Capítulo 11.

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Alicia' s POV.

Son las cinco de la mañana y no he podido dormir, porque mi cabeza no deja de darle vueltas a lo que me dijo el Erick. Una parte de mí desearía que fuera real y que él mismo me confiese que le gusto, sin embargo, la otra parte hace darme cuenta que sólo son falsas ilusiones.

Sabía que no llegaría a ningún lado sobre pensando las cosas, así que dejé mi orgullo de lado, me armé de valentía y lo llamé. Quizás para otras personas acabo de perder mi dignidad, pero creo que a veces se pierden muchas oportunidades sólo porque no nos atrevemos.

Un pitido, dos pitidos y no contestaba, en verdad existía una gran probabilidad de que esté durmiendo y si soy sincera, ya me estaba arrepintiendo.

Después del quinto pitido me resigné a cortar, hasta que escuché su voz.

*Llamada*

-¿Alo?- respondió adormilado.

-Hola- hice una pausa -Lo siento por despertarte- dije tímida.

-Tranquila, ¿Pasó algo?- dijo con un tono de preocupación.

-La verdad necesito hacerte una pregunta y quiero que seas sincero-.

-¿Tiendes a hacer preguntas tan tarde?- chistó -Cuéntame que pasa-.

-¿Te gusto?- pregunté directamente y al mismo tiempo solté todo el aire que estaba reteniendo.

-Pensé que lo tenías más que claro Ali, pero sí me gustas y sé que mis acciones no han sido las correctas, pero sinceramente estaba celoso porque siento que encajas más con él que conmigo- respondió casi en un susurro esto último.

*Fin de la llamada*

Ni siquiera pude articular alguna palabra así que atiné sólo a cortarle. Me mantuve en silencio analizando cada palabra que me dijo, claro que "encajaba" más con el Erick pero era netamente porque ambos estamos casi llenos de tatuajes, lo cual era irónico porque él igual tenía. Además, estoy segura que el Pulgar y yo somos igual de aweonaos y por esa misma razón nos llevábamos tan bien.

Si bien, sentía que las mariposas que estaban dentro de mi estómago ya habían muerto debido a todo lo sucedido, el sólo hecho de confirmar que le gustaba al Joaquín hizo que revivieran de inmediato. Claro está que no le pondría las cosas tan fáciles, aunque lo único que quería ahora era ir corriendo y volver a sentir sus labios contra los míos, pero me contuve.

No sé en qué momento me había vuelto tan cursi o quizás me iba a llegar la regla, si eso debía ser o al menos es lo que quería pensar.

De un momento a otro me quedé dormida, debatiendo conmigo misma sobre la cursilería, porque claramente eso no iba para nada conmigo o eso creía hasta que llegó a mi estudio ese chico de tez canela y ojos profundos que ojalá nunca dejaran de mirarme.

Al otro día, desperté con un dolor de cabeza fatal así que busqué en mi velador algún paracetamol o ibuprofeno y bajé las escaleras hasta llegar a la cocina. Saqué un vaso y lo llené de agua para tomarme la pastilla, dejé que esta bajará por mi garganta y me tomé un tiempo para disfrutar de esa sensación de frescura que te da el primer sorbo de agua por la mañana, pareciera que tuviera caña y ojalá hubiera sido eso, pero en su defecto el sobre analizar las cosas una y otra vez hicieron que mi cabeza ya no diera más.

Desconocidos. [Joaquín Montecinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora