Dad.. it's me.. Mathias.

°(one)°

La familia Conway se encontraba en casa, excepto el mayor de ellos, Jack Conway, el mismo se encontraba trabajando ya que este era el superintendente de la ciudad.

La madre de familia, Julia García, se encontraba con sus dos pequeños de 4 y 5 años, viéndolos jugar y en veces separándolos ya que se ponían a pelear cuando no se prestaban los juguetes.

La mujer veía enternecida la escena que habían creado sus dos hijos, Mathias y Horacio, los dos creando un castillo con pequeñas piezas, y tratando de que nosé cayera bajo ningún aspecto.

Un azote en la puerta se logró escuchar poniendo alerta a la mujer, la cual sin pensarlo tomo a los dos niños encerrando los en el clóset, y tomando un arma la cual estaba en uno de los cajones de la habitación de su esposo, yendo sigilosamente hacia la parte de abajo de la casa.

Un sonido resonó por todo el lugar.

Sonido que hizo dar un pequeño salto a los niños.

—Quedate aquí —Dijo el rubio de menor estatura saliendo de aquel clóset dejando a su hermano asustado y llorando.

Mathías no era ingenuo, había escuchado ese tipo de sonido en alguna que otra película, pero tenía miedo de que fuese.

Al bajar hacia la sala, pudo divisar el cuerpo inerte de la mujer que era por conocida para el, su madre.

Pequeñas lágrimas salieron de sus ojos al oler y ver el líquido metálico que salía de un orificio de bala hecho en la cabeza de la pelirroja.

—Mamá —Susurro acercándose al cuerpo de su madre; con sus pequeñas manitas removió la camisa junto con todo el cuerpo de la mujer, esperando alguna señal de vida.

Escucho una pisada por detrás, volteando vio a un hombre vestido totalmente de negro con una máscara, y una pistola en mano.

—¿Tú eres el hijo de Conway? —Pregunto acercándose al menor apuntándole levemente con el arma, el ojiazul asintió miedoso —Bien, tu yo, daremos un paseo ¿Vale?, Vamos a buscar a tu padre.

—Pero mi mamá-

—Tu mamá está bien —Se atrevió a decir el hombre dejando ver una sonrisa —Tenemos que decirle a tu padre que tu mamá está mal ¿No es así? —Le pregunto y este asintió —Me acompañaras a buscarlo? —El Ojiazul dudó ante la pregunta ya que su hermano estaba ocultó y podría salir y no quería que eso pasase, así que asintió dudoso.

El hombre lo cargo en brazos y acarició levemente su cabello, haciendo que el de ojos azules se relajé un poco, aunque tenía una mala sensación con acompañar a aquel hombre.

—Como te llamas —Pregunto el enmascarado subiendo al ojiazul al auto.

—Mathias —Dijo en un susurro viendo cómo el otro asentía como respuesta.

—Bien Mathías, antes de que veas a tu padre, primero iremos con unos amigos ¿Vale? —Le pregunto, y el chico de iris azules asintió ingenuamente.

...

Conway llegaba a casa tranquilamente, pero un escalofrío le recorrió la espalda al ver la puerta abierta y escuchar un silencio sin más, perturbado, entró y lo primero que vió fue una imagen desgarrante, su mujer con una bala en su cabeza y la sangre secándose, dando entender que había pasado hace ya unos minutos; lágrimas traicioneras desbordaban por sus ojos viendo el cuerpo inerte del amor de su vida.

Ahí fue cuando recordó a sus hijos, que ninguno de los dos estaba allí, ni sus cuerpos.

Escucho unos sollozos que no se escondían a la hora de echarlos, y lo único que pensó fue en Horacio, corrió hacia donde los sonidos se escuchaban y pudo ver al chico de cabellos marrones llorando al abrir el clóset.