Episodio 10: El mejor amigo de Nemuri

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Episodio 10: El mejor amigo de Nemuri

Esa mañana hacía más frío de lo habitual. Emi se levantó de la cama despacio y con los ojos entrecerrados, buscando a tientas el teléfono celular para apagar la alarma.

Estaba un poco cansada a pesar de haber dormido casi toda la noche. Con andar lento se dirigió a la cocina mientras Mr. Happi seguía dormitando en su cama. A veces envidiaba al minino, en especial en los días fríos cuando ella debía ir a trabajar y él se quedaba en casa, feliz y cómodo.

Tomó un vaso de agua de una sola vez y sintió que despertaba poco a poco. Encendió la tv y eligió poner el canal de dibujos animados. Ya tendría tiempo de ver las noticias en la academia; pues era inevitable que sus colegas no las mencionaran. Lavó con cuidado el arroz tal cómo su tía le había enseñado cuándo era una niña y puso la arrocera eléctrica a andar. Decidió tomar un desayuno ligero y sacó unos huevos y verduras del refrigerador para preparar un tamagoyaki. ¡Cuántos recuerdos le traía eso! Era el único platillo que su padre sabía hacer sin convertir la cocina en un caos. ¡Ah! ¡Qué felices desayunos eran los de su infancia!

Cortó en pequeñísimas porciones el cebollin. Batió el huevo con cuidado y añadió el resto de los ingredientes. Apenas vertió la mezcla en la sartén caliente, Mr. Happi llegó a su lado, atraído por el aroma.

—¡Buenos días, glotoncito! Sabes que no puedo darte de mí comida pero en un momento más te sirvo lo tuyo.

El gato ronroneó con insistencia, frotándose contra sus piernas.

—¡Ay, pero cuánta necesidad! —exclamó Emi divertida y con tono melodioso sin descuidar la preparación.

Cuando terminó de enrollar el tamagoyaki lo dejó enfriar colocando la tapa a la sartén y tomó al insistente Mr. Happi en brazos para llevarlo en otra dirección. El mínimo maullaba como si protestara al no recibir el alimento deseado, pero dejó de hacerlo cuando vio a su dueña sacar un sobre de alimento húmedo y volvió a ronronear.

—¡Eres un vendido! —rió Emi y lo acarició con cariño.

Le sirvió el sobre en su platón y aprovechó que el gato estaba disfrutando su comida para cambiar la caja de arena que estaba en el pequeño balcón el cuál había acondicionado con el fin de que Mr. Happi no intentará salir.

Una vez terminada su labor, se lavó las manos y se dirigió a su habitación para cambiarse de ropa. No demoró mucho, tenía varias mudas de su traje de héroe listas para usar. Ya lavaría ropa el jueves. Sólo le faltan los guantes, los cuáles llevó consigo al salir de la habitación.

Volvió a la cocina y dejó sus guantes en la mesa; cortó el tamagoyaki en varios trozos con mucho cuidado. El arroz ya estaba listo así que se sirvió un poco y comenzó a desayunar.

Con el primer bocado vinieron a su mente un centenar de recuerdos de su niñez, cuándo su padre vivía y estaba sano. Las mañanas eran divertidas; con su padre haciéndola reír con alguna broma o bailando mientras cocinaba. Y por las noches, le leía su cuento favorito haciendo las voces de los personajes con su peculiar acento. ¡Cuánto lo había querido! Y cuánto se lamentaba haber extraviado su libro favorito. El traslado entre hospitales había sido apresurado y caótico pues los heridos no paraban de llegar debido a la fractura entre civiles ante la caída de los héroes. Era uno de los pocos recuerdos físicos que conservaba de su padre y no estaba segura de sí lo había perdido en el hospital, en el trayecto o al llegar a Ketsubutsu. Haru y Mitsui le habían ayudado a buscar, dejando patas arriba tanto su departamento cómo el de ellos y la habían consolado ante la idea de extraviar una parte de su querido padre. Pensó que quizás podría preguntar en el hospital esa tarde, cuándo Present Mic la llevase a visitar a EraserHead.

Joke's  On You, Shota!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora