Capítulo 1

241 21 4
                                    

Inspiración: August, Taylor Swift.

Mis dedos tocan con impaciencia la mesa del restaurante en el que me encontraba esperando, y es que no era para más... Hace tanto tiempo que no la veía, para ser exactos cinco años. Justamente cuando preparaba su boda. Sí, era muy joven para haber tomado esa decisión, esa maldita decisión que provocó que mi mundo se cayera a trizas.

Janice, mi dulce Janice, jamás he podido ser capaz de hacerte saber mis sentimientos hacia ti. Acepto que soy un cobarde por haber dejado que otro hombre se robara tu corazón. Y vaya que lo hizo, porque sé de antemano cuánto amas a ese hijo de puta que solamente no hace más que engañarte con cuanta falda ve.

También para eso he sido un cobarde, porque sé que de nada serviría que te enteraras de mi querer.
Estás tan cegada por Alexander Jones, el padre de tu hija y uno de los arquitectos más reconocidos de Inglaterra.
Desde la universidad tuve la mala suerte de conocerlo, un tipo bastante antipático, prepotente y engreído.

Creo que nunca entenderé cómo alguien tan ruin pudo enamorarte. Y más aún, cómo pudo lograr que te casaras con él.

-¡Henry!

Una melodiosa y dulce voz revienta la burbuja de pensamientos que pasan por mi cabeza.
Al voltear, una gigante sonrisa se dibuja sobre mis labios. El amor de mi vida había llegado...

Camina hacia mí y puedo notar entusiasmo en su rostro.

-Janice...-mi corazón palpita rápidamente y el nerviosismo comienza a apoderarse de mi cuerpo.

-Oh Henry, tanto tiempo sin verte.-la recibo con un fuerte abrazo y no puedo evitar que mis fosas nasales se deleiten con su exquisito perfume.

-Lo sé, bonita.-sonrío ampliamente.

-Estás enorme.-deshace el abrazo pero su cintura sigue entre mis manos.-Jamás dejaste de ejercitarte.-ríe.

-Y tú estás preciosa.-fijo mi mirada en la suya.-Jamás dejaste de serlo.

Sus mejillas se tornan rojizas y lo único que puede hacer es sonreír.

-Sabes cómo hacer sentir especial a una mujer.

-No a cualquier mujer.-me maldigo por ese pequeño coqueteo.

Ella está casada, Henry... Me repite mi mente una y otra vez.

-¿Qué te parece si tomamos asiento?.-ignora por completo mi comentario. 

No me es extraño en lo absoluto, Janice siempre ha sido mujer de un solo hombre. Desafortunadamente, de un hombre tan ordinario.

-Por supuesto.-muevo su silla y me siento después de ella. Quedamos frente a frente.

-¿Cómo te trata la vida, querida Janice?

Su mirada juega un poco al voltear a ambos lados, suspira y por fin deja salir unas cuantas palabras.

-Todo ha ido de maravilla.-sus ojos no adquieren ese brillo que tenían aquella vez que me contó sobre su boda.

-No luces convencida.

-La vida de casados es dura algunas veces, Henry.

La mesera se acerca y reparte ambas tazas de café y unos cuantos panes dulces.

-No voy a argumentar nada ya que no estoy casado, cariño.-río y bebo mi taza de café.

Echa un vistazo al contenido de la suya y arquea una ceja algo divertida.

Sentimientos ocultosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora