Capítulo 4

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El caliente sol hacia del ambiente uno bochornoso, los cuervos rondaban por lo cielos más de lo común, el polvo en las calles jamás había sido tan constante, la ciudad era consumida en la oscuridad incluso durante el día, el silencio abundaba en grandes cantidades.

Dentro de una tienda, cerca del centro de Seúl, se encontraba un grupo de veinte personas, todas sentadas en circulo, mirándose unas a otras, en medio de todos ellos una lata de guisantes empolvada, todos y cada uno la miraba como un cazador a su presa, los niños que se encontraban ahí miraban con miedo a los adultos que se preparaban para atacar a su presa.

-Basta...- musitó Jimin levantándose de su lugar, todos lo miraron atentamente.

-No podemos seguir así, asustamos a los niños- terminó por decir.

-¡¡A la mierda con ellos!!- un señor se abalanzó en dirección de la lata, cuando la tomó todos los demás en la tienda lucharon por obtenerla, Jimin, Jungkook, Namjoon y Jin intentaban controlar a la gente para que no peleara, pero era inútil, el hambre los hacia perder la cordura.

Esa semana había sido muy difícil para todos, la comida en la tienda se había terminado en tan solo cinco días, habían perdido personas que en la desesperación salieron y se convirtieron en comida para los durmientes.

Todos estaban tan concentrados luchando por una lata de comida sin darse cuenta cuando uno de los niños más pequeños se acercó a la puerta, muy curiosos por la sombra de lo que parecía ser una persona, entre tanto alboroto nadie notaba como lentamente el pequeño quitaba las maderas que sostenían la puerta para después bajar la manija y dejar que la puerta se abriera.

Posiblemente los niños serían el futuro de un país desarrollado, en este mundo para las personas que siguen vivas era el mismo pensar, pero deja de ser así cuando el llanto y el grito más desgarrador que puede existir es escuchado, entonces el mundo se para y solo presencias la pero de tus pesadilla la que después no te dejara cerrar los ojos sin volver a verla.

-¡¡Hyen Oh!! ¡¡No!! ¡¡Mi hijo!!-

Es ahí, cuando ves toda tu vida pasar, el miedo impregnándose en tu ser, tus idas y quien eres cambia sin que te des cuenta.

Después de que el primer durmiente entrara y salvajemente devorara al pequeño llegaron más, de pronto ya no había niños para devorar, solo sus padres que con dolor luchaban por salvarlos y en el intento también se volvían presa de esta nueva realidad.

No puedes parar el amor de un padre, y eso Jimin lo entendió cunado una madre se soltó de su agarre y corrió en ayuda de su hijo devorado, no importaba cuanto llamaba a las personas a que huyeran solo los que no veían morir hacían caso, ¿por qué? porque querían vivir.

-¡¡Jimin vámonos!!- Jungkook tomó de la mano al rubio y le ayudó a salir de la tienda.

Nam y Jin guiaban a los que habían logrado salir por la calle esquivando y empujando a los durmientes que se acercaran, Jimin aun seguían en shock, no estaba caminando rápido y su cuerpo estaba ido al igual que su mente.

A pesar de que los durmientes eran lento parecían poder alcanzarlos, afortunadamente Jin pudo divisar un garaje abierto, todos fueron hacía él y cuando Jimin y Jungkook entraron cerraron la cortina, el choque de los durmientes contra la cortina hacía un ruido abrumador.

-Jimin...-

-Los descuidamos...no los procuramos- dijo casi en un susurro el rubio.

-¿De qué habla?- preguntó Nam.

-No lo sé, Jimin ¿De qué hablas?- respondió el castaño.

-¡¡Es nuestra culpa, debíamos cuidar a los niños, no pelear por una maldita lata!!- gritó desesperado.

Todos en el lugar guardaron silencio después de eso, algunos no evitaron llorar, de un grupo de veinte ahora solo quedaban siete, todos se sentía demasiado culpables por lo que había pasado. Sin embargo a pesar de las perdidas debían seguir sobreviviendo, el dolor no se iría pero al menos los mantendría vivos.

-Estamos en un garaje, debe ser una casa, probablemente haya comida y personas- mencionó Jin.

-Jimin debemos seguir, por favor- rogó Jungkook tomando sus manos.

-Pude haberlos cuidado, evitar que esto pasara- respondió lamentándose.

-No es culpa de nadie ¿ok?, ahora solo te pido que vengas conmigo y sobrevivas-

-¿Para qué? ¿Qué propósito tiene?-

-Para que cuando todo esto acabe pueda llevarte al restaurante de quinientos wons la comida completa-

Jimin no pudo evitar reír ante su comentario, esas palabras de algún modo le devolvieron un poco de esperanza.

Tan Fácil de decir, difícil de sentir.  (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora