendo berrinche.

-¡No, no,no! ¡Es mi cumpleaños y no quiero chocolate!- Grité y luego pisoteé lo más fuerte que pude.
-¿No quieres chocolate?- Mi padre me miró con sus grandes ojos negros llenos de incredulidad. En su fulgor detecté una nueva clase de locura, y entonces el miedo comenzó a apoderarse de mí.

-¿Qué clase de niño eres, Andrés?- Rodeó la mesa a paso lento y se dirigió hacia mí. En su mano el cuchillo lucía mucho más amenazante que unos segundos antes.

-Estoy seguro que no eres mi hijo. ¿Que eres, Andrés?

Retrocedí sin despegar la vista de el; parecía un maniático. La bata se le resbaló sobre los hombros y fue posible verle los delgados huesos de las clavículas y el camisón negro que llevaba debajo. Dió un paso al frente con el cuchillo apuntando directamente hacia mí; debí gritar o salir corriendo, pero me quedé paralizado.

-¡Estaba embarazado, Andrés! ¡Pero tú no eres el bebé que di a luz! ¿Dónde está mi bebé?- Las lágrimas se asomaron en sus ojos y yo solo sacudí la cabeza-. Probablemente lo mataste, ¿cierto?

Arremetió contra mí exigiendo a gritos que le dijera qué había hecho con su verdadero bebé. Me hice a un lado justo a tiempo pero me arrinconó en una esquina. No tenía a dónde moverme, por lo que me quedé pegado a los anaqueles, pero el no me dejaría escapar.

-¡Papá!- gritó Willy desde el otro lado de la cocina.

Parpadeó en cuanto reconoció la voz del hijo al que sí amaba.
Por un momento creí que si presencia lo contendría, pero solo lo hizo percatarse de que el tiempo se le estaba acabando, así que levantó el cuchillo.

Willy se lanzó contra el pero no pudo evitar que la hoja atravesara la sudadera y me rasgara la piel del estómago. Mi ropa se llenó de sangre y el dolor me invadió, haciéndome sollozar a todo pulmón. Mi padre forcejeó con Willy, negándose a soltar el cuchillo.

-¡Willy, el asesinó a tu hermano!- insistía, mirándolo con demencia-.¡Es un mounstro! ¡Tenemos que detenerlo!

Continuará...

Dudas →

Aclaración:

Todo el tiempo va a estar narrando el sukulento de Sparta uwu

~El viaje~ (spartor💕) Andri ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora